¡El reñidero!
(Coimas en el Senado de la Nación) Coima: Beneficio que obtiene el que atiende un garito. Dádiva con que se soborna. Concubina. ¿Hay algo más hermoso y expresivo que el lenguaje? Con unas pocas palabras, se da una gran definición de las situaciones. El Senado de la Nación sería, en definitiva: “Un garito donde reina una concubina colectiva llamada Coima… sobornando a sus clientes habituales”!. Si el Senado de la Nación ha quedado convertido en esta triste imagen de la República perdida, no entiendo por qué la sociedad está tan preocupada por la proliferación de prostitutas y travestis, trabajando a pleno por lugares seudo paquetes de Buenos Aires, llamados “zonas rojas”…, si el rojo es el color que llevamos aún muchos argentinos, por la vergüenza que nos embarga ante tanta desvergüenza política de “los unos y los otros” en el Reñidero de la corrupción!. Porque no nos llamemos a engaño, “cuando el río suena, agua trae”… y en él navegan todos en el mismo barco!. ¿Es ésta la joven democracia qué tenemos?, ¿es la que queremos, la que soñamos?. Y sí, parece que es la más adecuada a nuestra personalidad político–social. Es la que practicamos. Somos los amantes perfectos de la autocracia, porque nuestros gobernantes se quedaron en el “cracia” y se olvidaron de la “demo”!... ¿Hasta cuándo estaremos expuestos los argentinos a esta política de cartón prensado? Según esta postura, lo inmoral precedería a la razón, el pensamiento, la justicia, el derecho y por qué no, a la misma religión! Cuando éstas aparecieron en el mundo, no hicieron más que tomar principios ya existentes entre los pueblos, en cuanto a las reglas morales que los regían. Visto el tema desde la actualidad de este fin de siglo, este culto de la “coima” y los “retornos” reemplazó al de: “meter la mano en la lata”… Y tiene sus manifestaciones; éstas son externas y la necesidad de la práctica reiterada de las mismas no implica el reconocimiento de los principios morales. Los tiempos son de arena, de disolución, no de piedra. En la arena se dibuja, pero no se construye. Al nuevo hombre de la política argentina parece interesarle más dibujar en la arena, que asumir la responsabilidad de establecer bases inter–humanas para un futuro mejor. La piedra está en la realidad, la realidad es nuestra construcción! ¿Cuál es la crisis de nuestro tiempo y nuestro país? Pues el de haber salido de un sistema autoritario, rígido, para fluctuar entre dos sistemas semejantes. Uno, el de la transgresión moral, y el otro, en la costumbre inconciente del autoritarismo que da el poder! Por lo tanto, lo que no se logra con presiones, se obtiene por medio de la inmoralidad!. El otro fenómeno es haber alcanzado la libertad y no saber consolidarla con una convivencia de consenso, siempre estamos en la transición perpetua! ¿Y en la vida humana? ¿Y en el sentido de vivir? ¿Y en el desarrollo general del país?. El mundo, como totalidad, es puro progreso. Los que no están bien y no van bien son los “hombres del mundo”. Parecen la consecuencia de tomar anfetaminas. Y nuestros políticos, los subdesarrollados de la “cracia”, cometiendo el error de confundir medios con fines, con lo cual malversan el desarrollo de la persona y de la sociedad! Si no hay ética en lo pequeño, no la habrá en lo grande, es la relación entre la mano y la lata. Si nos falla la latita mientras comentamos la corrupción de todo el mundo, menos la nuestra, ¿cómo quiere que no falle la lata grande?. Nada grave, ¿cierto? Nada terrible, desde luego. Todo el Senado de la Nación cuestionado, sospechado, desacreditado, burlándose de millones de desocupados, hambrientos, desposeídos y frustrados. Y lo peor, no es tanto lo que no piensan en nosotros sino, que ni siquiera saben que se están burlando. Porque no existimos. Eso es lo que nos está pasando. No hay ganas de cambiar nada. Perdieron las ganas en la perinola de las prebendas!... Todo se reduce a la mano, la lata y el mercado. Las personas somos tarjetas de crédito sin crédito. Así es como se diluye un proyecto de vida, se pierde el ímpetu hacia un futuro diferente y se pierden las ganas de las alturas! Los pueblos se levantan y se hunden por ganas o por desganas. Cuando carecemos de fines, sólo nos queda el final!. Nélida López