El femicidio de Natalia Duarte evidenció fallas en el sistema de protección a las víctimas
La enfermera municipal fue asesinada por su expareja, Walter Brizuela, quien la baleó y luego se quitó la vida. Dos semanas antes, lo había denunciado en la Comisaría de la Mujer. El lunes, una marcha exigió que se respeten los protocolos vigentes, que los organismos que deben intervenir parecen desconocer.
“Ni una mujer menos, ni una muerta más”, reclamaron las más de 100 personas que el lunes marcharon desde la Peatonal hasta la Comisaría de la Mujer para exigir justicia por el femicidio de Natalia Duarte, de 43 años.
La enfermera municipal, que se desempeñó en el hospital, el centro de salud de Las Canaletas y desde hacía poco en el centro de atención primaria de Vuelta de Obligado, fue asesinada el jueves por Walter Brizuela, quien había sido su pareja durante 14 meses y del que se había separado varias semanas atrás, antes de denunciarlo por violencia de género.
Por el caso, hay dos causas penales. Por un lado, el crimen femicida, resuelto puesto que el autor del homicidio por razones de género se quitó la vida inmediatamente después de ultimar a su víctima. Por el otro, una que intenta dilucidar por qué la denuncia que Natalia Duarte radicó el 18 de enero en la Comisaría de la Mujer nunca llegó a Fiscalía.
Además, habrá que establecer y asumir las responsabilidades políticas que les caben a aquellos que tienen atribuciones para hacer cumplir el protocolo vigente por ordenanza –del que La Opinión reproduce una guía para recortar y conservar, en página 8– que falló en esta como en tantas otras veces, con una diferencia: mataron a una mujer.
Jueves fatal
El día en que fue asesinada, Natalia Duarte había ido a trabajar al centro de salud de Vuelta de Obligado. Alrededor de las 18.30 estaba sentada frente la plaza, con su trajecito azul, esperando el colectivo. Vecinas que la veían por primera vez le dieron la bienvenida. Al subir, ayudó a una chica a subir el cochecito de su bebé.
Por la mañana había atendido a un turista al que se le bajó la presión. Cuando, casi a las 20.00, iba llegando a la terminal, su paciente la saludó desde la calle. Al bajarse, le pidió al chofer que saludara a un médico amigo. De ahí, fue a su casa en la zona de Ayacucho y Sargento Selada.
Antes de las 21.00 se dio la alerta del crimen. La policía se encontró con su cuerpo de espaldas, en la entrada del baño. Tenía siete disparos en total. Dos en el rostro, cuyos proyectiles no fueron retirados durante la autopsia; otros dos en el cuerpo, uno de los cuales habría sido el primero y fatal, en el corazón; los otros tres los recibió de espaldas y las pericias ilustran que fueron con un arma calibre 38, distinta a la calibre 32 de los otros cuatros, y descerrajadas cuando había caído boca abajo tras los otros impactos de bala, como para rematarla.
El cuerpo de su femicida, Walter Brizuela, oriundo de Baradero y de 45 años, estaba a un costado, con un disparo en la sien que se descerrajó él mismo tras asesinar a Natalia, con el 38.
No está acreditado si Brizuela entró antes o después que su víctima a la vivienda que durante un tiempo compartieron. Las hipótesis son que pudo haber entrado cuando ella ya se había sacado la ropa para entrar a la ducha o bien que estuviera escondido, esperándola.
Una denuncia de la que nadie se hizo eco
Natalia Duarte y Walter Brizuela rompieron su relación a instancias de ella. Nadie sabe los pormenores. Quienes los conocieron aseguran que siempre se los vio bien. En el barrio nunca se escucharon gritos, peleas ni supieron de agresiones.
El 18 de enero, ella fue a la Comisaría de la Mujer a radicar una denuncia. Allí expuso que dos días antes, su expareja, que no aceptaba el fin del vínculo, había ido a su casa y discutieron. En esa discusión, él, por primera vez, se puso violento. Muy violento. Destrozó elementos de la vivienda, la tomó del cuello y casi la golpeó. Ella logró zafar y corrió hacia la calle, camino a la casa de un vecino de enfrente. Ante ello, él se fue.
El comenzó a hostigarla a través de las redes sociales y vía Facebook. Llegó a crear un perfil trucho con el nombre de ella en el que posteaba fotos juntos con leyendas del tipo “extraño a mi hombre” y hasta difundir que era portadora de HIV, lo que era falso.
El día antes de matarla, Brizuela llamó al centro de salud de Vuelta de Obligado, como ya había hecho al de Las Canaletas. Quería saber dónde estaba, a qué hora trabajaba. “Exigía saber cuándo estaba Natalia. Se hizo pasar por un cobrador de un club”, contó su prima, Verónica.
Le hizo saber a Natalia que la buscaban y ella le envió un audio vía WhatsApp que fue premonitorio. “Por favor, les pido, les ruego, les suplico que no den información” sobre su paradero, comienza el audio en el que la enfermera agrega: “Yo me peleé con la persona que estaba y tuve que denunciarlo porque me pegó”.
“Ya no sé qué hacer. Creó un Facebook a nombre mío. Todo mal, mal, mal, mal. Nunca hubiera pensado que iba a terminar tan mal”, finaliza en el audio. A su exmarido, padre de sus hijos, le había enviado un mensaje similar.
La Fiscalía, que podría haber actuado ante la denuncia, nunca recibió el acta, aunque lo establece el protocolo, que también dice que debe informarse a la Unidad Central de Fortalecimiento Familiar (Uceff) para que evalúe la necesidad de asistencia psicológica o social y analice si el caso es riesgoso.
Desarrollo Humano, área de la que depende Uceff, nunca se enteró de la denuncia. Cuando se conoció la noticia del femicidio, su titular, Karina Chiarella, comentó entre sus allegados: “Qué desastre”, como si este tipo de casos le pasaran de largo a sus competencias como funcionaria.
Natalia Duarte había solicitado una medida de exclusión perimetral. La Comisaría de la Mujer envió el acta al Juzgado de Paz local, que hizo lo propio al de Arrecifes, ya que había feria judicial. La medida fue dictada, pero en la Comisaría no pudieron comunicarse con el teléfono de Brizuela para notificarlo.
Pudo haber pasado que si todos los pasos protocolares se cumplían, el desenlace fuera el mismo. Pero hubo fallas en el sistema, por lo que la Fiscala Viviana Ramos reúne información para la causa que procura investigar por qué falló la contención.
La titular de la UFI 11 lamentó que San Pedro no cuente con un Centro de Atención a la Víctima, como el que funciona en San Nicolás, donde psicólogos, médicos y trabajadores sociales asisten de inmediato a quien denuncia, lo que permite elaborar un informe que puede dar cuentas de la gravedad del caso, y aseguró que sería mejor reclamar por un organismo como ese antes que por un Juzgado de Garantías.
Una marcha que no fue una más
Como en las convocatorias de Ni una menos, aunque con menos presencia de vecinos que en aquella primera, multitudinaria, en su mayoría mujeres marcharon el lunes desde la Peatonal a la Comisaría de la Mujer. La caravana la encabezaban familiares, amigas y compañeras de trabajo de Natalia.
No se vio, como en la marcha por el policía Nelson Lillo, a concejales oficialistas que en aquella oportunidad se abrazaron compungidos con la familia de la víctima. Sí había ediles opositores, que no habían ido a la otra movilización. Como si uno y otro asesinado tuviesen connotaciones políticas distintas y no fueran vecinos, amigos, hermanos, madres, hijos. Hasta empleados municipales eran, después de todo, los dos. El gobierno decretó 24 horas de duelo por Natalia Duarte, 15 horas después de su femicidio, y asueto sólo para sus compañeros y compañeras del área de Salud. El intendente no fue a su sepelio, porque ya estaba de vacaciones.
Las organizaciones feministas que convocaron a la marcha leyeron un extenso documento en el que repasaron las reuniones que desde 2014 mantienen con los distintos gobiernos locales para pedir que haya políticas serias que eviten casos como este.
La exconcejala Noemí Bordoy, impulsora de la ordenanza del protocolo, lamentó que nunca se hayan hecho eco de esa tarea, y, como todos, responsabilizó al Estado, que en el ámbito local encabeza el intendente Salazar. El gobierno le respondió con un encendido Silvio Corti diciendo que “sangró por la herida” de no haber sido incluida en la lista de concejales de Cambiemos, como aseguró que eran sus intenciones. Casi un gesto de maltrato y minimización para con la mujer que fue pionera en el trabajo de difusión y concientización sobre violencia de género. Ella misma fue una víctima. No hubo un solo anuncio que apunte a recuperar terreno o controlar que se cumplan los pasos obligatorios y al refuerzo que necesita la Comisaría de la Mujer que no tiene ni patrullero ni personal.
Natalia Duarte fue asesinada por su expareja. Y eso no se va a modificar en pequeñas roscas inconducentes.
PROTOCOLO PARA VÍCTIMAS DE VIOLENCIA