El extraño mundo de Daniel
Esta semana lanzó un nuevo subsidio a la niñez, mientras los responsables del Hogar Gomendio reclaman los fondos prometidos que no llegan y se suman a los problemas que tienen otras instituciones con las promesas de dinero por parte de la provincia. Los portuarios reclaman, pero los productores rurales son los que obtienen resultados. El enrarecido clima económico político de la gestión Scioli.
Daniel Scioli sonríe al anunciar que su proyecto político está en la provincia de Buenos Aires y que necesita un nuevo período para cumplir con lo que tiene planeado. Dice así que iría por la reelección en la gobernación y no competiría por la presidencia. No competiría, entonces, con su jefe político, Néstor Kirchner, que piensa en 2011 más allá de cualquier encuesta o impresión negativa que puedan aparecer públicamente. Para no contradecir al que tiene la llave de la caja, Scioli bajó su perfil y se refugió en La Plata, esperando que el gesto le permita evitar el horizonte de los patacones que lo amenaza.
Que la situación presupuestaria de la provincia es crítica ya no es novedad. Entre 5.000 y 10.000 millones de pesos será el déficit del ejercicio 2009. Las obras públicas se frenaron hasta 2010, los municipios temen por la coparticipación y esperan que el clima no se complique en los tres últimos meses del año. Para ello, mantienen conversaciones con ministerios y operadores en procura de evitar en conjunto una debacle provincial que tendrá un efecto dominó que podría ser devastador para los intendentes.
El enigma Scioli aumenta a medida que pasan las semanas y las complejidades de la gestión cotidiana se mezclan con anuncios como el de la tarjeta niñez, que llevará 100 pesos a cada niño que nazca a partir de octubre en el seno de una familia en situación de vulnerabilidad social (ver Nueva tarjeta) y por otro lado no cumplen con el dinero que debe girar a instituciones intermedias que sostienen centros de asistencia a población vulnerable (ver Scioli le debe…).
Por otra parte, esta semana se fortalecieron las versiones que indican que el gobernador pagaría con bonos a proveedores de hospitales, comedores escolares y PYMES de la construcción. El descontento no tardó en tomar estado público y la provincia analiza cómo implementar formas que le permitan seguir cumpliendo con las obligaciones, hacer buena letra con la Nación y garantizar los compromisos asumidos con las municipalidades.
La reforma tributaria prometía pensar en un futuro sin patacones ni guiños constantes al kirchnerismo, pero el campo y los portuarios pusieron contra las cuerdas al gobernador.
Si bien aún no está oficializada la resolución, el conflicto portuario podría tener un avance esta semana, que permitiría a la casa de gobierno en La Plata descansar del enfrentamiento con un sector que se despertó cuando nadie lo esperaba. Las reuniones de los portuarios fracasaron y sus voceros manifestaron que siguen “en estado de alerta” y a la espera de una nueva reunión que esta semana encamine la cuestión.
Aun así, los productores rurales –que se ven afectados, en principio por el aumento del impuesto inmobiliario que gravará sus propiedades– también pusieron entres sus preocupaciones al polémico artículo 26, que grava los movimientos de mercaderías en los puertos. Es que esos gravámenes los deben pagar quienes exporten, importen y muevan cargas de puerto a puerto y buena parte de quienes hacen esa tarea son productores rurales que utilizan los puertos para el movimiento de cereales y frutas que producen en sus campos.
Por eso mantuvieron una serie de reuniones con el Ministerio de Producción bonaerense para presionar por el veto del artículo. Si bien productores rurales y empresarios y trabajadores portuarios coinciden en que su pedido de máxima es el veto del artículo, no desestimaron aceptar una posible suspensión que el gobierno habría ofrecido al sector agropecuario en una de las últimas reuniones. Se trata de una modificación en la ley de reforma tributaria que suspendería el polémico artículo por 90 ó 180 días y sería elevado en el transcurso de esta semana, luego de reuniones con representantes protuarios, todos coincidieron en que hay avances, pero nadie anuncia la modificación del artículo.
Scioli sonríe igual ante las cámaras y repite el latiguillo “estamos trabajando”. Los conflictos en la provincia más grande del país no cesan de tomar estado público y los intendentes de todos los colores políticos muestran su preocupación. El déficit presupuestario es demasiado importante y nadie quiere arriesgar nada. Scioli reza al dios de los billetes de moneda de circulación legal que “patacones” no sea más que un fantasma del pasado reciente.