El lío de los argentinos en la canonización del cura Brochero
El párroco Héctor Molfesa regresa el viernes a San Pedro tras participar de la canonización del Cura Brochero junto al Papa Francisco. La emoción, la experiencia, “el lío” y el agradecimiento fueron parte de su charla con La Opinión. El domingo estuvo en una misa local una mujer que lleva el apellido del santo y es nieta de un primo hermano. El hombre que hizo milagros desde Cruz del Eje montado en una mula escribió un capítulo en la historia mundial de una Iglesia que lo describe aferrado a los más humildes.
Me entere que venía a Roma el 4 de agosto, el día del Párroco, en la celebración que hacemos todos los años, después de la misa, una cena a la canasta que siempre hace el cura con la comunidad parroquial. Me sorprendieron con este regalo de poder venir a la canonización del Cura Brochero”, dijo el lunes el sacerdote Héctor Molfesa cuando La Opinión logró comunicarse con el hotel donde estaba alojado, en cercanías de El Vaticano.
“Llegamos el día jueves pasado y lo primero que hicimos fue una visita a Asís”, relató. El primer encuentro conmovedor fue el sábado en la Iglesia Virgen Dolorosa, donde la comunidad argentina trabaja y organizó una misa que “fue presidida por el Obispo de Cruz del Eje, Monseñor Olivera, donde está Mina Clavero, Cura Brochero y toda esa región”. Contaron con la presencia de 20 obispos, más de 170 sacerdotes argentinos y un grupo de laicos peregrinos.
“Fue un encuentro muy fuerte, espiritual, muy festivo para nosotros. En primer lugar por todo lo que significa un santo argentino, que nació en Argentina, que se ordenó sacerdote en Argentina, desarrolló toda su vida y su testimonio en Argentina; es decir, un hombre bien nuestro, bien de tierra nuestra”, señaló el párroco del Socorro.
Molfesa destacó el hecho de que Brochero ha sido un sacerdote, como él, y que haya sido proclamado oficialmente “patrono de todos los sacerdotes argentinos”. En ese sentido, explicó: “Es muy fuerte porque muchas veces los testimonios y los santos en la Iglesia parecen como medio inalcanzables o medio lejanos o en su gran mayoría europeos”.
Un domingo para “hacer lío”
Héctor Molfesa compartió con los sampedrinos la descripción de su presencia en la plaza de San Pedro. “Fue muy agotador, porque la misa comenzaba a las 10.15 de la mañana”. Ubicado a 30 cuadras, él y su grupo se levantaron a las 4.00 de la madrugada para llegar a horario al altar para concelebrar la misa.
El Papa presidió la misa y los concelebrantes fueron cardenales, obispos y sacerdotes. “Comúnmente en la Iglesia del barrio, del pueblo, uno ve que los sacerdotes concelebran la misa con algún monaguillo, con un cura, con un diacono; bueno, en dimensiones más grandes, estuvimos concelebrando con el Papa 1500 sacerdotes, 200 o un poco menos de la Argentina, y el resto de distintas partes del mundo, ya que se canonizaba, no solo al cura Brochero, sino a seis beatos más de distintos países”, relató.
Allí confesó que cuando escucharon el nombre de José Gabriel del Rosario Brochero “empezó la hinchada Argentina las banderas, los banderines, emocionante. Hicimos lío”.
El padre Héctor estaba a diez o quince metros del Papa Francisco. “No me contenía, levantaba mi gorrita blanca que tenía y levantaba los brazos y gritaba junto con la gente, levantábamos los brazos y cantábamos, era tanta la felicidad”.
No era para menos: la imagen del cura Brochero, “que está en poncho, en sombrero, arriba de un caballo cruza con mula” se veía “en una gigantografía en pleno Vaticano”.
“Uno puede sentir que los santos o los curas son también aquellas personas que han estado al lado de la gente, en el medio del campo, del frío, de la helada, de la lepra, bueno del día a día, del sufrimiento cotidiano, de los más pobres, de los que más necesitan, que alguien tan cercano a ti haya llegado a los altares es un escalofrío muy fuerte, muy importante”, señaló respecto a un momento inolvidable al que sólo comparó con la presencia de mexicanos que acompañaron la canonización de un niño mártir en defensa del cristianismo.
El lío del lunes
Molfesa cumplió 27 años como sacerdote y el lunes, cuando habló con este medio, destacó otro momento de gran contenido emotivo que había vivido esa mañana.
“Tuvimos una misa muy emotiva, casi te diría que yo la viví con más emoción que la del domingo”, contó. Fue dentro de la propia Basílica San Pedro, en uno de los altares principales y solo para argentinos.
“Una misa argentinísima cantada por un coro que vino de la diócesis de Cruz del Eje y de Córdoba. Fue una fiesta, realmente hicimos lío dentro de la Basílica y si el Papa Francisco, que no lo pudimos ver, escuchaba detrás de alguna ventana o alguna puerta, realmente era un clima de alegría”, agregó.
Molfesa señaló que el resto los miraba “como admirados, sorprendidos de la misa que estábamos compartiendo los argentinos. Ese fue el broche de oro de la fiesta”, aseguró.
A mula entre las sierras
“Ya el diablo me va a robar un alma”, decía el “cura gaucho” José Gabriel del Rosario Brochero mientras recorría montado a una mula toda la zona del Valle de Traslasierra. Su vocación especial por los pobres y alejados, a quienes buscó para acercarlos a la vida espiritual, y la lucha por mejoras para su territorio lo mostraron en su faz política, estrechamente vinculada a sus convicciones contrarias a la opresión.
Nació cerca de Santa Rosa de Río Primero, en la provincia de Córdoba, el 16 de marzo de 1840. Era el cuarto de diez hermanos, creció en el seno de una familia dedicada a las tareas rurales.
Fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866. En 1869 fue puesto a cargo del Curato de San Alberto, que comprendía más de 4000 kilómetros cuadrados y sólo 10.000 habitantes que vivían en la indigencia en lugares distantes, sin caminos y sin escuelas.
Su obra incluye la construcción de la casa para las religiosas, el Colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes, la apertura de más de 200 kilómetros de caminos que dieron origen a la fundación de varios pueblos, la instalación de oficinas de correo y telégrafo, la proyección de un ramal ferroviario…
El cura Brochero había sido proclamado beato hace tres años. Ahora se le reconoció otro milagro. En los dos casos fueron un niño y una niña con problemas de salud muy graves, que atribuyeron su sanación milagrosa rezándole al cura Brochero.
La sampedrina de la familia Brochero
El sacerdote Sebastián Zagari recibió en la misa de la tarde del domingo la presencia de una nieta del primo hermano del cura Brochero en la parroquia Nuestra Señora del Socorro. Frente a la imagen del santo canonizado esa misma mañana, vivió un momento emocionante cuando portó las velas encendidas entre una importante cantidad de personas presentes en el cierre de las celebraciones que habían comenzado la semana pasada.