El maíz para “los chanchos”
Quienes piensan que la crisis del campo pasó al olvido, no imaginan el panorama que se cierne sobre la sociedad argentina en la próxima temporada. A la retracción en la actividad por temor a medidas inconsultas con el sector, se le suman la sequía y la falta de inversión. El precio del “yuyo” llegó a depreciarse por debajo de los 70 pesos el quintal.
El abordaje nacional de los problemas que enfrenta la Argentina, tiene la urgencia del reloj mediático electoral. Como en tiempos de Federales y Unitarios, el hombre del interior se ha replegado o ha caído en manos de quienes con capitales que no provienen del sector productivo apostaron a la soja, como en otros momentos lo hicieron en la especulación financiera, en acciones e hipotecas.
“Es plata sin amor”, sostienenquienes se han quedado con campos de escasa superficie en comparación con las hectáreas que exigen los pooles de siembra. Aquel chacarero conservador y minucioso en sus gastos que conocimos en la década del 70, es el mismo que se arrriesgó con las hipotecas en los 80, miró con recelo los 90 y encontró en el 2000 la oportunidad de hacer la diferencia con la soja y la devaluación del peso.
Castigado por las crisis y el clima, prefirió apostar a lo seguro y cuando lo hizo se desató la guerra gaucha. Con la Capital desabastecida, los hombres de provincia que sustentan las economías regionales salieron a la ruta a reclamar.
Los ciclos, para la producción no pueden medirse en apariciones mediáticas y tal vez sea ese el peor error de quienes desde el poder intentan pilotear la situación pensando que “todo pasará”. Nada pasará porque el tiempo en el campo extiende o acorta las horas de otra manera. La naturaleza es quien marca el ritmo del trabajo y ningún decreto puede reformar esa inversión a riesgo y a cielo abierto que no puede solucionarse promoviendo un plan como los que tratan de alentar a la industria.
Esta semana el llamado de un productor sonó absurdo en principio, lógico al razonar y cruel a la hora de ver cómo después de meses de espera, el destino del producto de la tierra llegará sólo como alimento para los porcinos.
“El maíz será para los chanchos”, con esa premisa llegamos a la zona de Colegiales, donde el Lunes por la tarde la cosecha entera de maíz se enfadaba para venderla a 60 o 70 pesos por rollo, después de una de las sequías más prolongadas en el transcurso de los últimos 70 años.
Había que ver las caras, de quienes desde el llano contemplaban el trabajo de las máquinas y los trabajadores rurales, acumulando el rastrojo para destinarlo a alimento para animales. Todo un período de cosecha perdido.
En el mismo lugar, un lote de soja sobrevive con el peor rinde y sin demasiadas perspectivas de mejoras, a menos que la lluvia se decida a otorgar mayor cantidad de milímetros. Hasta ayer por la tarde sólo se registraron en los pluviómetros entre 11 y 13 Mm. según la zona.
Será al promediar el año cuando en verdad el poder central sienta el impacto del desastre que desató con el enfrentamiento con un sector que siempre le buscó la vuelta a la supervivencia, pero jamás pudo manejar sus variables de producción porque depende de los premios y castigos de la naturaleza. Ni el mejor híbrido o la investigación genética, pueden garantizar una campaña exitosa.
Lo que viene
Cuando culmine esta temporada y los rindes no lleguen a la caja en forma de recaudación comenzarán los problemas serios. Los chacareros desocupados, volverán a protestar o castigar con las herramientas que poseen, alquilando sus predios y garantizándose una mínima renta que les permita subsistir degradando a una de las más nobles profesiones que existen: extraer y devolverle a la tierra lo que esta necesita, rotando cultivos para cuidar el valor inmobiliario y no entregarlo a quienes depredarán la riqueza del suelo para migrar luego a inversiones más rentables.
Las fotos son sumamente claras. En el establecimiento de una familia de productores rurales, el maíz fue un fracaso y la soja –con suerte- un paliativo como para volver a encarar siempre y cuando llueva.
Las pérdidas que notará la caja recaudadora
Con el afán de las retenciones que se vivieron durante los años post devaluación, el Gobierno piensa que el hombre de campo “ya ganó lo suficiente” sin tener en cuenta que con ese dinero tuvo que pagar las deudas del pasado e invertir para poder competir en nuevas tecnologías.
Por cada hectárea de maíz que se convierte en fardo de comida para animales se pueden obtener un rinde de 80 quintales por hectárea. Ahora, que todo se echó a perder, apenas si juntarán 14 rollos por hectárea, lo que significa 980 pesos. Ese mismo productor tuvo de costo en semillas, fertilizantes, abonos, etc. 1256 pesos. En esa ecuación no sólo pierde 1820 pesos, sino que además deben abonar el 40% en concepto de alquiler del campo. O sea, de los 980, quedarán 588 pesos. Todo sin contar el personal a cargo, que en el caso testigo es de dos personas más tres integrantes de la familia.
El estado sufrirá también su perjuicio ya que no podrá aplicar retenciones sobre las pérdidas. Es decir, para la caja K, queda cero.
Un buen rinde de soja se estima en 28 quintales promedio. En esta cosecha, con suerte y lluvia mediante, llegarán a los 15 o 20 por hectárea. Aquí los costos fueron sólo de semillas e inoculantes, ya que ante las malas perspectivas y precios altos decidieron no fertilizar. Ese cereal tampoco dejará los montos pretendidos en retenciones ya que se licuarán al ritmo de la manutención de quienes esperaban con ansiedad su cosecha.
Con este panorama, Marzo será clave para el sector que si decide alquilar a las compañías monopólicas o a los “de la abundancia”, una salida segura para no someter a la familia al trabajo y dejar de generar la mano de obra que el partido de San Pedro necesita para sostener su economía local que no se sustenta sólo del turismo.
En cuanto a mano de obra, lo peor vendrá con la esperada batata. La sequía devastó esta producción que ofrece mano de obra intensiva, salvo aquel que tiene el privilegio de un sistema de riego.
En el caso de la guinea, la mayoría no alcanzó a sacar la paga de la caña y tuvo que adelantar “la corta”.
Explotación desleal
Es habitual encontrar trabajadores en negro en muchos montes y campos para agricultura extensiva. Quien más quien menos, cuenta con algún guiño del Sindicato como para sostener las fuentes de trabajo. Ahora muy distinto es lo que pasa en varios establecimientos cuyos nombres asombran a cualquier paisano. Allí decenas de obreros fueron traídos de otras provincias, la mayoría de Santiago del Estero, para realizar la extenuante tarea de desflorar el maíz para recuperar la semilla. Con un solo proveedor permitido para ingresar al sector de casillas de chapa que se encuentran al rayo del sol, pueden adquirir mercadería a razón de 20 pesos por día. Han llegado a pagar 10 pesos por un bidón de jugo de dudosa calidad. Cuando salieron de sus provincias, la cooperativa que los trajo en colectivo les prometió honorarios de 1200 por hectárea terminada. Imagina el lector lo que es desgranar una hectárea de maíz. Pues bien, este grupo de trabajadores que ya no tiene la libertad de volver a su lugar de origen, recibió como primer mensaje que el pago sería de 1100 y sólo 16 pesos por día para la comida. Algo que suena muy normal en los tiempos que corren para que no se hagan las denuncias en los organismos competentes y evitar inspecciones. Pero esa no es toda la desgracia. Estos confiados peones se encontraron de la noche a la mañana con máquinas para proceder al enfardado porque la labor que hacían no estaba arrojando los resultados esperados. Ahora reciben sólo 200 pesos y con ello tienen que vivir, sin otra expectativa que aguardar el regreso a sus hogares, cuando quienes los contrataron decidan culminar la tarea. En otros tiempos esa modalidad se llamaba: EXPLOTACION. Ahora es ESCLAVITUD. En la Argentina de hoy, es una práctica habitual que conlleva a la competencia desleal, entre los grandes muy grandes y los que intentan seguir con su actividad controlados permanentemente por organismos de de contralor.
Se pide se extienda la emergencia
En la tarde de ayer, se reunió de urgencia la Mesa de Emergencia Agropecuaria con un claro objetivo: pedir ayuda. La ciudad poseía la resolución de Emergencia agropecuaria, que venció el 31 de Diciembre y no fue extendido aún por el Gobernador Scioli. Es por esto que las entidades y los representantes gubernamentales trataron de encausar el tema y armar una posición conjunta a presentar a las autoridades.
“Estamos peleando por sobrevivir” afirmaron los Presidentes de Federación Agraria y la Cámara de Productores y Embaladores, Norberto Mitelsky y Jorge Taurizano (respectivamente). Además, coincidieron en que este será un año negro para el campo, que bajará la producción, se perderán trabajos y que San Pedro dejará de ser una población basada en el trabajo rural.