El dolor de una abuela que no descansa pidiendo justicia
Después de recibir la noticia del pase a archivo de la causa que instruía la fiscalía del Dr. Vicente Botteri por el crimen de su nieto, y a seis meses de la muerte de su hija Jacqueline, Marta de Alzogaray habló de la situación de su familia. Con dolor, dijo que nunca descansará y que sólo le pide a la sociedad que no se olvide de su nieto. “Después de Aldo Daniel, murieron cinco o seis chicos más. ¿Qué están haciendo los fiscales, educando asesinos?”, dijo a La Opinión.
Martha Fontes Sosa de Alzogaray, sostiene con sus dos manos, uno de los cinco pasacalles que su hija Jacqueline había mandado a confeccionar hace casi un año. Jacqueline nunca logró verlos colgados en las calles porque la muerte la llevó al encuentro de su hijo.
El texto de esos prolijos carteles de arpillera blanca con letras de colores, recuerda que hace dos años, murió asesinado el pequeño Aldo Daniel Pereyra, en una violenta noche de sábado en el pub Tierra Media. Los carteles tenían como objetivo simplemente recordar esa fecha, y ese crimen que sigue impune, para que nadie en San Pedro olvide.
Por eso, aunque “Jaque”, como la nombra su mamá, ya no estaba para cumplir con esta tarea, su familia tomó esa responsabilidad. En especial Marta, que coordinó las tareas de colgarlos en varias avenidas en la noche del 31 de Enero, la víspera del aniversario. “En la avenida Sarmiento, frente al club La Esperanza, uno de los pasacalles duró sólo 7 horas”, cuenta resignada. Alguien, no sabe quién, lo retiró. En otros lugares, en la zona del Club Náutico por ejemplo, la Coopser le permitió colgarlos unos días desde los postes de luz, y luego se los devolvieron. El único que permaneció durante meses fue el de la esquina de la Escuela Industrial, el mismo establecimiento al que concurría Aldo Daniel. “Se rompió con las lluvias y el viento, pero nadie lo tocó”, dice su abuela.
Marta cuenta que a sus 60 años, sigue trabajando muchas horas a la semana para mantener su hogar y recordando, día a día, a su hija y a su nieto que ya no están.
“Siento bronca, porque la muerte de Jacqueline fue por enfermedad, sabíamos que iba a morir, pero la muerte de mi nieto Aldo Daniel no fue enfermedad. Era un chico de 16 años, y lo asesinaron así, brutalmente una noche…”, dice.
Pide disculpas porque dice que no tiene “facilidad de palabra”, no está “acostumbrada a estas cosas”, y discreción porque tampoco con sus palabras quiere herir a nadie. “Estoy grande, estoy cansada, pero me gustaría que la justicia, ya sea la del hombre o la del cielo, hiciera algo por la muerte de mi nieto”.
La noticia impensada
Dos semanas atrás, esta abuela que todavía llora la muerte de su nieto recibió una de las noticias más tristes después del fallecimiento de sus seres queridos. La fiscalía había archivado la causa contra los adultos que tendrían responsabilidad en el crimen de Aldo Daniel. Después escribió una carta dolorosa.
“A mi casa no llegó esa notificación a pesar de que soy la abuela, no llegó tampoco a esta casa que es donde vivió el chico antes de que se fuera al barrio Hermano Indio. Yo puse en la carta como que la había recibido para empezar, pero sólo lo notificaron al padre de Aldo Daniel”, explica.
Con Pereira, Marta no tiene actualmente relación y dice haberlo visto por última vez después del fallecimiento de Jacqueline, su hija.
“Vino a la puerta de esta casa a buscar el certificado de defunción de Jacqueline, porque lo necesitaba para continuar supuestamente un juicio civil. Me dijo que si cobraba dinero, le iba a dar unos pesos a las chicas, las hermanas de Aldo Daniel”, dice.
“Aldo Daniel no quiso estar más con la mamá, que supuestamente estaba estudiando, podría ser un hombre de bien, se fue a meter al barrio Hermano Indio y en 45 días pasó todo lo que pasó”, recuerda dolorida.
“Hay cosas que no sé, porque era Jaque la que hacía todo. Yo la ayudaba con un peso para el viaje, alguna cosa así pero de otra forma no le podía dar ayuda. Pero me gustaría que la justicia hiciera algo porque fue muy injusto, mi nieto murió peor que un perro, y si no hubiera sido por ese chico Olmos que lo levantó y lo llevó al Hospital, en su última agonía, hubiera seguido tirado ahí nomás. Después los encargados, el dueño o los patovicas, mandaron un personal a limpiar la vereda, a lavar todo. No dejaron ni una huella para la policía. Nada de nada, y eso no está permitido. En ningún lugar se borran las huellas de un crimen. Y cuando se borran las huellas es porque la gente se lavó las manos por completo y a nadie le importa nada”.
“El patovica lo dejó entrar diciendo que menores no entraban, en el baño había un cuchillo, no estoy diciendo en una cocina, digo en el baño, esto quiere decir que había una cama tendida. Y los dueños del local supuestamente aquellas personas que alquilaban el local se lavaron las manos. Dijeron, no, no lo atiendan porque ya va a venir una ambulancia, pero no vino nunca, y como estaba apuñalado prácticamente cerca de los pulmones a él le faltaba el aire, entonces lo sacaron para afuera, lo tiraron en la vereda, cerraron las puertas y se lavaron las manos los que estaban adentro. Dicen que no es abandono de persona porque había muchas personas adentro, entonces no se puede culpar a dos, serían todos culpables. Pero no sé, eso es cuestión de la justicia”.
Desde que ocurrió el crimen, ninguno de los propietarios del pub que ahora quedaron exentos de responsabilidad por falta de mérito, según entendió la fiscalía, se acercó a la familia para procurarle ayuda.
“En ese momento se vieron algunas veces Jacqueline y los dueños del local, fue en los tribunales de San Nicolás, una o dos veces por las declaraciones que les tomaron”, cuenta recordando también otros momentos menos gratos por algunos comentarios que familiares de uno de ellos le hicieron a Jacqueline en la calle, “a pesar de que la víctima era ella y no al revés”.
El mejor recuerdo
Ahora Marta, está abocada a cuidar a sus dos nietas mujeres, y al pequeño Nahuel de 6 años que es hijo de la segunda pareja de Jacqueline.
“Las hermanitas están bien, la de 12 años está al cuidado del papá igual que Nahuel, y en mi casa está viviendo la mayor, Andrea que hace siete años que está en pareja y tiene dos hijitos. Ella siempre tiene el recuerdo de la historia que pasaron los padres, y ahora más porque su mamá está en el cementerio. Uno está bien pero de la boca para afuera, para adentro nunca se puede estar bien con la pérdida de un ser humano”.
Entre lágrimas, manifestó su intención de seguir luchando por la memoria de su nieto pero ya no en la justicia sino aquí, impidiendo que la sociedad olvide lo que pasó. “Yo lo recuerdo a mi nieto querido, como lo mejor. Mi nieto, mi hijo, porque yo tengo dos hijas mujeres, Minerva y Jacqueline, nunca tuve hijo varón y él fue mi primer nieto varón. Ahora tengo otros nietitos. Está Nahuel, y Elías que es bisnieto. Pero él ya era un hombrecito, era mi nieto, era mi vida, para mí era todo. Siempre las chicas me dijeron que yo lo quería más a él. No, yo los adoro a todos, pero él era mi primer nieto varón. Era como mi hijo, lo adoraba”.
Por el momento, no tiene pensado viajar a San Nicolás para hablar con el fiscal Vicente Botteri que archivó la causa, por falta de recursos y tiempo.
“Yo cuido ancianos. Si yo empiezo a faltar en el trabajo lo pierdo y es lo único que tengo para mantenerme. Tengo que pagar la luz, todas las necesidades de mi casa. No puedo ir a hablar con el fiscal, tiene que ser gente joven la que siga el caso, yo no tengo respaldo de nada ni de nadie, si dejo de trabajar no tengo plata y con qué me pago el pasaje para andar detrás de un fiscal? Y ellos son pura burocracia. Uno va y le dice quiero hablar con el señor tal, “ah! Venga mañana o pasado”, te dicen. Nunca lo pueden atender”.
Marta se mostró agradecida a los medios de comunicación que siempre recuerdan el homicidio de su nieto y dijo que continuará luchando para que nadie pierda la memoria. “Hace cinco meses que falta Jaque y ya nadie se acuerda del caso. Pero para mí, la memoria de Aldo Daniel en San Pedro no se tiene que olvidar, porque después de la muerte brutal de él, murieron cuatro o cinco o seis chicos más, a manos de gente mala, la misma gente que está defendiendo el fiscal. Porque ahora, si tiene 12 años no se puede ir preso, de 17 tampoco puede ir preso… Entonces qué están haciendo los fiscales? Educando asesinos? Si no pueden meterlos presos, los están dejando sueltos para que sigan matando”, dice esta abuela resignada al dolor, pero jamás al olvido de la tragedia que todavía intenta superar, en memoria de su hija y su nieto.
Impune a los 15 años
El asesino de Aldo Daniel Pereira, hoy tiene 15 años, pero tenía apenas 12 cuando fue detenido por apuñalarlo en el pub Tierra Media. En estos dos años y medio, su historial recorre instituciones para menores, y varias causas por robo a mano armada “siempre con cuchillos” según explicaron policías.
Al cierre de esta edición, había sido capturado por robar en una zapatillería y sólo por “acumulación” de causas la justicia decidió enviarlo a La Plata, para que desde allí se lo derive a una institución adecuada como se explica en otra nota de la sección policiales. Quizá se lo envíe al mismo lugar del que escapó tantas veces, y mientras esta nota se esté publicando, este peligroso joven esté de nuevo entre nosotros.
Justicia sin precio
Funcionarios del Centro de Atención a la Víctima habían asistido a la familia Alzogaray con posterioridad al crimen de Aldo Daniel Pereira. Pero Marta confirma que esas personas no regresaron a su casa. “Cuando acá, en esta casa de mi hija robaron y se llevaron una plata muy importante que era para cambiar el remis y para festejarle el cumpleaños a mi nieta Mirna cuando llegara a los 15, ellos mandaron a ofrecer ayuda dos o tres veces por teléfono. Pero en ese momento, Jaque dijo que no necesitaba plata, que lo que quería era justicia para su hijo. Entonces se cortaron las comunicaciones y todo quedó en la nada”.