El boulevard de calle Perón: cuando la noche se torna peligrosa y los imprudentes eligen lugar
Motos a alta velocidad, maniobras riesgosas, autos con música a alto volumen y las picadas de diversos rodados son frecuentes. Sin tomar precauciones quienes transitan por el lugar saben que es la zona de accidentes. Los siniestros se reiteran y dejan saldos lamentables que podrían evitarse.
El paseo del boulevard de calle Perón pierde sus características cuando llega la noche y se transforma en un verdadero “circo” de las piruetas, donde los ruidos ensordecedores y la música estridente de quienes han ganado ese espacio dominan el escenario.
Se podría ironizar con “sólo falta del Globo de la Muerte”, viejo espectáculo circense que tenía como protagonistas a tres motos que, en una esfera reducida, se cruzaban a gran velocidad pese al riesgo que implicaba someterse a esto.
El problema son las consecuencias, aunque obviamente existen las causas. Desde su habilitación, el tramo de la calzada que va desde calle Litoral hasta su finalización en Rómulo Naón asoma como el sitio más vulnerable para los “vulnerables”, aquellos que suelen decir “no pasa nada”.
Es triste la historia en estos casi más de diez años desde su terminación, que demandó mucho más por un conflicto judicial que se relacionó con la liberación del espacio para construir la arteria.
Lamentablemente, existen episodios de siniestros perfectamente demostrables de que no se trataron de “accidentes”. Pudieron haberse evitado y, como tal, quedar al margen de la accidentología.
El reporte de un vecino en la madrugada del domingo, en la intersección de Perón y Chivilcoy, demostró que nada aplaca la conducta temeraria de los motociclistas, principalmente, por la velocidad, y menos por el desprecio de sus vidas.
En este caso fue un “choque de moto contra moto”, dijeron los vecinos que escucharon el impacto y llamaron a la ambulancia.
Días pasados, La Opinión mostró el video de un testigo que reflejaba cómo los autos levantaban las tapas de sus baúles para subir el volumen de la música, que se complementaba con los “cortes” de los caños de escape libres de motos y las picadas que incluían los “willys”.
La inconsciencia está presente. No se duda. Esa vulnerabilidad no es siquiera controlada con una mínima reflexión sobre todos los hechos lamentables que, casi diariamente, tenemos en la ciudad, con decenas de accidentados, algunos de consideración y otros con resultados no pretendidos.
El punto culminante en este lugar, del cual casi nadie recuerda, se dio en septiembre de 2019 cuando un “juego de niños” terminó mal, muy mal.
En la pendiente de calle Perón, entre Padre Santana y Joaquín V. González, tres motos se cruzaron varias veces de frente hasta que hubo un “error de cálculo”. No se registraron fallecidos, aunque un jovencito con mucho por desandar en su vida quedó dañado para siempre.
Y así, otros casos graves en un escenario que no tiene control. Un sitio que “tiene dueños” que aterran a los vecinos y a cuantos transiten por allí en altas horas de la noche.
En seguridad se afirma que “espacio que no se ocupa, lo dominan otros”. Y aquí está pasando algo similar. Porque decir que es un “paseo” es risueño o indignante.
No se trata de desplegar un ejército hacia la zona, tampoco el operativo de un día o de unas horas. Pero sí se requiere de la presencia de varios sectores de la seguridad, control y, fundamentalmente, de la sanción ejemplar antes de “caer en desgracia”, vieja y célebre frase de nuestros ancestros.
Porque creer que con el tiempo se diluirán los episodios, no solo es absurdo, sino la evidencia de una desidia, que es más preocupante.
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