El acuerdo que fusionó a las dos colombófilas locales en La Viajera Sampedrina, hace 95 años
El 9 de julio de 1926 La Viajera y El Sampedrino se unieron y conformaron la institución que actualmente funciona en un edificio de Fray Cayetano Rodríguez adquirido a fines de los 60.
El 9 de julio de 1926 el país celebraba el aniversario 110 de la Declaración de la Independencia. Era un día festivo, para hacer gala de la unidad nacional, de lo importante que es “tirar juntos del mismo carro”. Así lo entendieron, esa mismísima jornada patria, los referentes de las dos organizaciones colombófilas que había por entonces en San Pedro: La Viajera y El Sampedrino crearon La Viajera Sampedrina, que en 2021 cumplió 95 años.
La crónica con la que celebraron el importante aniversario desde esta señera asociación colombófila de la zona norte de la provincia de Buenos Aires cuenta que Ismael Bernasconi y Santiago Toriano “en un precario local con techo a dos aguas ubicado en una esquina de las calles Rivadavia y Eugenio Arnaldo, se reunieron para sellar la fusión”.
Pedro Galeotti fue el primer presidente de La Viajera Sampedrina
La historia, recogida en un folleto de 1981 publicado para los 55 años de la asociación colombófila La Viajera Sampedrina y que formaba parte de la XXXII exposición colombófila nacional, cuenta que hasta 1926 había dos grupos que adiestraban palomas para la competición deportiva, pero que nadie sabía bien por qué eran dos entidades con pocos participantes cada una.
Concursaban por separado y a medida que pasaban los años la programación era cada vez menor y con mayor distancia temporal, por lo que la necesidad de la unión y el trabajo conjunto se imponía. “Deportivamente, el sistema de ‘inclinaciones compensadas’ llenó una necesidad, por cuanto fue solución y produjo el equilibrio en los vuelos a otorgar entre palomares”, destaca aquella reseña.
Carlos Dasso fue el responsable, agrega. El 8 de junio de 1957, la Asamblea General Extraordinaria de la asociación colombófila La Viajera Sampedrina aprobó el sistema y una semana después entró en vigencia.

Pascual Santachita “avaló la compra a plazo de la primera propiedad” de La Viajera Sampedrina, ubicada en Rivadavia y Honorio Pueyrredón. La reseña hace mención especial para la labor de Carlos Urbano García, quien “para dotar a dicha propiedad de las necesidades mínimas, quitó muchas horas de su descanso diario, abandonando su actividad comercial por un período importante”. Dicen que fue “proyectista, constructor y peón de albañil, con la única ayuda de su pequeño hijo y de algunos pocos socios que concurrían alternadamente”.
A fines de los años 60 La Viajera Sampedrina, con el impulso de Roberto Sánchez Negrete y la comisión de entonces, compró el mítico edificio de calle Fray Cayetano Rodríguez “para el mejor desarrollo de la actividad social y deportiva”, que con el tiempo fue mejorado y ampliado para “mayores comodidades y confort”.

Enrique Cappelletti, los hermanos Bernasconi, Novaro, García, Rodolfo Constantín y Mariano Veiga aparecen destacados en aquella publicación como socios importantes que “apuntalaron a la institución con su aporte y dedicación, en años críticos”.
Muchos otros dirigentes formaron y forman parte importante de una entidad que hoy, 95 años después de aquel apretón de manos que permitió reunir a todos los colombófilos en un solo lugar, se mantiene en pie y sigue haciendo historia con competencias regulares que reúnen a decenas de competidores con sus palomares.
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