Ecocidio: la palabra de los Bomberos Voluntarios de San Pedro que combaten el fuego en las islas
Un playero de estación de servicio que usa su franco, una acompañante terapéutica que se sube al helicóptero en su día libre, otra que es enfermera y hasta quien usa sus vacaciones para agarrar la zapa y cavar en equipo entre 800 y 1000 metros diarios de cortafuego. Esos son los Bomberos Voluntarios que se animan sin toldo ni carpa a permanecer 12 horas sometidos a temperaturas extremas. Las historias de un silencio que se grita con vocación. La emoción y el orgullo de los sampedrinos.
Vestidos de naranja, con los mismos equipos de trabajo con el que combaten el fuego, Natalia Luppi, Gisela Morales, Matías Moreno, Nicolás Silva, Sergio Novo, Mauro Español y Mauro Arregui recibieron al móvil de Sin Galera para contar cómo es el trabajo que hacen en las islas junto a los integrantes del Plan del Manejo del Fuego que busca sofocar los incendios que afectan a toda la población de San Pedro, Baradero y la región.
Visiblemente cansados reconocen que lo que para algunos fue “una tarea normal” para otros resultó ser “la primera vez fuera del continente” a lo que se le suma un gran desgaste físico producto de las condiciones climáticas y las grandes parcelas donde se llevan a cabo las tareas.
“Es mucho el desgaste físico, descansamos poco tiempo. Cinco minutos y seguimos”, precisó uno de los bomberos en el móvil de Sin Galera al tiempo que contó que cada uno de ellos lleva botellas de agua congelada que se derrite ni bien llegan a destino. “Descansamos en el mismo lugar, no hay nada de sombra”, respondieron ante la consulta sobre dónde y cómo se protegían del sol.
Son 12 las horas que están sobre las islas, “en continuo movimiento, caminando y haciendo cortafuegos”.
“Es una experiencia hermosa”, reconoció Natalia de 27 años y remarcó que se trata de un “trabajo grupal” donde “tenes que cuidar al que tienes al lado y trabajar, trabajar”.
En ese sentido precisó que el territorio donde intervienen es “extenso”. “Son kilómetros y kilómetros, hay mucho fuego, muchos focos”, dijo y agregó: “el fuego camina, está prendido por abajo, en un momento cambia el viento y se prende a dos metros, a cinco, a 30 cm”.

Sergio, de 35 años, habló de la unión del equipo de trabajo. “Vamos constantemente alentando al grupo, si se cae uno nos caemos todos”.
“Te da una satisfacción personal saber que estás aportando tu granito de arena”, aseguró y reconoció que nunca pensó que se iba a encontrar con tanta cantidad de humo. “Si bien no había muchas llamas, al ser subterráneo el fuego había mucho humo, no pensé que era tanto”, agregó.
Mauro, de 38 años, participó de los operativos el jueves que tenía franco en su trabajo como playero de una estación de servicio: “Mi familia me apoya, están orgullosos y gracias a eso uno va tranquilo a trabajar”.
“Hoy por hoy, apagarlo sería lo mejor, pero es muy grande, hay muchos focos, kilómetros y kilómetros”, detalló y agregó que “una buena lluvia ayudaría porque está muy prendido desde abajo”.

Nicolás, de 37 años, puede participar todos los días porque está de vacaciones en la carnicería donde trabaja todo el año. Él habló de cómo son las tareas en las islas: “Por lo general, se hacen en grupo 500, 600, 800 metros, vamos en fila, cada uno con su función, a la par del otro”, dijo y agregó: “Al mediodía paramos a comer algo, hidratarnos lo más posible, como mucho media hora”.
Otro que en sus vacaciones se sumó a los operativos es Matías. “La gente nos apoya, cuando volvemos de la isla en helicóptero nos esperan, nos felicitan”
Gisela es acompañante terapéutica, cuando no cumple con esa función está en el cuartel. “Cuando me preguntaron si quería ir a la isla no lo dudé, es una experiencia linda, saber que estamos ayudando para esto”.
Durante el desarrollo del móvil de Sin Galera en el cuartel, muchos vecinos se comunicaron con este semanario para reconocer el trabajo de los bomberos y enviar su mensaje de aliento.
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