El prójimo no es el próximo
Dicen que los hombres que vuelan más alto, dejan las huellas más profundas, este aforismo resulta más creíble y justificado en la medida que conocemos la vida de los grandes personajes. PABLO CASALS fue un eximio violonchelista, quizá el mejor del mundo hasta hoy, era un catalán que vivió 97 años y ejecutó su instrumento hasta poquísimo tiempo antes de fallecer, allá en octubre del año 1973. Cuenta Narosky en uno de sus libros que en el cenit de su fama, viajó a SUDAFRICA en años que aún existía el “apartheid” racial, es decir allí sólo los blancos podían ser titulares de todos los derechos humanos, los negros estaban absolutamente postergados. Estando almorzando en el hotel el mozo de color que lo atendía le manifestó su admiración y le refirió que él estudiaba hacía mucho el violonchelo y que le gustaría que el maestro lo escuchara ejecutar. Así lo hizo CASALS en el mismo hotel y a los postres de ese almuerzo. Seguidamente, maravillado con el músico, lo invitó a presenciar el concierto que esa noche realizaba en el Teatro Municipal de Ciudad del Cabo. “Tengo prohibido ir al Teatro Municipal, soy negro” le dijo el mozo. “Usted es mi invitado tome esas entradas y no deje de concurrir. Yo lo voy a hacer entrar; no se preocupe, sino le permiten asistir, no actuaré” le expresó el maestro. La historia resulta evidente: el mozo músico concurrió esa noche al teatro, no lo dejaron entrar y Pablo CASALS se retiró de Sudáfrica sin actuar, pagando una importante indemnización que preveía el contrato de actuación. “Nadie puede juzgar a un hombre por su color, raza o religión” dijo el genio. Etapa superada ya en SUDAFRICA gracias a la lucha constante a favor de los derechos humanos, por eso hoy está NELSON MANDELA en el poder y representando -también- a la inmensa mayoría negra que tiene esa nación. Pero quería rescatar con esta anécdota el valor humano que poseen quiénes son absolutamente humanos en su manera de ser y actuar. Quienes son dignos y esa es una moneda que no admite rebajas o descuentos. Es decir no tiene precio. Dicen los sabios, que cuando más se lucha por un mundo mejor, más se mejora uno como ser humano y es una prueba evidente en tantos y tantos mediadores, promotores, facilitadores y demás personas que trabajan a favor del bien común, a favor del prójimo, que no es el próximo como decía un sacerdote amigo, no es el que está más cerca sino a veces son los que están más lejos de la suerte y de Dios. Esto me recuerda cuando ATAHUALPA YUPANQUI decía: “Dios por aquí no pasó”, menos mal que pasan seres como CASALS y miles de gestores sociales que viven haciendo el bien, mientras otros sólo piensan en hacer el mal. [i]por el Dr. Elvio Macchia[/i]