El buque museo ya es una nueva postal sampedrina
Una emotiva inauguración oficializó la apertura del ARA General Irigoyen, dejó a orillas del Paraná una historia con más de 40 años y un esforzado trabajo que comenzó con una posibilidad que se transformó en el primer Buque Museo municipal del país.
Recuerdos, postales, reencuentros, anécdotas desfilaron entre un millar de personas que presenciaron la apertura el pasado jueves en las costas del riacho San Pedro. Lugareños acostumbrados a canoas y pequeñas embarcaciones para ir a pescar fueron testigos de un hecho histórico para la ciudad, ahora sede del tercer Buque Museo en el país, junto a la Fragata Sarmiento y la Corbeta Uruguay. Aunque el sampedrino tiene un agregado extra que lo diferencia del resto: El ARA Comandante General Irigoyen es el primer Museo flotante de la provincia y el primero en manos de un municipio.
El discurso que abrió el acto oficial estuvo a cargo del Almirante Jorge Omar Godoy, Jefe del Estado Mayor General de la Armada, seguido de las sentidas palabras del Director de Cultura José Luis Aguilar, que dejó caer lágrimas al ver convertido en realidad un trabajo que empezó con gestiones en las que él fue una parte fundamental y además realizó un posterior trabajo a diario.
Miles de sampedrinos se emocionaron con la presencia de la banda de la Armada, que abrió el acto oficial. Otros miles pudieron recorrerlo de manera gratuita durante el fin de semana.
La presencia de veteranos de Malvinas en la ceremonia enriqueció de historia la presentación del Buque. En el interior de la nave, una foto tomada en el viaje a las islas de dos ex combatientes sampedrinos mantendrá vivo el recuerdo de quienes dejaron su vida por la soberanía. El General Irigoyen tuvo participación el en conflicto bélico de 1982, pese a que estaba en reparaciones, y alcanzó a recuperar un helicóptero de otra unidad que había caído al mar por un accidente operativo.
Recorriendo el Buque
El interior goza de grandes espacios que conservan la estructura histórica y tienen hasta la soga que se utilizó en los momentos de navegación. Cuenta con un Camarote denominado “Batalla de Obligado”, una cocina de campaña, la “Capilla Virgen Stella Maris”, la Sala de Audiovisuales “Cabo 2º Sergio Daniel Magliotti”, una Cocina de servicio, y los Camarotes “Campañas Antárticas”, “Malvinas”, “Cámara de Oficiales” y “Puente de Mando”.
Además, cuenta con un cuarto de Radio, un cuarto de Mapas, mapas sobre una mesa de madera en un cuarto con una antigua computadora y el destacado Camarote del Capitán.
Aún restan poner en funcionamiento la sala de baños generales, bodega de popa –que conserva las bebidas que el capitán bebió la última vez– los dormitorios de tropa y un grupo de pequeños camarotes en la cubierta inferior, que llevarán un largo trabajo.
Para aquellos que se preguntan qué significado tienen las banderas en la parte superior del buque, es bueno saber que tuvieron una gran importancia, ya que corresponden cada una a una letra del abecedario, más algunas otras que significan símbolos o letras repetidas y que en conjunto forman un código de comunicación visual para poder “conversar” con otro buque cuando el acercamiento lo permite y no hay radio.
Los reflectores están ubicados uno en cada mástil y permiten iluminar un objeto a unos 3 Km. de distancia y su luz podía ser vista por otros barcos hasta 30 km. Funcionaban sin lámpara, a través de un sistema de arco voltaico cuya luz era amplificada por una lente de gran poder y al encenderse consumían alrededor de 70 amperes.
Sobre las cubiertas, los cañones calibre 40 mm que tenían un alcance de 4 a 6 Km.. Pese a que el General Irigoyen cumplía tareas de rescate y remolque, la presencia de estas armas era utilizada como advertencia de posibles ataques.
A partir del próximo fin de semana los locales y visitantes deberán abonar un costo de 5 pesos para ingresar. El objetivo de cobrar entrada es solventar los gastos que permitan terminar con espacios internos que serán en un futuro cercano lugares utilizados para exposiciones, charlas, salas de estar y también aparece fuertemente la idea de concretar un Buffet.
Todavía no hay cálculos exactos de los costos de mantenimiento, aunque el gasto más importante es de la pintura y la firma Tersuave, que donó generosamente 180 litros de pintura para el exterior del buque, asumió el compromiso de continuar con el trabajo solidario.
El buque que el 28 de febrero a las 7.58 ancló definitivamente en San Pedro después de 65 años de navegar por los mares del mundo será parte de uno de los capítulos más importantes de la ciudad.
Además de abrirse las puertas del Museo también fue inaugurada una plazoleta que estuvo a cargo de la Secretaría de Obras y Servicios Públicos. Adolfo Benincasa y Elina Gaitán fueron los arquitectos que se encargaron de diseñar el espacio para que los vecinos y turistas tengan un lugar de esparcimiento con el buque de fondo.
Sampedrino por adopción
Todo comenzó cuando el 8 de diciembre pasado el Presidente del Consorcio de Gestión del Puerto San Pedro, Mariano Veiga, le presentó a José Luis Aguilar en una cena al Capitán de Navío (R) Raúl Benmuyal, ex capitán del Almirante Irízar, que enterado del desarrollo museístico que venía implementando la Dirección de Cultura le comentó que la Armada Argentina tenía la intención de ofrecer el buque Irigoyen a algún municipio o provincia para que lo restaure como buque-museo. “Enterado de la novedad y entusiasmado con el potencial del ofrecimiento se lo comento a Pablo Guacone que estaba entrando a su nuevo cargo de Intendente y deciden viajar a la Base Naval de Mar del Plata (con Mariano Veiga), donde estaba el barco para verlo”. Se traen fotos detalladas y se las presenta al Gabinete Municipal que decide unánimemente apoyar la idea”, relató Aguilar.
Por mail y teléfono, conversaron con la Armada un borrador de Convenio con participación del Asesor Letrado, Juan Benseny. Ultimaron detalles y el 17 de febrero Guacone y el Almirante Godoy firmaron el Convenio en el Edificio Libertad, acto al que concurrieron el Director de Turismo, Fabián Bianchi y el Secretario de Producción y Turismo, Norberto Atrip, la Concejal, Margarita Frisch, y el propio Director de Cultura.
Mientras tanto el buque ya se había movido a la Base Naval de Zárate donde aguardó la orden de trasladarse a au destino final, San Pedro.
Historia de un barco de guerra
Este buque, botado por Estados Unidos en 1944, fue construido por el país del norte para satisfacer la demanda que exigía la Segunda Guerra Mundial. Dadas sus características de ATF (siglas en inglés que significan remolcador de alta mar) prestó servicios en el Mar de la China y participó de misiones de remolque, socorro y logística, tanto allí como en la Bahía de Okinawa, en las costas de Japón, hacia finales de la guerra. Sobrevivió al tifón Louise que, en octubre de 1945 sorprendió a gran parte de la flota norteamericana en aguas del Pacífico llegando a socorrer, en ese momento, buques varados o averiados por el fenómeno. Al finalizar la contienda bélica, fue retirado de servicio hasta que en 1961 lo adquiere la República Argentina junto a otro similar y un dique flotante.
Desde ese año, prestó servicio en todas las áreas navales de nuestro país, desde Buenos Aires hasta la Antártida, lugar al que visitó como parte de varias campañas. Fue el primer buque de la Armada en regresar a la Isla Decepción, en el continente blanco, luego de la terrible explosión del volcán submarino que la conforma ocurrida en el año ´67.
Participó de operativos de salvaguarda de la vida humana en el mar, fue unidad de apoyo para el buceo de salvamento y formación de nuevas generaciones de buzos. Desde su cubierta se podía facilitar el escape desde submarinos. Participó de tareas de docencia con la Fuerza de Submarinos y las fuerzas especiales.
El ARA “General Irigoyen” fue radiado de servicio el 25 de septiembre del 2009, cuando contaba con más de 400.000 millas navegadas al servicio del pabellón argentino y 65 años navegando las aguas de los mares del mundo.
Momento vergonzoso
Uno de los veteranos de Malvinas que había llegado a San Pedro invitado a participar de la inauguración fue víctima del robo de sus condecoraciones. Un grupo de menores, que fueron identificados, robaron de una combi estacionada en las afueras del cuartel de bomberos local las medallas que les había entregado el estado y que, lejos de tener un valor económico, son de un gran valor sentimental.
El hecho ocurrió horas antes del acto, y fue denunciado a la policía local. Una vecina se armó de valentía y fue a la casa de los jóvenes a pedirle a su madre que interviniera para devolver los preciados elementos, luego intervinieron efectivos policiales y las medallas volvieron al lugar de donde nunca deberían haber faltado.