El “robo a la Fiscalía”, un mensaje al Poder Judicial que despertó alarma
Desconocidos entraron por los techos al edificio donde funcionan las dos fiscalías locales. Robaron armas, proyectiles y otros elementos menores. No se llevaron drogas, celulares y dinero que había, aunque los esparcieron por el lugar. Los fiscales y sus instructores procuran establecer si faltan expedientes de causas penales en trámite. Sin alarma, cámaras o custodia durante el fin de semana, el sitio fue un blanco fácil.
El sábado, pasadas las 18.00, personal de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 11 que conduce Viviana Ramos llegó al edificio de Fiscalía, ubicado en Saavedra 247, y se percató de que desconocidos habían ingresado a la dependencia oficial, lo que despertó la alerta entre los funcionarios del Poder Judicial.
Aunque se trata de un episodio que en la ciudad lleva el nombre de “el robo a Fiscalía”, lo cierto es que lo que robaron es lo de menos: ¿qué mensaje hay detrás de este hecho? Esa es la pregunta que mantiene en vilo a quienes tienen en San Pedro la responsabilidad de administrar justicia.
Los delincuentes entraron por los techos de la antigua casa de “Chocho” Rodríguez que el municipio alquila para que allí funcione la sede descentralizada del Ministerio Público Fiscal. Para ingresar, hicieron una especie de boquete a través del que accedieron a la zona donde se ubican los instructores de la UFI 5 que conduce Marcelo Manso. Desde allí pudieron llegar a otros sectores del inmueble.
Como en “casa de herrero, cuchillo de palo”, en el edificio no había alarma, custodia, ni sistema de videovigilancia, por lo que los ladrones actuaron sin que nadie se percatara de lo que sucedía.
El último empleado de la UFI de Ramos, en turno durante la segunda quincena de cada mes, se había ido cerca de las 15. Pasaron alrededor de tres horas hasta que notaron que habían violentado el edificio.
En Fiscalía hay un solo mueble con llave en el que se guardan elementos secuestrados de las causas que ya fueron elevadas a juicio. Por ello, en cualquiera de los cuartos quien ingresa puede encontrarse con mamotretos distribuidos en escritorios y hasta en el piso, cada uno con los escritos de la instrucción penal preparatoria correspondiente y hasta con las pruebas recolectadas.
Esas pruebas implican, en muchos casos, efectos tales como armas, municiones, drogas, imágenes, dispositivos, celulares dinero, etc. Los delincuentes que ingresaron pueden haber ido a buscar algo en particular, hipótesis que es parte de la investigación pero que es difícil de establecer. Entre el personal saben que, a menos que alguien que conozca al dedillo dónde está cada cosa o “la haya dejado con indicaciones” para que alguien las busque, nadie podría estar en condiciones de ir en procura de un expediente en particular para llevárselo.
El resultado del acceso de desconocidos al edificio fue calificado como “un desastre” por quienes trabajan con las causas judiciales del distrito. En principio, consideraron que podrían tardar meses en notar si realmente faltan cosas de los expedientes.
Como si fuera poco, no arrancaba el sistema informático aunque horas más tarde se dijo que “se cayó el sistema en toda la provincia”.
Cuando entraron con la policía, el fiscal Manso y el resto del personal de la UFI 11 –la fiscala Ramos llegó pasadas las 22.30–, el panorama era desolador: papeles desparramados; billetes de pesos, cocaína y marihuana esparcidos en los escritorios; y el temor confirmado: al igual que cuando entraron a robar en la sede de Mitre al 2600, a fines de octubre de 2012.
Hasta el momento del cierre de esta página, faltaban cinco armas de puño, correspondientes a diversos hechos, que esperaban para ser peritadas, en un sistema que genera demasiadas demoras para todo; ocho proyectiles calibre 22 que formaban parte de los elementos de una causa; un cuchillo de 20 centímetros de hoja, con empuñadura marrón, dorada y blanca, que aseguran tiene un valor importante en el mercado; una mochila negra mediana; también desapareció la billetera de Alberto Lafuente, el femicida de Mariela Figueroa, que contenía mil pesos y estaba entre sus efectos cuando se quitó la vida ante la tumba de su madre luego de cometer el crimen.
Además, dieron por robado un trozo compacto de marihuana que el lunes por la tarde apareció bajo un mueble. No se llevaron el resto del dinero ni las drogas ni los celulares que había. Tampoco un billete de100 dólares. La conclusión inicial es que quienes entraron en el edificio no lo hicieron para robar.
La Fiscala General, Sandra Bicetti, que habló con Ramos el mismo sábado del hecho, mientras la instructora Jimena Santini hacía, como en cada turno, la tarea de su superior, dijo a La Opinión que “Policía Científica y DDI están trabajando para resolver lo antes posible este lamentable hecho”.
“Se están barajando todas las hipótesis, nada se descarta”, sostuvo Bicetti, que sabe que detrás de un hecho de estas características hay un mensaje al Poder Judicial que preocupa, porque lo que hicieron los delincuentes fue ni más ni menos que entrar en el corazón del sitio donde se investigan los hechos delictivos. Todos: desde las amenazas a los robos calificados, pasando por abusos, estafas y denuncias por corrupción e incumplimiento de los deberes de funcionario público que incluyen a políticos y policías.
“Ahora no es momento de echar culpas ni deslindar responsabilidades”, dijo Bicetti ante la consulta respecto de la carga que recae sobre el gobierno municipal, de quien depende el edificio.
“Yo estoy pidiendo las medidas de seguridad a Procuración, que es nuestra superioridad. Después veremos, pero seguramente nos pondremos de acuerdo con el municipio, ya que queremos lo mismo: la idea es trabajar mancomunadamente por el bien de la ciudad”, agregó la Fiscala General.
Para la instrucción de la causa, fueron solicitadas las imágenes registradas por las cámaras de seguridad, públicas y privadas, que hay en la zona. Aunque siempre hay, nadie se anima a revelar sospechas. La única certeza es que los delincuentes se metieron en la casa de los que los investigan y trabajan para que cumplan condenas por sus delitos. Todo un mensaje.