El caos de la Navidad
Este 24 de diciembre, como cada año, luego del brindis de la medianoche, cientos de vecinos, sobre todo jóvenes, salieron a la calle a festejar una noche “especial”.
Sin ninguna iniciativa privada masiva, varios boliches propusieron su noche de Navidad, con una entrada a un costo mayor a las noches habituales, mientras que algunos grupos decidieron optar por alquilar quintas y hacer su propia fiesta.
Sin embargo, ninguna de las dos propuestas conquistó a la mayoría, que se volcó a las calles con conservadoras y sin ánimo de gastar en entradas. El resultado, claro, fue el descontrol.
Pese al importante operativo de nocturnidad montado de parte de la Secretaría de Seguridad, en las calles el desborde de jóvenes y adolescentes se notó. Fuera de bares y boliches céntricos la concentración de personas obligó al corte de calles.
Y la peor parte se la llevaron los vecinos que el 25 por la mañana encontraron en sus frentes y veredas “regalitos” que no eran de Papá Noel. Al no haber ningún baño público accesible, tanto la Plaza Constitución, como las calles céntricas y sus alrededores, se convirtieron en baños.
“Era horrible caminar y ver a chicos y chicas haciendo por todos lados”, contó una joven que participó de los festejos callejeros. “Fuimos a un boliche y nos querían cobrar la entrada pero no podíamos entrar y salir, y la fiesta estaba afuera, en la calle”, explicó a La Opinión.
Aunque el centro de atención estaba en bajar el índice de heridos por pirotecnia y de accidentes a causa del alcohol, el problema de la nocturnidad y el descontrol sigue siendo una cuestión a observar.