Drogas, armas, desidia y temor, el cóctel que afecta al Hermano Indio
El asentamiento precario fue escenario de un operativo policial y judicial con más de 200 efectivos, perros y hasta un helicóptero que llegaron para cumplir con allanamientos en los que detuvieron a ocho personas, secuestraron más de 200 gramos de cocaína, casi 400 de marihuana, varias armas y otros elementos relevantes para la causa. El Juez Pratti recibió el expediente para decidir la situación de los aprehendidos y liberó a cuatro. En la zona, la vida sigue con el mismo miedo y riesgo cotidiano.
Ocho aprehendidos –cuatro liberados por resolución del Juzgado de Garantías hasta la noche del martes– fue el resultado del megaoperativo que el viernes pasado sitió el barrio que alguna vez se denominó 12 de septiembre porque esa fue la fecha en la que un puñado de familias pobres y sin techo tomaron esos terrenos para erigir las primeras viviendas de lo que hoy todos conocen como “el Hermano Indio”.
Se trata de un territorio copado por el miedo, los tiroteos, las bandas delictivas, los ladrones de poca monta, los consumidores de drogas que alimentan una red de venta al menudeo como mano de obra ultrabarata para la comercialización de las mismas sustancias a las que son adictos.
Una serie de causas por tráfico de estupefacientes que la Fiscala Viviana Ramos unificó con otras que tenía el Fiscal Manso, que relacionó con las caratuladas “abuso de armas” y que fueron instruidas a raíz de denuncias cruzadas entre los bandos enfrentados permitió procedimientos que según los vecinos “nunca se habían visto”.
Un barrio sitiado
Era las tres de la tarde cuando el barrio se vio invadido por policías. Más de 200 efectivos de San Nicolás, Trenque Lauquen, Pergamino, Junín y otros distritos, correspondientes a comisarías, GAD, DDI, y División Drogas Ilícitas acompañaron a Ramos, que llegó al territorio con instructores de la Fiscalía 11, la suya, y de la 5, y hasta sobrevoló la zona con un helicóptero que aportó la Policía Bonaerense para supervisar la intervención.
Había perros entrenados para la detección de drogas y el propioSuperintendente de Drogas Ilícitas Claudio Fuentes supervisó las tareas, junto al responsable zonal de esa división policial, Mario Demaestri.
Ramos tenía 22 objetivos para allanar, de los cuales el Juez de Garantías Ricardo Pratti autorizó 12. Además, hubo otras dos irrupciones de urgencia. En total, fueron aprehendidas dos mujeres y seis hombres. La Fiscala asegura que tiene acreditado que esas personas se dedicaban a la venta de drogas y las imputó por tenencia de estupefacientes para su comercialización, por lo que solicitó su detención el mismo sábado luego de que pasaran por la Fiscalía para prestar declaración, aunque el Juez parece tener “otra mirada”. De hecho liberó a un joven el domingo, a las dos mujeres el martes al mediodía y a otro hombre por la tarde.
Familias, niños, adolescentes, jóvenes y hasta bebés formaron parte de los cientos de espectadores de una escena “de película”. Algunos con alivio, otros con preocupación, los más en un silencio temeroso y sin proporcionar datos. Cuando el helicóptero sobrevolaba los techos, decían que “nunca” había sucedido; cuando se fueron los efectivos hubo “aplausos”, una verdadera sorpresa. El martes el pesar y la preocupación habían regresado sin explicaciones cuando los acusados volvieron a sus domicilios.
Para Pratti parece que no es tan grave
El Juzgado recibió ayer martes los dos cuerpos de la causa para analizarlos y expedirse al respecto. Todos los aprehendidos fueron indagados por Ramos. En sus declaraciones, aseguraron que la droga que les encontraron en cada caso era para su propio consumo. La presencia de elementos de corte, hilos de cobre para atar los envoltorios y el hecho de que tanto la cocaína como la marihuana secuestrada estaban fraccionadas son argumentos que la titular de la UFI 11 esgrime en contra de la versión de los reos.
Además, la Justicia comenzó a peritar la docena de teléfonos celulares secuestrados en busca de mensajes que vinculen a sus tenedores con la distribución de estupefacientes.
Allí la Fiscala espera reunir indicios que le permitan avanzar en la investigación hacia el centro de lo que considera una verdadera organización montada para vender drogas que tienen en los marginales detenidos al último y más débil eslabón de una cadena que imagina puede llegar a lugares insospechados.
En uno de los domicilios había un comprador, que lo único que dijo al momento de ser abordado por las autoridades policiales y judiciales fue: “Yo vine a comprar, llévenme preso si quieren. Pero yo no sé nada”. Luego se desdijo y no aportó dato alguno.
Uno de los detenidos, además, está investigado por corrupción de menores. “Hay chicas a las que las obligan a tener sexo a cambio de drogas”, se escuchó decir a quienes trabajan en el operativo. En efecto, se trataría de pacientes de un centro asistencial de recuperación de adictos que iban al barrio a buscar dosis, las que recibían a fuerza de ser sometidas sexualmente.
Con la causa en la mano, Pratti decidió liberar a los aprehendidos. Ya había “soltado” a uno el sábado, tras la indagatoria. Ayer, al cierre de esta edición, había excarcelado a tres personas más (ver recuadro).
Una historia que se repite
A poco de andar, el barrio Hermano Indio se convirtió en escenario de enfrentamientos armados, guarida de delincuentes, depósito de cosas robadas y enclave territorial para la disposición de bunkers donde se comercializa drogas “al menudeo”.
Los “dealers” son, en general, adictos. Jóvenes que no estudian, no trabajan, que crecieron en familias desmembradas, en medio de la pobreza extrema y en un espacio donde el Estado sólo llega con patrulleros y armas.
Adictos, pagan su consumo con la venta. Viven en casas usurpadas, con piso de tierra. Duermen en colchones raídos. Hacen sus necesidades en baños insalubres. Consumen drogas. No son aceptados por otros del barrio un poco menos “perdidos”. Crearon, en las últimas dos décadas, bandos enfrentados que resuelven sus conflictos a los tiros, mientras los más chiquitos los ven pasar armados y comienzan a creer que su único futuro también será ese: empuñar una tumbera para ver quién es el mejor.
“Desde Fiscalía veníamos trabajando distintas causas, por drogas y abusos de armas. Entendemos que hay un enfrentamiento entre bandas que se dedican a la venta al menudeo”, dijo Ramos a La Opinión en pleno operativo.
El martes por la mañana, cuando acababa de enviar el expediente al Juez Pratti y esperaba una resolución que resultó contraria a sus expectativas (ver recuadro), la Fiscala analizó: “Creemos que hay un único patrón. Estos –por los detenidos– pagan su consumo con la venta”.
La Justicia sabe que hay una lógica enraizada en estos territorios: quienes venden al menudeo nunca tienen grandes cantidades encima. Preparan las dosis que tienen que entregar ese día y juegan con la diferencia de peso para la calificación penal que separa la “tenenciasimple” para consumo personal y la “tenencia con fines de comercialización”, que es la grave.
“En las femeninas ellas tenían drogas en sus prendas íntimas y encontramos hilo de cobre para armar los envoltorios, con los elementos sumados podemos calificar como comercialización”, había dicho Ramos antes de enterarse que Pratti pensaba de otra manera y las liberó.
Ocho apresados, varios liberados
La Justicia ordenó la aprehensión de ocho personas, que esperaron hasta ayer entre rejas la decisión del Juez Pratti sobre su detención. El magistrado, a pesar de los elementos reunidos en contra de los imputados, comenzó a liberarlos y al cierre de esta edición ya habían recuperado la libertad al menos cuatro personas.
“Es una cuestión de evaluación de cada caso y lo que se encontró en cada domicilio”, dijo Ramos, que continúa reuniendo elementos para aportar a la causa.
Omar Roberto Blanco, de 43 años, domiciliado en Máximo Millán y calle 40, fue liberado ayer por la tarde.
También fueron dejadas en libertad dos mujeres que habían sido apresadas en el Hermano Indio: Stella Maris Salazar, de 40 años, sobrina del intendente –con quien, como ya consignó en varias oportunidades este medio, no la unía ningún tipo de relación más que la sanguínea–, madre de un conocido adolescente con trayectoria delictiva que apareció ahorcado en un descampado tras caer varias veces preso en pocas semanas por disparos, escapar en moto cuando llevaba un delivery de drogas y atacar a balazos a una chica para expulsarla de su casa; al igual que Salazar, Roxana Alejandra Morales, de 38 años, fue detenida en Balcarce 1550. Ambas tenían drogas entre su ropa interior y estaban alojadas en la Comisaría tercera de San Nicolás hasta que pasado el mediodía de ayer regresaron a sus casas.
Javier Alberto Cáceres, de 32, con domicilio en la cuarta casa del denominado Pasaje 1, el pasillo del Hermano Indio; Matías Díaz, de 23 años, apodado “El Tucumano” y cuyo nombre real es Federico Guillermo, aunque a todo el mundo le dice que deben llamarlo Matías, con domicilio en la cuarta casa del Pasaje 2; Alejandro Cáceres, 25 años, segunda casa del Pasaje 1; todos ellos en el mismo barrio.
Los otros dos detenidos son Ovidio Daniel Quinteros de 27 años, y Alexis Nahuel Vargas, de 22, ambos apresados en Alvear 820. El segundo, por cuestiones de salud, también recuperó la libertad.
Qué secuestraron
El operativo permitió incautar más de 380 gramos de marihuana, 215 gramos de cocaína, dos revólveres, dos escopetas, municiones, teléfonos celulares, y elementos de corte.