Editorial: La grieta que disciplina a todos por igual
Hemos tenido de todo, no nos hemos privado jamás de un buen abanico de candidatos honorables o buscasueldos, pero nunca llegamos a un lujo tal como el que estamos a punto de concebir en este 2019 que –en medio de una crisis que nos encuentra extremadamente agrietados y divididos– llega con la gran paradoja de ofrecernos intrincados dilemas.
Un peronista de origen sindical y ortodoxo es el intendente por Cambiemos en su versión más Pro y su contrincante será un hombre de rancia estirpe radical abrazado al justicialismo y al kirchnerismo. A los que votan por primera vez no habrá que darles muchas explicaciones, pero a los que peinan canas les saldrán varias nuevas tratando de entender el intríngulis que se abre para la nueva oferta electoral. A los más viejos les resulta incomprensible, aún sin evaluar ideologías, que este carnaval que pagamos todos siga a ritmo de comparsa una nueva farsa en la que ni siquiera hay definiciones sobre los mínimos ejes sobre los que se apoyará la ciudad para sobrevivir a duras penas la miseria laboral que se ha desatado en las últimas décadas.
Están los radicales disciplinados por el sueldo que irán hasta la victoria con Cecilio Salazar y están las más de veinte variables del peronismo abrazadas al cuello de Marcos Arana para garantizarse algún lugar entre los primeros de la lista de concejales.
A saber: La Cámpora, Kolina, Nuevo Encuentro, el Movimiento Evita, Miles, Unidos y Organizados, Monfasanistas, Pangaristas… todos sacan número para una banca sin evaluar si sus nombres son los más aptos para disputarle al oficialismo local la amplia mayoría que ostenta y con la que reniega por la escasez de ideas, la propensión a la holgazanería y el espíritu corporativo con el que defienden con uñas y dientes seguir percibiendo el máximo permitido por ley como sueldo, pese a haber enarbolado las banderas de la austeridad.
Luego aparecerán quien se quede con la representación de Roberto Lavagna, si es que confirma su candidatura, y los partidos de izquierda, que desde aquel memorable acceso de una bancada con tres concejales del socialismo que donaban el total de sus dietas al partido para su sustento y para derivarlas a entidades de bien público, nunca más lograron una representación en el Concejo Deliberante por haber sucumbido a los atajos que les propusieron en “listas de unidad” las diferentes gestiones.
Está claro que los ejemplos o conductas no se premian.Por ejemplo, Karina Chiarella es producto de esa alianza que se produjo primero en tiempos de Mario Barbieri, quien supo incluir en sus listas hasta a los movimientos evangelistas y luego con el corazón abierto de Cambiemos donde fue menos lo que puso de lo que sacó como beneficio, ya que también Alan Ocampo “cobró” con otro cargo pero en el ámbito de la educación. De ese partido sólo queda Fernando Nouet, quien brocha en mano cada dos años y con un puñado de voluntariosos se paga su austera campaña.
La única noticia auspiciosa de la semana pasa por una convocatoria hecha por el Centro de Comercio. La gestión de Raúl Cheyllada llegó con una convocatoria que recuerda otros tiempos, en los que la entidad representaba cabalmente los intereses de sus representados. A saber: comerciantes, empresarios, productores, generadores de fuentes de trabajo. Comenzarán esta noche con los pocos almacenes, despensas y carnicerías que quedan en pie; seguirán con las pocas fábricas que ya han comenzado con sus planes de recortes, y en el transcurso de diez días piensan relevar todo el arco productivo para saber algo que aunque parezca mentira, quienes gobiernan no saben ni tampoco preguntan: CÓMO ESTAMOS.
De allí puede que surja o no un pronunciamiento, tan clamoroso como necesario para terminar con la mansedumbre que han ido imponiendo los oficialismos a las entidades intermedias y representativas que, atrapadas en la grieta, prefieren la comodidad del silencio y los gritos cobardes de la agresión con la que se desquitan en las redes sociales.
Desde aquellos tiempos en los que los dinamizadores de la economía local además de organizar la “Noche de los Grandes Premios” protagonizaban gestas para resistir las políticas económicas asfixiantes del menemismo, no se han visto acciones a la altura de las circunstancias ni de las penurias que hoy se plantean en todos los sectores con necesidades precisas de parar con el agobio de los bancos, los impuestos, la inflación, las tarifas impagables, el atropello a los derechos de usuarios y consumidores, el saqueo de los juicios laborales, el costo de las cargas sociales, la catástrofe del puerto y otra larga lista de fracaso que nadie se anima a proferir porque se ha hecho costumbre disciplinarnos con la grieta.
No será la solución pero al menos es un intento que, si termina bien, podrá sentar alguna base para que tengan en cuenta quienes pretendan acceder al poder en las próximas elecciones para seguir votando presupuestos o aumentos de tasas sin más resistencia que el palabrerío partidario y para contrastar las realidades de los que sostienen con su esfuerzo diario el funcionamiento de un Estado que esta gente a la que este semanario denomina #pelónomos (los autónomos a jubilarse con 10.000 pesos y el Pami como obra social) financia como si tuviese un hijo extra en su familia.
Deberían saber que si el cuentapropismo logra ponerse de pie podría exigirles explicaciones o hacerles llegar el contundente mensaje que por fin le ponga freno a la impunidad con la que se mueven los que se han acostumbrado a que en las elecciones lo único que definen es su propio sustento.
Nos hemos dado muchos lujos y los hemos pagado caro.