El “demonio” que les dio un Envión
La aventura comenzó hace un mes y tuvo su premio el sábado en la fi esta de San Juan. Diez adolescentes del barrio Depietri que participan del programa provincial “Envión 2” recuperaron el viejo centro de salud donde se reúnen para pensar un barrio mejor. La historia de un grupo de chicos que llegaron “obligados”, o por curiosidad, y que ahora “retan” a sus profesores si llegan tarde a trabajar.
El Presidente de la Agrupación Mallorca, Juan Gomila, fue el encargado de revelar qué institución era la ganadora del concurso de “demonios” propuesto por los organizadores de la tradicional fi esta de San Juan. La sonrisa de los jóvenes de Envión 2 aumentaba a medida que Gomila resaltaba el “empeño” y “el trabajo”, notorio, en el demonio ganador.
Dos meses atrás, vecinos del caserío Depietri llegaban con dolores, preguntas, y hasta alguna fractura a pedir atención médica al viejo centro de salud, mientras los encargados del programa Envión 2 reacondicionaban el lugar y explicaban que no se trataba de la reapertura del centro de salud, que funciona desde hace un año a metros del Cementerio.
El primer día llegó, los chicos fueron convocados semanas antes, y sólo ocho se acercaron a la casa de Envión. Tímidos, poco a poco y con el correr de los días se fueron soltando. Proponían ideas mientras “descargaban energías” con los talleres. Chicos de la murga “Los zafarranchos”, formada en el Centro Educativo 802, todos los jueves participan de la batucada y aprenden guitarra. Otros prefieren el dibujo, o el fútbol de los lunes, y las chicas planean empezar a practicar Hockey. Todo esto, por supuesto, fuera del horario escolar. Durante semanas parecía diluirse, ya que la presencia de los chicos variaba. Llegaron a ser apenas tres, hasta que confirmaron su participación en la Quema del Demonio.
Fueron tres semanas de trabajo intenso. Tres horas por día, tres veces por semana. Las chicas pintaban y los hombres hacían el trabajo “duro”. El mate no podía faltar, tampoco las anécdotas. Aquellos que se fueron, volvieron y no lo hicieron solos. “Invité a un amigo”, explicaban los chicos al llegar acompañados. El feriado del 20 de junio los sorprendió a contrarreloj para terminar el demonio, ya que el concurso era el sábado.
“Desde que existe Envión me levanto temprano, sino dormía hasta las 12.00”, contaba Axel a una compañera, mientras Mónica, quien vive en la sede de Envión, se lamentaba por la partida del muñeco: “Voy a extrañar la compañía de todas las noches”. En otro sector, “Tomy” y “Sabri” charlaban: “Yo a la escuela voy porque me obligan. Acá también me obligaban y no venía, pero cuando me dijeron que la seño era buena y te dejaban aprender lo que vos querías, empecé a venir”. La elaboración del papel mache despertaba debates por cada nota de diario que anoticiaba sobre fútbol. Axel aceleró el secado de la cara del muñeco, con el secador de pelo que sacó a escondidas de su madre. Mientras, Nico planeaba el fuego que pondría debajo del demonio, ya que no había tiempo para hacer los pies. Afuera, vecinos juntaban botellas plásticas y cartón, y acercaban herramientas, para colaborar en la confección. Los propietarios del almacén del barrio regalaban harina para el engrudo.
El sábado, después del concurso, los doce chicos que integran los talleres –algunos no forman parte del plan, pero aún así asisten solo estaban preocupados por saber a qué hora se reunirían el lunes. Sueñan tener su propia cancha de fútbol, y reconstruir la garita utilizada para esperar el colectivo.