El nuevo pecado: “trabajar por quienes menos tienen”
Sra. Lili: Le envío esta nota para ser publicada si es posible. Me quedé con un sabor amargo después de leer la nota del Sr. Macchia, a la que
respondo desde mi humilde lugar de ciudadana.
Debemos felicitar al Sr. Macchia por el reconocimiento de la pobre elección que hizo la lista 253 y más aún que se la atribuya. ¿Dónde ha estado en el proceso de maduración en cuanto al ejercicio de elección? ¿Cómo puede decir que trabajar por aquellas personas que poseen poca capacidad de generar sus propios recursos es pecado? Cuando ellos mismos le han quitado la posibilidad de capacitarse, de crecer y de vivir dignamente. ¿Cómo puede decir que ha cometido un terrible pecado al trabajar por San Pedro? Todos cosechamos lo que sembramos, creo que hay un error de su parte ¿Por qué no se pregunta: ¿qué no he hecho? ¿En qué me equivoqué?
Sería una forma de demostrar algo de humildad y un ejemplo para sus seguidores, más aún para aquellos que son una pieza importante dentro del marco político por ser jóvenes, con ideas renovadas y ganas de hacer algo diferente.
Me parece que no trabajaron para ganar las elecciones. Implementaron un trueque que ya no da resultado, porque a las personas no les alcanza con que les regalen artículos, promesas, créditos para tapar baches, etc.
La precariedad social y la desocupación van de la mano de las carencias sociales individuales y de la familia, muchos de los barrios y asentamientos dan muestra cabal de ello, es una realidad innegable ¿Cómo es que no lo han visto?
El Sr. Macchia está muy cerca de aquellos que tienen la sartén por el mango, de los encargados de las políticas sociales, más allá de su loable tarea. Trabajar, ir en auxilio de aquellos que más necesitan no significa ejercer el asistencialismo, como lo han estado haciendo hasta ahora, sino que se debería ejercer la asistencia social que procura el desarrollo social y la inclusión. Hacen falta alternativas serias de contención y de inserción. Los jóvenes necesitan alternativas para romper ese círculo vicioso y abyecto y no alcanza con un subsidio de emergencia, un bolsón, unas chapas. Hace falta profesionales trabajando en los barrios para inculcar el beneficio de la educación, de los oficios y las profesiones.
El asistencialismo consiste en repartir mendrugos del presupuesto orientado a paliar algunas de las necesidades básicas imperiosas como un plato de comida, sin atender a las necesidades estructurales de la pobreza como el trabajo, la vivienda, la salud, la educación, la seguridad, etc.
En alguna parte leí que el “ASISTENCIALISMO” es algo así como el equivalente de la limosna que le da “el buen cristiano” al mendigo que pide a las puertas de una iglesia. Han institucionalizado la pobreza, al subordinar los derechos y reivindicaciones sociales a una limosna. ¿No se ha disfrazado la desocupación para consolidar una nueva herramienta de dominación popular a favor de los propios intereses?
Todos deberíamos reflexionar acerca de los motivos que terminaron por generar esta situación social. Pero también debemos ver con claridad que estos planes asistencialistas que se practican no solucionan el problema de la pobreza y la marginación, al contrario casi siempre son el resultado de manipulaciones de política electoral que atentan contra la dignidad de quienes sufren una injusta situación de carencia.
Siguen empeñados en demostrar que siguen asistiendo a los sectores más postergados, como si esto fuese demostrativo del éxito de una gestión social en el gobierno. Mientras Ud. se lamenta del trabajo y tiempo que ha dejado en San Pedro, se desnuda la ineficiencia de su gobierno en cumplir con el objetivo central de devolver la dignidad a las personas y recomponer el tejido social.
Matilde Carreras.