El show de Santiago Banegas en el clásico Mitre-Paraná
En el clásico de cuartos de final del Apertura que el Rojo ganó 4 a 3 en el Estadio Municipal, el árbitro hizo salir a la cancha a los dos equipo juntos, cobró bien tres penales, perdió el lapiz y expulsó a dos jugadores. A Álvaro García otro le mostró dos tarjetas amarillas pero no la roja.
Santiago Banegas tiene una forma de arbitrar muy particular y la puso en práctica hoy en el clásico en el que Mitre le ganó a Paraná 4 a 3 en el Estadio Municipal por los cuartos de final del Apertura Jorge Santiso y se clasificó a semifinales.
Si el partido fue entretenido y apasionante se debió, en gran medida, a su labor, discutida y criticada constantemente en cada uno de los bancos de suplentes de acuerdo a los fallos. Desde antes de pitar el comienzo del duelo, Banegas aportó su tinte: los equipos salieron al rectángulo de juego juntos en hilera por la puerta principal y no por los túneles como habitualmente lo hacen.
-Banegas encabeza con sus asistentes la salida al campo de juego. Foto: La Opinión.
En el primer tiempo, el juez principal sancionó dos penales a favor de Mitre. En ambos, hubo infracción de Álvaro García (a Valentín Escobar primero y Francisco Espíndola después) quien recibió dos tarjetas amarillas pero no la roja, situación que el plantel del Rojo protestó y que el colegiado, tras consultar con su primer asistente, Juan Casco, omitió. En el entretiempo, el director técnico albirrojo, Gustavo Fortunato, cambió al defensor por José Sepich.
-Banegas amonesta por primera vez a García por la infracción dentro del área. Foto: La Opinión.
Los que sí fueron echados por el experimentado referí fueron Francisco Espíndola y Agustín Castro. Aunque las decisiones se discutieron, hizo valer su criterio y punto de vista. En el complemento, cobró un claro agarrón de camiseta dentro del área de Matías Longueira a Rodríguez quien cambió el penal por gol y sentenció la clasificación de su equipo a semifinales.
Por último, Banegas completó su tarde pidiéndole a Casco que anote a los jugadores que amonestó porque había perdido su lápiz. Sin embargo, a los pocos minutos le alcanzaron otro desde afuera y pudo seguir escribiendo en sus tarjetas que sacó del bolsillo once veces, nueve de ellas para amonestar y dos para expulsar.