El Paraná crece y preocupa
La creciente del Paraná alcanzará los tres metros en las próximas semanas. Los productores de islas trasladan sus animales y los clubes de la costa ya piensan en los costos que deberán afrontar. Defensa Civil prepara tareas por posibles evacuaciones. Los vecinos que sufren cada inundación están preocupados por el futuro.
La última creciente del río Paraná fue en 2007, alcanzó los cuatro metros y dejó un saldo negativo para muchos que sufren en carne propia los avances del agua, que arrasa con todo a su paso. Prefectura informó que el Instituto Nacional del Agua anunció que para mediados de noviembre el pico llegará a los tres metros, doblando las mediciones actuales, y no descartan que se alcance el nivel de alerta, de 3.40 metros.
En las provincias del Litoral comenzaron a evacuar pobladores y temen por las consecuencias que provocará la inundación. En San Pedro ya preparan el terreno para los trabajos.
Vaca en viaje
Luego de varias idas y vueltas, los productores ganaderos de la zona de islas arribaron a un acuerdo con la Municipalidad, del que participaron la Cooperativa Las Canaletas y el Consorcio de Gestión del Puerto, ante la inminente crecida del río. Desde hace unos días, en la sede de la Cooperativa del camino Juan Ismael Jiménez, trabajan sin descanso para evacuar las más de 25.000 cabezas que aproximadamente poseen frente a la costa. Hasta el momento trasladaron cerca de 10.000 animales, en distintas barcazas que se ocupan de hacer el trabajo. En la costa hay una máquina que la Municipalidad dispuso para facilitar la descarga. Una vez en el continente, la hacienda es trasladada en camiones jaula hacia campos donde permanecerán hasta tanto puedan volver a la isla, o bien serán vendidos frente a la imposibilidad que implica para muchos productores mantener un lote más de animales en el campo.
“Generalmente la gente vendió, porque no se puede mantener los animales acá arriba. 100 vacas significan 400 pesos por día de comida, más la gente, los fletes, es mucha plata; más si se tiene en cuenta que se termina malvendiendo”, relató un productor.
La situación lleva a que los precios de los insumos y servicios necesarios para los ganaderos aumenten por la demanda, que los precios de venta caigan y generen importantes pérdidas: “La mayoría termina perdiendo el cincuenta por ciento de lo que saca de la isla, tenemos que salir a malvender. Aumenta todo, pero se le disminuye al productor”, explicó otro ganadero. No falta, además, quienes aprovechan la emergencia y la necesidad del traslado urgente: “Un viaje vale aproximadamente 700 pesos. Pero hay quienes son oportunistas y se aprovechan. Algunos van a terminar pagando el doble para sacar sus animales”, agregó.
Otro tanto sucede con los apicultores, quienes evalúan las posibilidades para que no les pase lo que en 2007, cuando veían las colmenas boyando sobre los terraplenes, sin posibilidad de rescate.
Vecinos en alerta
Los habitantes de islas muestran su preocupación. Si bien hasta ahora no hubo mayores señales del avance del Paraná, los pronósticos de creciente ya ganaron espacio en las conversaciones cotidianas de los isleños: “Si lo que dicen es 3.40 metros, no va a ser tan complicado, un poco de tierra nos va a quedar, el tema es que si viene sudestada estamos listos, hay que levantar el piso o algo para que no nos gane el agua”, describió un residente en la zona de islas. En caso de que el pico supere lo anunciado, los isleños saben que deberán aprontar sus canoas para evacuar lo más que puedan, como los pocos animales que muchos de ellos poseen: “Chivos, ovejas y eso, todo en canoa, no queda otra”, relató otro sampedrino criado en la zona.
En los barrios del continente cercanos a la costa la creciente también suele hace su parte. La Tosquera y Bajo Tala sufren directamente los embates del Paraná ante cada aumento del caudal.
Los clubes expectantes
Los clubes y campings de la costa son otros de los actores que mayores consecuencias sufren respecto de la creciente. Noviembre es un mes en el que todos preparan las instalaciones con vistas a la temporada veraniega, para albergar a socios y turistas que aprovechan la época para concurrir con mayor asiduidad.
Las noticias de estas semanas los tienen preocupados, en la medida en que saben que ante cada suba importante del río habrá que hacer reparaciones que no se tenían previstas. Las playas se verán afectadas y nadie asegura que puedan recuperarlas para el verano si la situación se agrava. Los campings verían complicado ofrecer sus servicios si los niveles son más altos que lo normal. Las pérdidas pueden ser importantes y la ciudad podría ver mermar la afluencia de turistas, al menos la de aquellos que vienen a pasar la noche en lugares alternativos a los hoteles y que buscan en la ciudad el contacto con el río.
Alerta civil
Defensa Civil ya trabaja en el tema, contando con la experiencia de hace apenas dos años, cuando tuvieron una intervención importante. Juan Almada informó que en los próximos días darán a conocer un plan de acción para que en diciembre, cuando la creciente ya sea una realidad, todo esté bajo control. “Sabemos quiénes viven en cada lugar, a cuántos metros hay que evacuar, está todo bajo control, no variará demasiado de lo que hicimos hace dos años”, dijo el Secretario de Gobierno.