El caso Lillo va a juicio sin datos sobre el “entregador” del camión ni de quién “aguantó” a Branto Ayala
Con más de 150 testigos y dos fiscales a cargo de la tarea, serán juzgados Roberto Branto Ayala y Marcos Bruzzone por el crimen del policía, asesinado cuando intervino tras el asalto a un camión repartidor de Baradero en Rivadavia y Oliveira Cézar. La investigación no logró establecer quién fue el que aportó los datos precisos para el asalto ni quiénes mantuvieron guardado al homicida hasta su detención.
El asalto a un camión de una empresa distribuidora de Baradero que terminó con el asesinato del joven efectivo de la Policía Local Nelson Lillo llega a juicio oral y público con dos imputados a quienes les podría caber la máxima pena pero sin que se haya podido establecer cómo fue la logística previa del robo y la posterior al tiroteo, antes de la detención de Roberto Branto Ayala.
El fiscal Marcelo Manso sostuvo que la figura de una persona que ofició como entregadora tiene que haber sido esencial para cometer el delito aquel 25 de enero de 2018, porque ocurrió algo que no era habitual en la empresa: el encargado de la cobranza estaba de vacaciones, por lo que los tripulantes del camión además de entregar mercadería tendrían el dinero encima.
Por eso ese día, alrededor de las 13.00, los conocidos delincuentes, también oriundos de Baradero, Roberto Branto Ayala y Pablo Morel estaban apostados en la esquina de Oliveira Cézar y Rivadavia, afuera del supermercado chino ubicado frente a Desarrollo Humano, para cometer el asalto.
Pero aparecieron las fuerzas de seguridad. El móvil de la entonces Policía Local en el que iban la titular, Laura Lencina, y Nelson Lillo, quienes se enfrentaron a los tiros con los delincuentes para evitar que cometieran el delito.
Pablo Morel fue abatido. Branto Ayala, herido. Una bala de las que disparó “el Zurdo”, reconcido por haber asaltado bancos e integrado una banda de secuestradores extorsivos, un delincuente condenado que no había regresado a la cárcel tras una salida transitoria, alcanzó a Lillo y le quitó la vida.
Branto corrió por calle Rivadavia en sentido hacia el río y dobló por Arnaldo hasta Salta. En el camino, intentó frenar un auto blanco en el que dejó manchas de sangre. Al llegar a la esquina de la Casa del Niño Paula Albarracín se subió a una moto que la investigación estableció conducía Marcos Bruzzone.
De allí, Branto fue curado y “aguantado” en varios domicilios que la investigación no logró establecer, hasta que lo entregaron en un callejón rural donde la policía lo fue a buscar para trasladarlo y ponerlo a disposición de la Justicia.
Bruzzone, que nació y se crío en el conurbano, que vivía en Río Tala pero se había mudado a una precaria habitación detrás de la casa del abatido Pablo Morel, en Baradero, huyó al Gran Buenos Aires. El relato de una testigo logró ubicarlo luego en el lugar de los hechos e imputarlo como partícipe necesario.
Con esa acusación, él también irá a juicio, aunque eligió que no sea, como en el caso de Branto Ayala, por jurado ciudadano sino técnico, sólo con Tribunal. Manso entiende que ambos debería ser juzgados juntos.
La pena en expectativa es la máxima: prisión perpetua. El fiscal confía en que todos los elementos están en el expediente para que haya condena para el que asesinó a Nelson Lillo y para el cómplice que lo rescató del lugar tras el asalto y el tiroteo.
Sin embargo, el caso quedará con al menos dos dudas importantes: quién fue el que con cabal conocimiento de los movimientos de la empresa les pasó los datos fundamentales para cometer el asalto ese día y en esas condiciones; y quiénes fueron los que mantuvieron escondido a Branto Ayala hasta que lo entregaron.
El juicio por jurado ciudadano contra el reconocido delincuente oriundo de Baradero comenzará el 3 de octubre. Está previsto que declaren más de 150 testigos y la Procuración dispuso que el fiscal Hernán Granda acompañe a Manso.
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