El Paraje Vuelta de Obligado en medio del olvido y del boom inmobiliario
El histórico paraje tiene actualmente 240 habitantes, pero los fines de semana llegan hasta 2.000 personas para disfrutar de la maravillosa naturaleza de su costa y conocer el lugar donde se desarrolló la histórica batalla. Los vecinos se sienten absolutamente abandonados por las autoridades sampedrinas y dicen que en casi una década, la única obra que allí se hizo, es una casilla para esperar el colectivo y “la construyeron mal”. Se quejan por la inexistencia de fuentes de trabajo, el ineficiente servicio de agua corriente, y la falta de seguridad porque dependen de la policía de Gobernador Castro. La contracara la ofrecen los altos valores de los terrenos y lotes, y el interés inmobiliario creciente por parte de inversores sampedrinos y porteños.
“Estamos olvidados, dejados a la buena de Dios”, dicen los habitantes del Paraje Vuelta de Obligado, esa porción de tierras privilegiadas por la naturaleza que se ubica contra la costa del Paraná, a 19 kilómetros del casco urbano de San Pedro.
El pequeño pueblo, formado alrededor del sitio histórico, donde hace 161 años se libró la famosa Batalla de Obligado parece haber quedado detenido en el tiempo. No es caprichosa la indignación que siente ese puñado de habitantes que apenas alcanza las 240 almas. Ni es infundado su reclamo, porque estiman que las autoridades del partido de San Pedro se han olvidado de su existencia. Según informó una chica adolescente, hija de una de las familias originarias del paraje y encargada de repartir las facturas de la luz, son 80 las familias que viven en las escasas manzanas que conforman una prolija cuadrícula.
“Sabían ustedes que Vuelta de Obligado estaba preparado para ser una ciudad como San Pedro?”, dice Ricardo Adrover, el propietario de uno de los dos restaurantes que existen en el paraje y quien llegó allí hace 7 años desde la localidad de Ramallo. Su historia es similar a la de muchos habitantes que hoy están asentados en esta zona. Se enamoraron de la belleza del lugar, y un buen día decidieron quedarse.
El comercio de Ricardo, “Lo de Richard”, tal como lo bautizó, es una especie de ramos generales. Además del bar y restaurante, tiene una proveeduría a la que incorporó por ejemplo, la venta de helados. En ese lugar se ubica también un teléfono público. “No tenemos farmacia. Yo soy el único que traigo gas, verduras, y les compro en San Pedro los medicamentos a los vecinos, sin cobrarles un peso. Hasta les traigo la factura para que sepan cuánto les costó”, confiesa el comerciante.
Pero uno de los problemas más graves de la localidad, es la falta de transporte.
La línea de colectivos de la Cooperativa Vuelta de Obligado es la única que llega hasta allí. Las viejas unidades son las que transportan a los chicos y docentes a la Escuela Nº 15, por eso sus horarios están acotados al funcionamiento de ese establecimiento. A las 8,15 horas, llega el primer colectivo y recién regresa al mediodía a retirar su pasaje. Pero esto sólo ocurre en épocas de clases. Después, el paraje queda aislado.
El auto de Ricardo es el único remis local, y mientras las agencias sampedrinas cobran $ 18 el traslado, él pide $ 15 y permite que varios habitantes compartan el viaje.
Los adolescentes que concurren al nivel Polimodal son los que más sufren la falta de transporte. Hay cinco chicos que diariamente, quedan a la deriva en la ciudad de San Pedro porque al terminar la jornada de clases, al mediodía, deambulan varias horas durante la tarde hasta que pueden regresar a su casa.
El otro problema sobre el que ahora recibieron una noticia algo más alentadora es la falta de agua. En el paraje hay un solo tanque con capacidad de 8.000 litros, que no alcanza para abastecer el consumo domiciliario y en verano, la escasez se agudiza. En una reciente reunión mantenida en el Ministerio de Desarrollo Humano de la Nación, el Secretario de Producción y Turismo, Norberto “Cachi” Atrip inició gestiones para conseguir un subsidio que resuelva este problema. Pero habrá que esperar.
Vuelta de Obligado no tiene destacamento policial y depende, como de tantas otras cosas, de la policía de Gobernador Castro. En innumerables oportunidades se prometió crear una sede, pero no hay todavía novedades. A la falta de seguridad, se le suma la inexistencia de fuentes de trabajo y de oportunidades.
Dicen que la única obra que la Municipalidad hizo en años, en este pequeño pueblo es una garita para aguardar el colectivo que todavía está en construcción. Pero la hicieron mal, exactamente al revés, porque está ubicada sobre la mano derecha, del lado donde arriban los colectivos. “La lógica es que la usen quienes esperan el colectivo para subir, pero para eso debería haber sido construida en la mano de enfrente”, explican los vecinos. La garita está en contramano y ahí quedará.
El abandono que sienten quienes viven en el paraje, se puede ilustrar con una sola anécdota. Cuentan los vecinos que hace unos meses, la presidente del Concejo Deliberante los convocó a una reunión a la que iban a asistir determinados concejales. Algunos, entusiasmados, pensaron que el objetivo era hablar de las tantas necesidades que han enumerado cientos de veces a las autoridades. Pero cuando preguntaron, los ediles les comunicaron que solamente querían consultarlos sobre la posibilidad de colocar nombres a las calles del pueblo que, hoy en día, se denominan sólo con números.
El despegue
inmobiliario
La contracara de este panorama desalentador que describen los habitantes del paraje, ubicado en el sector norte del partido de San Pedro, se puede observar con sólo dar un vistazo a la zona urbanizada. Al llegar, lo primero que impacta al visitante es la cantidad de carteles coloridos que han instalado dos inmobiliarias sampedrinas para anunciar la venta de casi todos los terrenos disponibles. Muchos de ellos, ya se han vendido aunque los carteles sigan allí.
“Hace unos años un lote costaba $ 5000 acá. Ahora valen tres veces más, por lo menos”, explican los vecinos.
Sobre la ruta, en la entrada a la localidad, la inmobiliaria Navinés colocó hace mucho tiempo un cartel en el que propone “Urbanicemos Vuelta de Obligado”. Esa firma, es la que posee la mayor oferta en el casco urbano que está compuesto por 86 hectáreas.
La Fundación Obligado cuenta con una gran cantidad de lotes en la villa, según sus habitantes es propietaria de un centenar que les fueron donados por antiguos habitantes.
La mayoría de ellos son alquilados a particulares para su usufructo y por precios que hoy son irrisorios.
Jorge Reingruber se radicó en esta zona hace 18 años, y construyó su casa en un terreno que alquiló a esta fundación. Se trata de un lugar privilegiado porque termina en la barranca que da sobre el Paraná y posee una vista panorámica inmejorable. La superficie es de una hectárea y abona por ella un alquiler de $ 1.800 al año. Allí construyó un bungalow para los turistas totalmente equipado y está edificando otro más. “El contrato es de alquiler pero el acuerdo incluye que el día de mañana podemos vender lo construido”, explica Reingruber.
La revalorización de ese sector, que es un verdadero balcón al Paraná, fue meteórica en la última década. Un terreno lindante al que ocupa Reingruber, que no llega a una hectárea, se vendió hace muy poco tiempo en u$s 40.000, pero también se incrementaron los precios en general, porque un lote sin vista al río puede costar más de $ 30.000. Recientemente se vendieron fracciones de manzanas enteras para luego ser loteadas. Mayoritariamente los compradores son sampedrinos, que han construido casas de fin de semana o de permanencia puesto que solo 19 kilómetros separan el paraje con el centro de la ciudad.
Por su parte, turistas que en otros tiempos visitaron el lugar, volvieron, pero esta vez como compradores de tierras. Dicen que los albañiles de la localidad desde un tiempo a esta parte no han descansado un solo día. Las obras de construcción de viviendas se multiplican y requieren de mano de obra de la zona. Reconocidos empresarios encomendaron la construcción de sus viviendas para descanso familiar durante los fines de semana en terrenos que promedian los 25 mts. x 50mts.
La preocupación de los habitantes, es que una gran porción de los mejores terrenos están usurpados desde hace años.
En una extensión de unas tres cuadras, se construyeron una hilera de viviendas precarias en el filo de la cresta de la barranca que por supuesto, serían tierras fiscales. El debate sobre la utilización de este sector de terrenos que deberían ser considerados de utilidad pública, todavía no llegó a Vuelta de Obligado. Al menos no como se ha instalado en San Pedro desde hace largo tiempo. Pero son muchos los vecinos que apuestan al turismo en el paraje y sueñan con un boulevard costanero similar al sampedrino. Dicen que el proyecto existe y existió pero ningún funcionario político puso manos a la obra para iniciarlo. Todavía recuerdan una promesa que hizo un mandatario hace años: “antes de irme, voy a cambiar la cara de Vuelta de Obligado para siempre”.
El boom turístico
La belleza inigualable de la costa de Vuelta de Obligado ha atraído desde siempre a los turistas, además del sitio histórico.
Pero los vaivenes políticos desencadenaron el abandono del camping mayor otrora modelo por sus comodidades y servicios, y los procesos naturales perjudicaron la enorme playa que terminó convertida en un mar de juncos y camalotes. Norma Cebrero está a cargo del camping más antiguo del paraje, el que durante muchos años se llamó simplemente Vuelta de Obligado y ahora se denomina Las Cuevas. Es una sampedrina que decidió tomar esa responsabilidad hace 13 años y desde entonces sigue apostando al lugar. Con su marido, invirtieron una suma importante de dinero en mejoras pero dice que nunca terminaron todos los proyectos que tenían.
“Creo que esta temporada va a ser muy buena. Por lo menos ahora la gente puede llegar hasta la playa porque limpiaron todo”, comenta.
En el mes de Febrero limpiaron la playa, desmalezaron y removieron la tierra arcillosa. Las necesidades siguen siendo muchas. Faltan carteles indicadores para los bañistas, guardavidas durante la temporada, vigilancia y seguridad. Además del mantenimiento general que hacen dos empleados municipales, cortando el pasto y limpiando las escasas instalaciones que están en el camping municipal, nadie más se ocupa de ese sector. Los acampantes sólo pueden utilizar los sanitarios durante los sábados y domingos porque el resto de la semana permanecen cerrados, y de las parrillas sólo quedan las estructuras de ladrillos, porque el resto ha desaparecido hace mucho tiempo.
La playa y sus peligros es uno de los temas más preocupantes porque ese sector del Paraná es muy profundo.
“Hay turistas que hacen fuego por cualquier lado, porque no hay ni un solo cartel que indique que está prohibido porque eso es una reserva natural. No es culpa de la gente, si no saben o nadie les indica”, dice Cebrero.
La queja generalizada de los habitantes del paraje en temas turísticos apunta directamente sobre el desempeño de la Dirección de Turismo sampedrina. “Hace unos años, yo mismo un día paré en la casilla que estaba en la Shell, en Mitre y Lucio Mansilla y que ya no está más. Le pregunté a la chica que atendía, qué había en Vuelta de Obligado y me dijo que no viniera porque en este lugar no había nada y estaba lleno de víboras”, explicó un vecino al respecto.
A pesar de semejante anécdota, los turistas siguen eligiendo este destino y la demanda de alojamiento es cada vez más intensa. Este crecimiento derivó en la revalorización económica de la zona, porque además de sampedrinos son muchos los porteños que han adquirido propiedades y construido sus casas de fin de semana en el paraje.
Los fines de semana largo, circulan en Vuelta de Obligado más de 2.000 personas cambiando radicalmente la fisonomía de la tranquila localidad.
Por eso los habitantes reiteran sus necesidades. “Son todos autos de lujo y camionetas 4×4 las que aparecen los fines de semana. Pero no tenemos grandes cosas para ofrecer al turista. Ni siquiera un cartel de bienvenida aunque los vecinos le hemos llevado a la Municipalidad el proyecto y hasta el presupuesto de lo que cuesta, que son $ 4.000. La gente llega acá y pregunta: dónde está Vuelta de Obligado?”.
“Queremos recordarle al Presidente que somos el lugar que figura en el billete de 20 pesos”
El próximo 20 de Noviembre se cumplirán 161 años de la Batalla de la Vuelta de Obligado. La población del paraje quiere capitalizar esa fecha para su beneficio y la excusa será la organización de una fiesta muy especial.
El Centro Tradicionalista “Héctor Rafael Obligado” estará a cargo de una gran fogoneada, desfile y jineteada en las que además de la fecha histórica, conmemorará los 11 años de la creación de ese grupo. Serán los días sábado 18 y domingo 19. La primer jornada comenzará a las 20,30 horas con la presentación de artistas locales y un “esmerado” servicio de cantina. El domingo habrá un desfile de honor a los caídos en la batalla, seguirá la jineteada con tres tropillas: Los Camioneros de Rubén Padrón de Lima, La Esperanza de Gustavo Noya de Portela, y Los Obligados de Jorge Rufache de Vuelta de Obligado. Coco Ayala y Roberto Flores serán los animadores de la fiesta.
La apuesta de los vecinos es invitar hasta al presidente de la Nación, Néstor Kirchner, para que asista al evento. El argumento es el gran valor histórico del paraje. “Queremos recordarle que figuramos en el billete de 20 pesos. Algo que no todos saben o recuerdan, porque hace poco lo dijimos y algunos concejales sampedrinos sacaron un billete para fijarse”, dicen.
Aunque las autoridades nacionales no asistan, los vecinos sienten que cumplirán su objetivo. Que su pedido de atención llegue lejos, para que quizá reaccionen los que están más cerca.
A metros del monumento histórico que recuerda la Batalla de la Vuelta de Obligado, se emplaza una pequeña construcción de adobe. Es la casa de Luis Batipeda, un ex empleado municipal que arribó a ese sitio en el año 1936.
“Papá era el cuidador del monumento. El limpió el lugar cuando llegó y a medida que limpiaba, fue encontrando restos de la batalla, balas de cañón y esquirlas…”, cuenta la hija de Batipeda, Marita, que nació y se crió en ese lugar y es ahora la única de los cuatro hermanos que sigue viviendo en la casa paterna. El viejo guardián del monumento, se jubiló en el año 77 y falleció en el 89. Desde entonces, ella es la única heredera de sus tesoros.
Con paciencia, todos los fines de semana, Marita coloca una pequeña mesa con un mantel blanco entre los dos viejos ombúes que separan el sitio histórico de la vivienda. Luego, ayudada por alguna de sus hijas, apoya sobre ese mantel un exhibidor de vidrio que contiene las viejas balas de cañón y los restos de municiones.
“El sueño de mi papá era crear un museo para Vuelta de Obligado. Yo quisiera hacerlo, pero no tengo dinero para construir o alquilar un local. Hace poco me dijeron en la Secretaría de Turismo que presente un proyecto a la Municipalidad. Yo digo que todo esto no es mío, no me pertenece, por eso quiero mostrarlo aunque sea a la gente, a los turistas que nos visitan”, dice esta mujer que es madre de 11 hijos, 8 mujeres y tres varones.
Resulta increíble que ese ritual, dependa sólo de Marita. Y que el único reconocimiento que obtenga sea el de las guías de turismo que llegan con micros desde Capital Federal u otras ciudades, o de la gente en general que estampan sus felicitaciones y recuerdos en un libro de actas que ella ofrece a los visitantes.