El alma del desfile: Joaquín, el caballo de Beto Marigliano, no estuvo solo
El Rincón de los Gauchos organizó su fiesta aniversario con un desfile. Paisanos y chinas amantes de nuestra tradición pasaron orgullosos montados en sus caballos. El bayo Joaquín llevó el alma de Beto Marigliano por las calles del centro.
Eduardo Héctor “Beto” Marigliano falleció el 7 de marzo pasado a los 73 años. Su partida fue repentina y dejó una herencia ligada a su pasión por los caballos.
Por eso, el domingo su caballo Joaquín desfiló en la fiesta aniversario de El Rincón de los Gauchos, con el alma de Beto como jinete.
Nacido un 20 de julio de 1950, su amor por los equinos tuvo su origen en su estrecha relación con el tropillero Roberto Puig, con quien compartió muchos años de vida y se repartía con el que sentía por sus hijos, nietos y su bisnieto.
Siempre rodeado de jóvenes y niños, todos tenían su paseo en caballito. Defensor de la cultura gaucha, Marigliano fue presidente de la Agrupación Roberto Ayrala, en homenaje al reconocido payador sampedrino.
Todos conocían a “Beto”, el vecino que hacía las costeletas más ricas de San Pedro, en su sartén abollada.

Muchos de los caballos que integraban las tropillas de “Beto” fueron distribuidos entre campos e islas, después de su fallecimiento, pero “Joaquín” su bayo preferido de quince años, quedó al cuidado de Lucas, su yerno.
“Joaquín” no se dejaba tocar por nadie, ni acercarse. “Solamente lo acariciaba mi papá”, dijo a La Opinión, Marisa, su hija. “La primera vez que me vió, me olfateó de arriba a abajo y me aprobó como su cuidadora. Ahora lo cepillo y cierra sus ojos”, agregó.
Ante la llegada del primer desfile tradicionalista en el que “Don Marigliano” no estaría presente, su familia decidió que “Joaquín” no podía faltar a tan destacada cita y así fue como Lucas y Marisa ataviaron al pingo para la ocasión y partieron para el desfile.
Una foto tomada por La Opinión durante el paso de los jinetes, dejó registro de un momento sumamente emotivo: “Joaquín” el caballo bayo de “Beto” Marigliano no estaba solo, su alma lo montó durante todo el recorrido dominguero.
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