El juicio por el asesinato de Tiara Lozano será en agosto
El único imputado en la causa es el padrastro de la niña de 1 y cuatro meses, Mariano Casas. Permanece detenido en Junín desde mayo del 2014, cuando la autopsia reveló que la niña había sido brutalmente golpeada. Podría recibir hasta 25 años de prisión.
El viernes 16 de mayo de 2014 hacía frío y era de noche cuando Mariano Casas apareció desesperado en medio de la oscuridad y con Tiara, de un año y cuatro meses, envuelta en una frazada. Corrió desde Hermano Indio y Saavedra hasta 25 de Mayo y Ayacucho donde trabajaba la madre de la niña. Tuvo tiempo para inventar una coartada y de esa manera ocultar, una vez más, los golpes que le había propinado a la bebé.
La niña no se movía y a los gritos, Casas sólo le explicaba a quién era por entonces su pareja que la pequeña no respiraba porque se había “ahogado” con algo después de comer. Mentira.
Tiara Lozano había sido salvajemente golpeada por el reconocido jugador de fútbol que supo vestir las camisetas de Banfield y Defensores Unidos, que ese día había tenido que quedarse en la vivienda familiar al cuidado de la niña y sus dos hermanos: Keyla y Dylan, también menores de edad.
La investigación llegó a su fin y durante el mes de agosto Casas deberá enfrentar a la Justicia. Ese día se conocerá cuántos son los años que deberá pasar en la cárcel purgando la pena por el asesinato de Tiara Lozano a la que le arrebataron la vida cuando apenas había empezado a transitarla porque nadie supo escuchar ni ver los rastros que la violencia supo dejar marcadas sobre el cuerpo y la memoria de esta criatura.
Se espera que sobre el único acusado caiga la máxima pena que podría llegar hasta los 25 años de prisión.
“Por eso vamos a luchar, para que reciba la máxima pena”, dijeron a este semanario familiares de la menor y no descartan convocar a los vecinos de San Pedro para pedir Justicia por Tiara.
Qué pasó en la casa familiar
A las 18.00 de ese fatídico viernes de mayo Moira Lozano, madre de Tiara, dejó en su vivienda a sus tres hijos al cuidado de Mariano Casas porque debía presentarse en la parrilla en la que trabajaba. Tenía previsto volver a las 22.30, por lo que Casas debía preparar la cena, bañar a los menores y arroparlos para que duerman.
Eso no pasó. Moira se retiró del hogar para cumplir con sus obligaciones y en la vivienda se vivió el horror del que sólo fueron testigos los hermanos de la niña: Dylan y Keyla de 6 y 4 años, respectivamente. El mayor aportó su testimonio a través de Cámara Gesell y pese a que tuvo imprecisiones típicas por su edad, no dudó al momento de describir cómo fue la golpiza con la que Casas acabó con la vida de su hermana.
Las palabras fueron corroboradas por las pericias que revelaron datos escalofriantes sobre la muerte de la menor. En el expediente obra que Tiara sufrió la fractura de su pelvis producto de una gran fuerza aplicada sobre la cadera; además detalla que se observaron una multiplicidad de lesiones cronológicas, todas por maltrato intencional o descuido. Tiara presentaba, además, fractura del hueso ilíaco derecho correspondiente a lesiones vitales producidas también en vida y hematomas en sus extremidades tales como la cara interna de la pierna izquierda, el antebrazo izquierdo, el posterior del muslo izquierdo y una cicatriz de unos 10 centímetros de longitud en el antebrazo derecho, que llevaba consigo desde hacía un tiempo al igual que otra sobre la cadera derecha. A su vez mostraba hematomas en la región lumbar, en la cara posterior del tronco y región derecha de la espalda y una inflamación sobre el rostro.
Resulta escalofriante relatar una vez más el salvajismo con el que Casas golpeó a la niña que cuanto mucho puede haber llorado extrañando a su madre, por hambre o por necesidad. Nada que justifique la brutalidad con la que el imputado en la causa accionó. Cabe recordar que no fue la única vez que Tiara ingresó al Hospital con golpes, fue la última y le costó la vida, por eso su familia paterna criticó fuertemente a la UCEFF que no intervino para evitar que estos episodios vuelvan a repetirse.