El sueño de Rudy y Jessica
El ex chofer y protegido de Kirchner, Rudy Ulloa Igor, compró junto a su esposa Jessica Uliarte una quinta, a metros de la Ruta 191, que perteneciera a la familia Pons y con el nombre “El Sueño”. Allí construyen un quincho y habitaciones que ampliarán el chalet que ya existía. Dicen que están “enloquecidos” con San Pedro y que visitan la ciudad desde hace tiempo.
Ruta 191, Km 6.5, el galpón de la empresa Gomila refleja sobre las vetustas chapas la diferencia entre el San Pedro líder en producción de frutos y éste que hoy desmonta sin piedad y arranca a fuerza de motosierras su pasado reciente.
Para quien desconoce el paisaje, en una mañana soleada de Domingo estar ahí es como llegar al paraíso soñado; para quienes albergan en su memoria las preciosas gemas a punto de explotar en millones de flores que vestirán de un particular rosado el horizonte, es un Domingo más que combina la nostalgia y la inconmensurable belleza de ver parir de la raíz a la copa esos hijos con forma de durazno “Capitán”, que serán recolectados cuidadosamente en las canastas que al final de la hilera hará que los obreros rurales se miren para encarar una nueva fila, mientras el tractor con acoplado espera la valiosa carga.
Un poco más adelante, en una franja de tierra donde otrora se forjó la historia de la familia Pons, apenas a mil metros de la ruta 191, desembarcan nuevos habitantes atrapados por el verde, el aire puro y, por sobre todas las cosas, el anonimato que ofrece un acceso y una salida rápida hacia la prolífica Panamericana. Nadie percibirá cuándo llegan y se van los habitantes de esa casa quinta que, con seguridad, albergará en cada fin de semana a rutilantes apellidos de la era pingüina.
La vieja casa de los Pons abre los misterios a los sucesivos compradores de esas cinco hectáreas cuyo precio de venta asciende a 85.000 dólares. Parece excesivo —si se toma en cuenta que apenas unas viejas plantas de naranja preceden el acceso y un monte de duraznos que supera ampliamente su etapa de mayor producción—, pagar más de 13.000 dólares por cada 1000 metros cuadrados. Sólo el sueño de un negocio inmobiliario proyectado en tres o cuatro décadas podría hacer pensar en una amortización de la inversión, si un loteo y la ya segura apertura del camino interno con salida a la Ruta 1001 pueden transformar el lugar en un nuevo sector residencial que se parcele en lotes.
Por el momento, a Jéssica Uliarte y su marido, Rudy Fernando Ulloa Igor, no parece importarles demasiado la inversión. El dinero que posee quien fuera chofer de Néstor Kirchner, cuando éste era apenas un desconocido Intendente del sur, no repara en cuestiones amortizables, porque por ahora combinar placer y anonimato ya es un negocio redondo. Sin embargo, el 80 por ciento de la propiedad todavía no se pagó. Rudy el insaciable pagó 700.000 pesos por una casa en San Isidro, pero compró en cuotas la tranquilidad de un pueblo con el que, dicen, “está enloquecido”. Una entrega de 15.000 dólares y seis cuotas trimestrales fue el convenio.
El campo fue vendido hace cinco años por la familia Pons “a una gente de Rosario”, cuentan los vecinos, “y no sabemos después de quién es. Acá viene una señora rubia de apellido Uliarte”, comentan. Ninguno supo hasta el pasado Domingo que la blonda Jéssica Uliarte es ni más ni menos que la esposa del popular Rudy Ulloa. Ni los vecinos, ni varios de los proveedores de materiales y servicios que han emitido facturas o recibos a su nombre, conectaban el apellido con la gente que pertenece al riñón de los K.
“Si viene gente se va a dar cuenta por los autos y las camionetas”, relató uno de los que habitualmente llega al lugar con los elementos necesarios para la construcción, señalando que sólo ha podido ver a los albañiles y al arquitecto que lleva la dirección de la obra sin haber pasado por las oficinas municipales a declararla.
El nombre
de una mujer
Tras el chequeo que este medio realiza desde hace poco más de dos semanas, el Viernes 24 en las oficinas de Obras Públicas, nadie supo responder a las preguntas sobre la construcción en ciernes. No tenían noticias del apellido Uliarte.
La medida inmediata fue enviar a dos inspectores de obras para constatar en el lugar los metros cuadrados que en poco tiempo serán la residencia de fin de semana para asados y mates bajo el sol, alejados del frío polar de la provincia natal y lejos del caos y la persecución que sufren en inmediaciones de la Casa de Gobierno, la Residencia de Olivos y la mansión familiar en San Isidro.
Los inspectores se presentaron en el lugar y procedieron a labrar un acta de infracción a nombre de Jéssica Uliarte, el nombre de la persona que aparece como responsable de impartir las directivas, contratar al arquitecto y al personal que allí desempeña tareas.
Con los inspectores evaluando la situación y sin saber que el apellido Uliarte era sumamente importante para la prensa, los obreros sólo atinaron a llamar desde un celular para anunciar que el arquitecto se presentaría a la brevedad en las oficinas del municipio para declarar la construcción y cumplir con la multa que le cabrá por haber iniciado la obra sin permiso.
“Es una ampliación”, conjeturaron a priori cuando vieron que la vieja casa blanca con ventanales de persiana americana de madera sigue siendo el sitio cómodo como para pasar el fin de semana frente a una pintoresca pileta con sombrillas que se divisa a pocos metros de la tranquera y a menos de lo que parece ser un confortable y completo quincho.
El apuro hizo que el arquitecto de la obra se contactara el pasado Sábado para intentar evitar que la noticia comenzara a circular por una cuestión cuasi menor (los derechos de construcción). El profesional, a través de un tal Gerardo, llamó al celular de un inspector de Obras Públicas para consultar los alcances de la notificación y los trámites que debía realizar. La incógnita es aún quién le pasó el número de ese inspector. El joven y principiante arquitecto se habría contactado con altos funcionarios de la cartera municipal —tal vez un colega suyo que suele tener contacto con ministerios nacionales—, quienes le habrían facilitado el número donde hacer la consulta directamente con aquellos que presentaron la notificación.
De cualquier manera, para mantener el anonimato ya era tarde: la prensa tenía las primeras confirmaciones que provocaron una publicación en tapa y en la estratégica página 3 de la edición del Domingo del Periódico Perfil. Para colmo de males, la noticia lleva la firma de un periodista que conoce a los K desde su propio territorio: Juan Cruz Sanz conoce vida y obra de la familia presidencial y sus amigos por intentar seguir ejerciendo su profesión por fuera del circuito de medios que Ulloa se encargó de comparar o instalar en territorio austral.
¿Cuál es la noticia?, se preguntaron los periodistas de La Opinión, al cabo de varios días de trabajo. Por el momento, la violación a las normas locales es lo único que aparece cómo reprochable, proviniendo de gente que por su dimensión política y económica debería haber cuidado como paso previo.
Firmá, Jessi
La operación se realizó a nombre de Jessica Uliarte. La rubia abogada llamó personalmente a una inmobiliaria local para hacer conocer su interés por la quinta, que se exhibía en una vidriera de calle Mitre. La escritura lleva su nombre y fue rubricada en las oficinas de una escribanía local, a la que Rudy Ulloa, su esposa y dos hijos llegaron en un Ford Focus plateado tras pasar por la inmobiliaria.
La familia Ulloa-Uliarte visita asiduamente la ciudad. Se alojan en un hotel de lujo, al borde del río, desde donde iniciaron el sueño de la quinta propia en un lugar con el que están encantados.
La casa es refaccionada para que tenga algunas habitaciones más, un quincho de siete metros de largo por unos cuatro de ancho, donde irán también los baños nuevos. Sobre esa construcción, que está al borde de la piscina, planean más habitaciones, para que las visitas que lleguen a “el verde más cercano” puedan pernoctar allí.
Los niños ya cuentan con dos ponys para cabalgar en el verde césped de la casa que sus padres eligieron para que descansar del trajín de la vida pública y que sus hijos se relacionen con otros paisajes, distintos del cemento y los pasillos del poder por el que se mueve el matrimonio.
La casa
está en orden
Sólo hace falta recorrer menos de un kilómetro de la Ruta 191 para desembocar en la tranquera blanca con goznes negros de la que pende una pequeña campana para poder acreditar la presencia en “El Sueño”. Parados en el callejón que precisamente será el camino directo entre San Pedro y la Ruta 1001 apenas se realicen las obras que fueron previstas hace más de cuatro décadas para la llegada directa al puerto, se observa con claridad que la misma vía comunica con otro camino que desemboca prácticamente en las puertas del Aero Club San Pedro, apenas transitando cinco kilómetros.
Antes de hacer sonar ese diminuto cencerro negro, un perro de pelaje marrón claro sale al encuentro de la prensa. Las primeras fotos ya están guardadas dentro de la cámara, mientras un joven vestido de jeans y polar marrón claro se sorprende por la visita. El albañil, que apenas supera los 20 años, sonríe y estrecha la mano en son de bienvenida. “No sé nada de los dueños, hace dos días que estoy acá. No hay nadie, solo nosotros cuatro”, dice convencido ante el pedido de hablar con los propietarios.
De inmediato se le pregunta que pasó con los obreros que estaban trabajando hasta el viernes: “Se fueron para pasar el fin de semana en sus casas y vinimos nosotros”, relata sin saber que precisamente los que partieron habían sido los testigos de la infracción labrada por los inspectores. Se le pide que consulte si se permite ingresar para tomar más fotos y corre presto a consultar a uno de sus compañeros.
Un motor de bombeador se pone en marcha mientras transcurren varios minutos hasta que se acerca otro albañil que dice ser oriundo de la ciudad de La Plata. Ataviado con un polar negro con rayas en los puños, una gorra y un pantalón de jean, mira con mayores sospechas y ratifica que no hay autorización para el ingreso. Amablemente indica que estuvo el día de los inspectores, que el encargado no se encuentra en el lugar pero que arribará en unos minutos para atender la requisitoria.
El tiempo ayuda a la observación más aguda. Algunas nueces pecans se ven semienterradas en el barro, procedentes del árbol más alto que se encuentra en el acceso. Apenas unas huellas de barro a ocho metros de la tranquera denotan que algún vehículo ha pasado por allí.
En el lateral izquierdo de la casa principal, reposa una cupecita roja de TC antigua que en otros tiempos perteneció a la familia Solmi y que con seguridad será restaurada como auto de colección.
El molino preside la escena, inmóvil; ni una brizna de viento hace girar sus paletas. En el sector de pileta una pequeña forestación ornamental deja ver algunas vasijas bolivianas decorando con distintas tonalidades el sector más agradable del lugar. A la derecha de la tranquera, un alambrado preserva lo que en los planos catastrales es un camino. Allí, un diminuto refugio de aves de corral desentona con el entorno. En el campo lindero, los durazneros esperan pacientemente el día adecuado para ponerse en flor.
A tres metros del alambrado perimetral, varios naranjos descuidados muestran el desprecio por sus propios frutos, caídos en plena madurez sobre la tierra de la casa quinta. Naranjas de ombligo para el sitio que, periodísticamente hablando, en ese momento es nuestro ombligo del mundo. La quinta aguarda el final de las obras para convertirse en uno de los refugios del poder. Mientras, Rudy y Jessica pisan el césped con sus lujosos zapatos, imparten órdenes a los responsables de la constructora y se preparan para cuando el sol del verano los encuentre en malla al borde de la piscina y bajo el cielo sampedrino.
Quién es Rudy
Rudy Ulloa Igor nació en Puerto Natales, Chile, hace 49 años. De origen muy humilde, dedicó su vida a acompañar a Néstor Kirchner, con quien compartió hasta una cuenta bancaria de más de un millón de dólares en el banco Santa Cruz. Fue su chofer y su principal puntero en las barriadas de Río Gallegos, donde abrió el primer local del Frente para la Victoria, junto a Carlos Zannini, hoy Secretario de Legal y Técnica de la Presidencia.
Rudy ascendió a Secretario Privado del Intendente Kirchner. Cuando éste fue Gobernador de Santa Cruz, trabajó en la Secretaría Técnica. Ya Presidente, Kirchner delegó en su amigo y protegido —a quien dice querer como a un hermano menor— la construcción “de base” en el territorio sureño.
Para esa labor, Ulloa apeló a la penetración de los medios de comunicación, fundando y comprando medios en Santa Cruz: radios, periódicos, diarios y canales de televisión.
De cualquier manera, Ulloa nunca perdió su labor fundamental: conducción del aparato en la provincia del sur, trabajo que desarrolló siempre de manera eficiente, al punto que le adjudican haber movilizado más de 1.000 personas en una fría noche del invierno patagónico, todo un récord para el lugar.
Por estos días, se lo vio transitar otra vez las dependencias de la residencia de Olivos, cuando el kirchnerismo piensa en el “control de daños” por la derrota electoral y se refugia en la mesa más chica, esa que soñaba en Santa Cruz con gobernar el país.
De su esposa, Jessica Uliarte, sólo se conoce que es cordobesa, abogada, hermana del internacionalmente famoso director de orquesta Jorge Uliarte y, por supuesto, compañera de ruta y administradora de los cuantiosos bienes que supo amasar el ex chofer devenido empresario Rudy Fernando Ulloa Igor.
Dame unos días
Los arquitectos de Rudy Ulloa se presentaron en la Municipalidad de San Pedro para regularizar la situación. Pidieron diez días de prórroga pero les comunicaron que en 24 horas debían presentar al menos el anteproyecto.
El Martes, a las 8.07 de la mañana, La Opinión se presentó en la Secretaría de Obras Públicas, a la espera de la llegada del arquitecto del matrimonio Ulloa-Uliarte, quien había prometido que vendría a regularizar la situación de la construcción no declarada.
Sobre las 13.45, dos personas llegaron acompañadas por el dueño de la inmobiliaria que vendió la quinta. Antes habían pasado por la Municipalidad. Al salir del lugar hicieron unas breves declaraciones: “Se presentaron todos los papeles que requieren ellos” (por la Municipalidad), explicó Sergio (foto), quien no quiso dar su apellido ni el nombre de la constructora a la que representa, mientras caminaba rumbo a su automóvil.
En la mesa de entrada del Palacio municipal dejaron una nota solicitando una prórroga de diez días para entregar la documentación requerida. En Obras Públicas, presentaron en formato digital un plano de las refacciones. Allí se les comunicó —tal como ya había hecho por teléfono el inspector, el sábado— que debían presentar un anteproyecto, para que les den un visado previo que permite comenzar —en este caso, continuar— la construcción sin problemas hasta tanto el colegio de arquitectos firme los planos definitivos.
Al cierre de esta edición, se confirmó que hoy Miércoles el arquitecto y su acompañante llevarían la documentación, luego de que la Municipalidad les entregara un plano del partido de San Pedro para que pudieran ubicarse.
La práctica de no declarar las construcciones es conocida en San Pedro. “Por lo general es así, te dicen que no saben el nombre del dueño. Saben de quién es y se hacen los pavos. Lo que hacemos es que firme el que nos atiende en la obra, como para que los dueños vayan sabiendo que nosotros estamos enterados de la existencia de la obra”, explicaron en Obras Públicas.
En el caso de Rudy Ulloa y Jessica Uliarte, tardaron un mes en declarar la construcción, y lo hicieron a partir de una visita de inspectores, que llegaron al lugar tras una pregunta de la prensa. Incluso, una vez aceptado que debían avisar acerca de la ampliación —ni más ni menos que para cumplir con la reglamentación vigente— pidieron diez días más, que no fueron aceptados por las autoridades, que les exigieron regularizar en 24 horas la situación, al menos en el primer paso.