“El partido soy yo”
“Macondo” tuvo un Intendente que por más de un período cumplió exitosamente sus funciones, ejerciendo el cargo con aptitud, eficacia y honestidad. Mas no pudo sustraerse a la seducción que suele emerger del éxito llegando a creerse el único referente apto del partido que lo llevó al poder. “El Estado soy yo”, supo afirmar el Rey Luis XIV de Francia, que llegó a considerarse un representante de Dios en la Tierra. Así, auto convencido y auto constituido en “Rey de Macondo” nuestro buen Intendente optó para lo futuro su no-participación en elecciones internas para su renovada candidatura como representante del legendario partido que antes lo llevara al triunfo. “¿Para qué gastarnos en internas inútiles si no existe candidato alguno que me pueda igualar?” “¡El partido soy yo!” Esta decisión no dejó de sorprender a muchas personas razonables que padecen dificultades para imaginar y comprender comportamientos irracionales. La estupidez se había entronizado en escena y bien se ha dicho que la estupidez es un lujo caro. Y es así que surgió un contradictor ambicioso y conocedor de los vericuetos de la política, que desde siempre usara como modo y medio de vida, postulando su candidatura a Intendente y exigiendo elecciones internas en el partido como lo establece su carta orgánica. Por cierto descontaba que “el Rey” fiel a su soberbia decisión anterior, no participaría. Mas el recién avenido tuvo el “tino” político de “anticipar” que se bajaría de la candidatura a Intendente si le nominaban como Diputado Provincial. Un buen intento de “cambiar figuritas” pergeñado para mantener inalterable su “modus vivendi”. Como era previsible, el “Rey” ya abducido por su irredimible soberbia desechó la intentona internista y formó un nuevo partido, propio, macondista, integrado por amigos y actuales cortesanos, en la certeza que igual le alcanzaría para arrasar otra vez en las urnas. Mas ahora y de repente la incertidumbre se hizo presente en Macondo y la mayoría de sus pobladores se preguntan si votarán al “Rey” con alguna seguridad de triunfo, cuando es promovido solamente por un grupo de amigos y fieles cortesanos macondistas y sin el aval de un partido político con entidad, que le aporte infraestructura y apoyatura económica y administrativa, a los niveles provincial y nacional. Ante este renovado y sorpresivo panorama pre-electoral los “macondistas opositores” que hasta tenían profetas de la derrota, como aquél dirigente sindical que expresara por televisión: “contra el Rey perdemos todos” y sólo le faltó agregar, “mandaremos al frente un perejil y en él descarguemos las culpas”, están ahora de fiesta y hasta decididos a unirse en la contienda porque el “Rey” otrora invencible, ha devenido “inesperadamente vulnerable”. Frente a esta curiosa e inefable realidad es muy probable que haya una elección reñida y muy disputada por la Intendencia de Macondo y también lo es que llegue a ganar él “mejor y más aceitado aparato electoral”. Y en ese menester y de estar unidos, los “muchachos...” cuentan con los mejores aparatos y expertos pilotos de tormentas, “punteros” que les dicen, amén de los consabidos “subsidios” de uso corriente. Y si en este escenario inusitadamente complejo, “nuestro Rey” es derrotado en las urnas deberá abandonar “la Corte” y se volverá a su casa -cómo el mismo lo acaba de decir- y probablemente recordando aquella famosa frase de Einstein: “Creo que sólo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, aunque de la primera no estoy absolutamente convencido.” Silas Timberman