El Municipio puede definir el futuro de la Coopser
La Cooperativa cumple 15 años de concesión y debe participar de un concurso para renovar los 10 que le quedan. El Municipio no ha publicado la convocatoria y maneja con hermetismo el tema. Si se presenta otra distribuidora con menos costos aplicables a la tarifa, podría mutar desde el sistema solidario que implica una empresa social a una empresa privada donde sólo vale competir con el precio más bajo y muchas veces con peor atención.
Agosto transita sus últimos días y nadie habla de la Coopser, ahora que ya pasaron los seis meses de antelación con que el Gobierno municipal, el Concejo Deliberante y la Administración de la cooperativa deben cobrar un protagonismo activo para que los usuarios puedan tener la posibilidad cierta de un servicio de calidad, a buen precio y con la opción de elegir a través de sus representantes.
El contrato de concesión firmado en 1998 por 25 años prevé dos períodos denominados “de gestión”. Al término del primero, de 15 años, debe haber un concurso público en el que cualquier empresa está en condiciones de competir para comprar el tiempo de concesión que resta.
Desde el Gobierno municipal informaron que el tema “está en análisis” en la Secretaría de Hacienda, aunque los plazos ya comienzan a retrasarse. Según el contrato vigente, la Municipalidad debe “llamar a Concurso Público, iniciando las publicaciones al efecto y establecer el Régimen Tarifario”, algo que hasta ahora no se ha hecho, a pesar de la perentoria antelación de seis meses establecida con respecto al final del período de gestión, que vence el 30 de enero próximo.
Cómo son los pasos
El municipio debe conformar el pliego del concurso público bajo las bases previstas en el de concesión vigente. En ese sentido, el Estado local, como poder concedente del servicio, debe “asegurar la máxima transparencia y publicidad, y estimular la concurrencia de la mayor cantidad posible de interesados”, lo que significa que cualquier otra empresa de características similares a Coopser puede participar.
Ello genera cierta preocupación dentro del Consejo de Administración de la cooperativa, en la medida en que las grandes distribuidoras, como Eden, que tiene a su cargo el servicio en Baradero, pueden llegar a tener cierta capacidad financiera para soportar el concurso.
La Coopser deberá presentar en febrero, bajo sobre cerrado, el precio en que valúa la concesión por los diez años que siguen. Ese valor será conocido cuando se abran las ofertas del concurso, y en caso de que sea igual o mayor a las de los oferentes, permitirá la continuidad automática de la cooperativa al frente de la distribución de energía. Si fuera menor, “la concesión será adjudicada al oferente que hubiera efectuado dicha oferta económica”.
Esto significa ni más ni menos que el proceso que ya debería haberse abierto pone en duda la continuidad de Coopser como empresa concesionaria del servicio de energía eléctrica para el partido de San Pedro, en la medida en que habilita la participación de otras empresas que pueden disputarle el lugar.
Consultas
gubernamentales
La Asesoría General de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y el Oceba, organismo de control del servicio, habrían recibido una serie de consultas tanto del Ejecutivo como del Concejo Deliberante, que trabajan con cierto hermetismo alrededor del tema.
En ambos cuerpos gubernamentales y en la propia cooperativa saben que a las distribuidoras les podría interesar y que acaso Eden esté “al acecho”. En estricto off the record, algunos de los que están cerca de este análisis en los tres espacios sostienen que “son capaces de cualquier cosa con tal de quedarse con un negocio así”.
La preocupación mayor, por supuesto, la tiene la propia Coopser, en la medida en que como empresa sabe que esta es una instancia de riesgo para su negocio mayor, que es la prestación del servicio de electricidad para la población y el Estado local, con todo lo que ello significa.
Si bien la cooperativa ha diversificado sus prestaciones hacia el desarrollo de obra pública y los servicios sociales, la masa mayor de fondos que maneja sigue estando absolutamente ligada a esta concesión, sobre la que tiene la posibilidad de renovar por dos períodos de 30 años una vez cumplidos los veinticinco previstos, aunque luego de estos quince y en adelante cada diez deba someterse a este concurso público sobre el que nadie quiere hablar.
Coopser sí, Coopser no
Como la cooperativa pertenece a sus socios, que son todos y cada uno de los que tiene un medidor en la ciudad, la desventaja fundamental sería la imposibilidad de que el usuario pueda tener una participación directa en la gestión o en la decisión.
Aunque ello es así hace tiempo, especialmente desde que el sindicato de Luz y Fuerza logró posicionarse y ganar las elecciones del Consejo de Administración, momento desde que el ejercicio de la representación democrática y participativa que supo tener a la cooperativa como un espacio de debate muy importante se fue apagando.
Los memoriosos recuerdan con nostalgia aquellas épocas en que las elecciones en la Coopser concitaban la atención de toda la ciudadanía y en la que varias listas se disputaban la conducción en encendidas jornadas de discusión que propugnaban una participación sin precedentes en otros organismos similares en San Pedro.
Del lado de las desventajas, está la cuestión económica, puesto que ser socio de la cooperativa implica que el usuario pague en cada factura una cuota de capitalización que asciende al diez por ciento sobre lo facturado, lo que encarece claramente el servicio.
En otros distritos donde no hay cooperativas a cargo de la electricidad se jactan de que es más barato. En los que sí hay gestión de ese tipo lo hacen por la capacidad que tiene el usuario para modificar aquello que considera puede hacerse mejor. Por aquí, ambas situaciones están un tanto borrosas y ello genera nuevas dudas y poco debate.
El Concejo Deliberante decidió en sesión tener una participación mayor en la Coopser de lo que venía sucediendo en los últimos años. Los distintos bloques coincidieron en que es un tema en el que hay que meterse, y designaron al edil del Frente de Todos Mario Sánchez Negrete para la tarea.
En diálogo con La Opinión, ese concejal dijo que participa los jueves que no hay sesión en el HCD de las reuniones de Coopser, aunque sólo en la primera parte de cada encuentro, cuando debaten cuestiones inherentes al servicio eléctrico. “Luego ellos siguen con temas propios del funcionamiento de la empresa, por eso yo me retiro”, señaló.
Por qué discutir la cooperativa que queremos
La participación civil en la Coopser agonizó al ritmo de las periódicas elecciones en la que se desgastaban aquellos que por convicción hacían del concepto solidario una cooperativa que además de prestar el servicio de electricidad con eficiencia estaba dispuesta a incursionar en otras áreas para transformarla en un órgano de participación directa del socio (cada titular de medidor) en las grandes decisiones.
El espíritu de los hacedores de aquella comisión que se aventuró a buscar en la unión de fuerzas y la voluntad participativa desapareció en las últimas décadas, hasta que en última instancia la entidad quedó en manos del gremio que maneja con otros intereses la empresa que más factura anualmente y más gasta en sueldos y convenios que rigen desde el año 1995.
Un servicio eficiente, con deslices en los “lugares sensibles al poder”, dejando a los “enganchados” sin definir una política legal y solidaria que saque de la clandestinidad a los que menos tienen y una voracidad por el cobro de instalaciones rurales o industriales que en muchos casos ha hecho que quienes desean invertir terminen resignando su proyecto o lo trasladen a los emprendedores, como sucede por ejemplo en loteos para la clase media o fábricas PyMes, que en vez de encontrar un aliado se espantan ante los precios que a la larga se trasladan a los costos de producción.
A ello hay que sumarle que la entidad “cooperativa” también tiene en el puño centenares de juicios contra ciudadanos que por no haber pagado una obra pública han quedado con sus propiedades al borde del embargo por quien debería ser la primera en auxiliar a aquellos que no llegan con su presupuesto a afrontar estos costos.
Sucede que el retiro paulatino de los mecanismos de participación, la supremacía de los intereses propios de los últimos Consejos de Administración por sobre las necesidades colectivas de la población y el comportamiento de empresa sin consenso social dejan como recurso la intervención del Concejo Deliberante o el Municipio, como única variable de cambio para las décadas que se avecinan. Hoy el dinero sólo alcanza para sueldos, mantención y prestación de un servicio eficiente pero siempre tomando en cuenta que la caja de la Coopser se llena con el dinero que en concepto de capitalización pagan públicos y privados por igual: el 10 por ciento del total facturado, aunque se trate del mismísimo hospital.
La negativa histórica de la Coopser a cobrar la tasa de alumbrado junto a la factura de electricidad también es un escollo para la administración comunal que, paga el 100 por ciento del alumbrado público aunque los contribuyentes sólo devuelvan la mitad del dinero por el servicio prestado.
La Comuna paga siempre y a veces con retraso, porque la tasa es deficitaria. Tal vez una buena oportunidad de negociación pase por incorporar un pequeño troquelado para el usuario que pague la tasa junto con su factura de luz, forme parte de la decisión de renovarle la concesión o esperar a que se presenten otros para llevar adelante la distribución de energía dejando a la actual Coopser con su departamento de obras y el de servicios sociales.
Discutir la capitalización
Fue el primer intendente tras la última dictadura, Guillermo Farabollini, el que pateó el tablero y dejó la huella de que era posible: en medio de su gestión decidió desasociar al municipio de la Coopser para ahorrar esa cuota de capitalización y plantearle cara a cara a la distribuidora de energía que por el sólo hecho de ser una cooperativa no podían tener un comportamiento tan perverso como el de una empresa privada que se desentiende de “la cosa pública”, algo que hoy es analizado nuevamente dentro del Ejecutivo, aunque con algunas reservas, ya que el consenso no es total dentro del Gobierno.
Oscar Silva, tesorero de la cooperativa, informó a La Opinión que “el total del consumo de la Municipalidad en Kw por mes, de Coopser, es de 518.710 en alumbrado público, lo que significa 251.102 pesos mensuales, sobre la facturación de agosto”.
Es decir que por ello, en caso de dejar su condición de socia y no pagar el diez por ciento de capitalización, el Estado local podría ahorrarse unos 25.000 pesos mensuales, que bien podría destinar a cualquier otra cosa, más aún en tiempos de vacas flacas como los que corren, donde el municipio hace malabares con sus fondos luego de terminar el año pasado con uno de los mayores déficits de la historia.
La Municipalidad no es la única que analiza quedarse sólo con la condición de usuario para evitar la capitalización. Hay importantes empresas locales que compran electricidad a Coopser que han realizado consultas legales y evalúan la posibilidad.
Nadie tiene en claro qué hace la cooperativa con los fondos que cobra por ese ítem y hay empresas que tienen alto consumo que observan cómo cada mes pagan un diez por ciento que saben no recuperarían en caso de retirarse.