El drama que desvela a la clase media
la coyuntura económica actual, con la inflación en aumento y los sueldos "lerdos" en acomodarse, convierten a la cuestión habitacional en un tema crítico para las familias de nuestra ciudad y el país
Desde el comienzo de los tiempos, el hombre, busca elementos claves y prioritarios para su vida. Desde la época de las cavernas, el ser humano necesita de un refugio para vivir. Con el avance del tiempo, “el refugio” se convirtió no sólo en un elemento de primera necesidad, sino que pasó a ser incluso, en la medida de su estatus social y de un estilo de vida.
En la actualidad, ser propietario, representa tranquilidad para la familia. O el “techo para mis hijos” como dijo Marcos, un nuevo dueño quien, después de décadas de tener esa meta, se casó, formó una familia y tuvo la dosis de suerte necesaria para poder acceder a un crédito. “Hoy quiero disfrutar de mi casa, lo más seguro que cuando empiece a pagar va a ser distinto” dijo, feliz, aunque consciente. Comentó que lo único que le preocupa, es la “inestabilidad del país”.
Justamente la incertidumbre, es sin ningún lugar a dudas, la línea conductora que une a propietarios e inquilinos. Aunque para los que deben alquilar, se suma además, la incógnita del mañana.
“Yo alquilo”
Esa frase se repite en muchas familias sampedrinas, que deben contar dentro de sus ingresos mensuales con un apartado muy importante para poder mantener su alquiler. Los precios varían y sin lugar a dudas, fueron influidos por los cambios financieros de la República. En la actualidad, se hace complicado poder contar con el dinero para este gasto fijo, cuando además hay que sumarle luz, gas, comida, gastos escolares y ni pensar con medicamentos en caso de enfermedad. Además, existen dos situaciones que los inquilinos tratan de evitar: le renegociación del contrato y la búsqueda de un nuevo hogar.
Y muchas veces, una resulta consecuencia de la otra: Marina, es jefa de familia, tiene 45 años y tres hijos de ocho, doce y quince años. Prefirió no decirnos su apellido, por vergüenza, pero nos contó su historia. Nos contactamos casi de casualidad, ya que al ir a consultar en una inmobiliaria, la encontramos. “Siempre alquilé, no tengo casa pero tampoco tuve problemas con los lugares donde viví”, nos contó. Ella es viuda hace casi cinco años, es portera y “se la rebusca” con otras cosas. “Ahora está difícil” dijo, refiriéndose a la situación actual.
Es que luego de que se le venciera el contrato de dos años que posee en su casa actual, la dueña quiso renegociar, pero con un aumento de un 34%. Ahora, tendría que pagar mil pesos por la misma vivienda por la que antes pagaba setecientos cincuenta. “Llevo días buscando, hay pocos lugares y las inmobiliarias piden muchas cosas”.
Poco lugar, casi nada
Hoy en día, son varios los negocios del rubro que se encuentran en nuestra ciudad. Algunos, tienen páginas de Internet y por ese medio consultamos sobre las ofertas que tienen para alquilar alguna casa en San Pedro. En otros, hicimos personalmente la consulta. El resultado no varió demasiado según el método: hay escasez habitacional. La oferta es poca y la demanda mucha, comentaron en una de las inmobiliarias consultada. “Nosotros en este momento no tenemos casas en alquiler”, nos confiesa una empleada. Otra de las variantes es la de compartir el producto. Una vivienda puede ser ofrecida por más de una firma de martilleros, por lo que no se nota tanto la falta, pero termina haciéndose evidente cuando se genera la consulta que la vivienda es la misma.
No podemos dejar de mencionar el mensaje que publicaba en este medio el Martillero y Corredor Público Daniel Churruarín, en el que decía en un fragmento: “Nos dirigimos en esta oportunidad a los Sres. Propietarios/as, SOLICITANDO casas para alquilar, pues muchas familias sampedrinas (empleados, comerciantes, gerentes, residentes laborales, etc.) están a la espera de poder conseguir una vivienda, y para ello cuentan con las garantías y requisitos requeridos para concretar una locación”. El mensaje que se hizo público hace unas semanas atrás, también hace mención a las personas que destinan sus inmuebles al turismo, para que revean su decisión. En general son casas amobladas que no “rinden” como en temporada y ocasionan gastos, pero ese plus de contar con amoblamiento hace que el precio suba y sea inalquilable en forma permanente, puesto que la mayoría de los aspirantes cuenta con sus propios enseres.
En estos días, un alquiler mínimo, sin grandes pretensiones, poco espacio, sin gas natural, alejado del centro de la ciudad puede ser de los más económicos, con una base de $ 600. A medida que crecen las comodidades y las cuadras se acortan hasta llegar al centro o las barrancas, encontramos espacios por $ 3.500. Estos números, sin dudas son un fiel reflejo del gran abanico de posibilidades entre las personas que son inquilinas.
¿Dónde están las casas?
Desde que la ciudad se ha visto desbordada en temporada alta por los turistas, los hoteles y lugares dedicados a la estadía de visitantes, ha quedado reducida. Es así, como nació el alquiler temporario. Este sistema, es muy utilizado en algunas partes del país, donde la situación es similar. En Capital Federal, este servicio es utilizado principalmente por estudiantes o trabajadores extranjeros, que vienen por un tiempo determinado al país. El por qué alquilar de esta manera, es muy simple: da más dinero y las viviendas sufren menos deterioros aunque aún no hay quien preste el servicio de atención y debe hacerlo el propietario.
En San Pedro, según algunos datos, son cerca de ciento veinte las casas y quintas que se alquilan a turistas. A cuenta fácil, una vivienda se renta entre treinta y cinco y cincuenta pesos por día por persona. En un fin de semana se puede obtener en promedio entre $ 280 y $ 400. Es cierto que tiene una desventaja, ya que el lugar debe estar amoblado. Desde la Municipalidad varias veces comentaron que se quería regularizar este sistema, ya que son cientos las opciones que no se encuentran en el listado que posee la Secretaría de Producción y Turismo, pero que funcionan igual, incluso en habitaciones dentro de casas habitadas. Es más, hay una ordenanza que intenta regular el tema.
Créditos bancarios
Prácticamente todos los bancos, ofrecen créditos para obtener la casa propia. La mayoría, presentan los mismos requerimientos y ofrecen el mismo monto, de cien mil a trescientos mil pesos, según los ingresos de los solicitantes. Las diferencias, se dan en el porcentaje de los intereses.
Los requisitos “más blandos”, pasan por tener una caja de ahorros en esa entidad, no registrar antecedentes desfavorables en comercios o bancos, y tener una edad determinada.
El Banco Provincia, posee un crédito específico para inquilinos que quieran comprar, para esto se pide: una antigüedad mínima de ocho meses en un mismo lugar, que se comprueba con la fecha de sellado del contrato de alquiler. Además, los interesados, deberán constatar sus ingresos mensuales de manera sólida y poder cubrir la cuota del préstamo con el 30% de los ingresos netos o si bien, se llega al 25% de la cuota, se admitirá un codeudor.
En cuanto a la documentación a presentar, es donde comienza el inconveniente para la mayoría, si es que no la tuvo al momento de demostrar sus ingresos. Algunos de los papeles solicitados son:
Recibos de sueldo: estos, deberán acreditar que una persona sea empleada de una empresa por al menos dos años, aunque algunos solicitan uno de antigüedad.
VERAZ: Es imprescindible no figurar en ninguna categoría de morosidad.
Tarjeta: Esta solicitud, sólo es pedida en algunos bancos. En el mismo, consultan que el solicitante tenga la tarjeta de crédito del Banco en cuestión o en su defecto, tramitarla. Una vez obtenida la casa, piden que los impuestos y servicios se paguen mediante este sistema.
Papeleo: DNI, CUIL o CDI y Certificado de empleo extendido por el empleador certificada por un escribano.
Una vez cumplidos todos esos trámites, comienza la investigación de cada uno de los elementos presentados y más. En muchos casos, tratando de sobrevivir en la Argentina actual, es imposible cumplir con lo que se solicita, por lo que miles de sampedrinos y millones de argentinos, nunca pueden lograr la vivienda propia.
¿Qué le pasa al comerciante?
Los precios de alquiler, también suben para los comercios. Son varios los que se quejan por la escalada que se vuelve insostenible. Un grupo de cuatro vecinas, en una cuadra céntrica de la ciudad, concuerda en su actual situación y comentó lo que les ocurre. Por un local de unos tres metros y medios de ancho y ocho de fondo, con baño, se pagan ochocientos noventa pesos. La comerciante, que llamaremos “R”, comentó que cuando comenzó con su local en ese lugar hace dos años pagaba cien pesos menos, pero que el anterior a ella, pagaba trescientos cincuenta.
El contrato que actualmente tiene y que está por expirar, contempla un aumento de cien pesos por año, que llegará a casi mil. “Se que los nuevos precios van de $ 1.300 a $ 1.500” dijo, a lo que agregó “yo de gastos básicos por mes y con todo en regla tengo $ 5.000, en este mes que fue trágico, no llegué a cubrirlos.” Para mantener sus negocios, muchos de los comerciantes deben endeudarse con un préstamo o descubierto bancario, ya que el consumo, muy por el contrario de lo que se informa desde el Gobierno, ha caído considerablemente.
Algunos rubros deben trasladarse a locales alejados del radio céntrico, quienes poseen franquicias deben cumplir con la exigencia de ubicación y los que tienen locales propios, en algún momento dudan si no les conviene alquilarlos antes de seguir arriesgando patrimonio en un momento tan incierto como el que se vive, sobre todo cuando se tiene en cuenta que han llegado y llegarán más supermercados o minimercados que han oblado ni más ni menos que sumas superiores a los 5.000 por alquileres de amplios locales. Imposible competir.