Economía de guerra y ajuste en todas las áreas para llegar a fin de año
Mientras prepara el plan económico para el año que viene, el Gobierno ordenó reducir horas extras y guardias, dio de baja decretos y comunicó a los médicos que deberán cumplir el horario por el que cobran. Para el mes que viene, Salazar y Sánchez Negrete necesitan inyección extra de Provincia y deben “hacer los deberes”.
El gobierno tiene menos de 20 días para presentar el Presupuesto 2018, paquete que incluye las ordenanzas fiscal, impositiva y de cálculo de recursos y gastos. La elaboración está sujeta al aumento de tasas que preverán para el año próximo y a las pautas fiscales planteadas por Provincia, que generaron preocupación en la mayoría de los municipios, sobre todo en aquellos que, como San Pedro, tienen gran dependencia de la coparticipación.
Desde la Secretaría de Economía que conduce Mario Sánchez Negrete enviaron al ministro Hernán Lacunza el informe acerca de cuáles serán las necesidades extra para fin de año.
Al igual que en julio, sin aportes provinciales no habrá manera de pagar aguinaldos. Al cierre del primer semestre, el déficit era de 55 millones. Sánchez Negrete aseguró que podría revertirlo para diciembre. En sus oficinas, hoy, dudan de ello y entienden que el rojo será imparable.
Sin capacidad para reponer los fondos afectados, el problema de la economía municipal que tanto afectó a la gestión Guacone y al interregno Giovanettoni se cierne como un fantasma amenazador sobre Salazar, aunque todo indica que Vidal hará el salvataje necesario para evitar inconvenientes.
En ese marco, la bajada de línea provincial fue clara: hay que “hacer los deberes”, lo que se traduce en una política de reducción de gastos, reordenamiento de recursos humanos, recorte de horas extras y guardias, baja de decretos de ayuda social con contraprestación de trabajo, control de erogaciones consideradas superfluas y otros puntos que persiguen el mismo objetivo: mostrar a mediados de diciembre que la gestión económica del municipio puede navegar la tempestad del ajuste con éxito.
El Hospital, blanco de ajuste
El principal efector de salud es el área que mayor presupuesto insume. Se lleva buena parte de la coparticipación, tiene el porcentaje más alto de personal, insume una gran cantidad de horas extras, tiene un plantel de “decretos” muy importante y además cuenta con los trabajadores que mejor cobran: los médicos.
El equipo de gestión de Salud que conforman el secretario Edgar Britos, el director del Hospital Guillermo Sancho, el adjunto Diego Noto y el Jefe de Emergencias José Herbas comenzó la engorrosa tarea de poner en caja situaciones que se arrastran de toda la vida y que son muy difíciles de abordar.
Tras recibir la bajada de línea del intendente y el secretario de Economía de ajustar, reducir alrededor de 160 guardias, bajar la cantidad de horas extras y hacer respetar los horarios, comenzaron las reuniones.
Lo más difícil, claro, es el trato con los profesionales, que cobran históricamente las denominadas “guardias pasivas” en las que quedan con el teléfono encendido por si se los necesita pero cobran como si estuvieran en el nosocomio.
Los médicos, además, tienen un régimen horario que no todos cumplen. Los hay de 48, 40, 36, 30, 24 y 18 horas semanales. Desde tiempos inmemoriales en el descalabrado sistema de gestión de los recursos de los sampedrinos imperante en la Municipalidad, el cumplimiento preciso de esas cargas horarias no existe.
Las reuniones fueron de a uno. Eso permitió que las conversaciones sean más sinceras. También, por cierto, que se descubrieran ciertos “arreglos históricos”, que así les llaman, que no estaban en conocimiento de todos los actores de la conducción de la Salud local, ya que, ante el reclamo por lo propio, muchos señalaron al resto como “ejemplo” y revelaron varias cosas.
Aunque al principio hubo resquemores, según revelaron a La Opinión quienes estuvieron cerca de esas reuniones, la mayoría terminó por aceptar. El ofrecimiento fue sencillo: quien tenga, por ejemplo, 36 horas, debe cumplirlas. Si no, cobrar por las que está dispuesto a cumplir. Las “guardias pasivas” también formaron parte de esa moneda de cambio para el “ajuste de clavijas”, como llamaron en el
Hospital a la tarea emprendida.
El cálculo extraoficial es que podrán ahorrar unos 10 millones de pesos anuales con el ajuste que permita que cada médico trabaje ni más ni menos que lo que dice su contrato.
Bajar decretos y horas extra
En el Hospital dieron de baja varios decretos de ayuda social con contraprestación de trabajo. En la “bolsa” hay de todo: favores que ya se terminaron; cumplidores que no entienden por qué los dejaron afuera; trabajadores absolutamente necesarios a los que no les renovaron; amigos del poder que ni siquiera van a trabajar a quienes les mantuvieron el beneficio; y nuevos decretos vinculados a la campaña que siguen y esperan hacer buena letra para ser tenidos en cuenta a la hora de pase a planta permanente, un horizonte cada vez más lejano.
El recorte vía suspensión de decretos de ayuda social con contraprestación de trabajo llegó a todas las áreas. Servicios Públicos, por ejemplo, que es una de las que necesita personal extra por la gran cantidad de tareas que debe cumplir, sufrirá la merma tanto de personal como de horas extras.
En diciembre del año pasado batieron el récord, con más de 22.000. A medida que avanzó 2017 fueron bajando, pero siempre estuvieron muy altas. En sesión, Iván Paz dijo que nadie debía sorprenderse si había muchas horas extra o muchos empleados nuevos, porque eran necesarios para cumplir, al fin, con las demandas de la comunidad.
Tránsito, por ejemplo, es uno de los sectores más perjudicados por la reducción, ya que ahora hay horarios sin cubrir y menos personal en situaciones clave para el buen control y cumplimiento de la normativa vigente.
Burgos tiene menos inspectores tras decidir que unos seis de los nuevos no estaban “aptos” para esa tarea. Pero además, se enfrenta a que la franja horaria cubierta es de 12 horas de lunes a viernes.
El resto necesita compensarlo y el recorte lo obligará a hacer malabares para cumplir con los controles. El fin de semana pasado, por ejemplo, ya no hubo mano única en la costanera, como habían previsto y para lo que necesitaban inspectores, vallas y móviles.