Dos años en búsqueda de Justicia
Aldo Daniel Pereyra tenía 16 años cuando encontró la muerte en un pub de nuestra ciudad. Un menor de 12 años con quien ya había mantenido algunas discusiones fue el único detenido tras el crimen. Luego de numerosas marchas y reclamos de justicia, los familiares y amigos de Pereyra siguen esperando una resolución pero ya sin contar con quien impulsaba el reclamo: Jacqueline Alzogaray, la madre del menor, falleció la semana pasada víctima de una penosa enfermedad. El menor acusado del crimen está libre y continúa incrementando su prontuario.
Hoy se cumplen dos años del crimen de Daniel Aldo Pereyra, ocurrido justamente, el 1º de Febrero de 2004 en el interior del boliche Tierra Media que funcionaba en 25 de Mayo, entre Saavedra y Ayacucho. Pereyra tenía, en el momento del crimen, 16 años, y según la “versión oficial” fue asesinado a puñaladas por un menor de 12 años con quien mantenía diferencias de larga data por cuestiones aparentemente amorosas: la novia de Pereyra en ese momento, una joven de 13 años, había mantenido con anterioridad una relación sentimental con el atacante.
Pereyra había llegado esa noche al boliche acompañado por cuatro amigos. En un principio no lo habían dejado ingresar, justamente, porque la semana anterior se había enfrentado con quien finalmente lo asesinó.
Cuando los amigos de Pereyra se fueron del lugar, las personas a cargo de la seguridad del boliche, lo dejaron ingresar al local. Pereyra fue al baño y atrás suyo ingresó el menor de 12 años, acompañado por otros amigos. Las versiones indican que primero le propinaron varios golpes de puño y una vez que Pereyra se encontraba en el suelo, el menor de 12 años le asestó varias puñaladas en el estómago que lo hirieron de gravedad. Sin embargo, no falleció en el acto, sino que increíblemente fue trasladado hacia la vereda del local, donde permaneció durante más de 20 minutos a la espera de una ambulancia o que alguien se decidiera a ayudarlo. La ambulancia nunca llegó, por lo que Pereyra fue trasladado al Hospital por un particular en su auto.
El joven ingresó al nosocomio con vida, pero la situación era muy delicada y el esfuerzo de los médicos no alcanzó.
A dos años de ocurrido el asesinato, también las marchas fueron en vano y los reclamos de justicia que se realizaron en numerosas oportunidades, las que fueron siempre encabezadas por la madre del menor fallecido, Jacqueline Alzogaray. Lamentablemente la semana pasada, se conoció la triste noticia de que la misma había fallecido a causa de una grave enfermedad. Los familiares y amigos de la víctima, se comprometieron a tomar la posta de esta lucha encabezada por Jacqueline en búsqueda de justicia. Daniel Pereyra, según los testimonios de quienes lo conocían, era un muy buen chico que nunca tenía problemas con nadie. En el momento de su muerte, se encontraba viviendo con su padre en el Barrio Hermano Indio. Se había mudado allí hacía solo unos pocos meses, ya que con anterioridad, vivía con su madre en el Barrio Scaduto. Daniel estudiaba Electromecánica, en la Escuela Técnica Nº 1, aunque algunos meses antes del crimen había decidido abandonar sus estudios.
La causa
Desde un comienzo la causa quedó a cargo del Juez de Menores, Dr. Emilio Luciano, quien, durante las primeras semanas le tomó declaración a más de 20 testigos. Entre ellos también se encontraban los propietarios del boliche: Guillermo Houriet y Víctor Hugo Ríos quienes negaron haber tenido participación en lo ocurrido y también haber estado en el local la noche del crimen. Sin embargo, varios testimonios dejaron entrever que la historia no era como la estaban contando. Es el caso de la prima de quien en ese momento era la novia de Pereyra. Ella comentó haber visto a uno de los dueños en el baño, y agregó que, al ver a Pereyra ensangrentado y tirado en el piso, se fue del lugar sin hacer nada. Otros testigos declararon que de uno de los dueños del local salió la orden de baldear la vereda para intentar borrar las huellas de la sangre perdida por Pereyra mientras se encontraba tirado en la vereda.
El boliche fue clausurado a la semana siguiente de ocurrido el crimen y sus dueños, decidieron desalojarlo rápidamente, bajo un profundo silencio. El menor fue encontrado culpable del crimen y, tras permanecer durante algún tiempo en libertad, fue trasladado a un Instituto en la localidad de Ramallo. Finalmente, el año pasado fue dejado en libertad y entregado a sus padres.
El presente
A dos años de la muerte del menor, continúan los reclamos de Justicia. En una época donde los crímenes cometidos por menores ya dejan de sorprendernos, al haberse transformado en moneda corriente, los amigos y familiares de Pereyra, buscan que el hecho no quede en el olvido, como sucede en la mayoría de los casos. Por ello, hace algunos días, y tras haberse conocido la noticia de la muerte de Jacqueline Alsogaray, las vidrieras y los alrededores de lo que era el boliche Tierra Media aparecieron empapeladas con afiches que reclamaban justicia a dos años del crimen.
La carrera delictiva del menor acusado del asesinato, que está próximo a cumplir los 15 años, no culminó allí. Desde la Comisaría local informaron que el mismo tiene numerosas entradas a la dependencia por delitos varios que van desde robo de bicicletas hasta asaltos a mano armada. Incluso, las versiones indican que fue él quien, hace algunos días, atacó una ambulancia del Hospital local, rompiendo una de sus ventanillas y provocándole heridas leves a su chofer.
La trama silenciosa
Un profundo silencio es el que tapa el cofre donde están los antecedentes del funcionamiento del boliche Tierra Media. Pese a las acciones iniciadas, nunca se explicó por qué el mismo estaba funcionando sin la habilitación correspondiente. Por entonces, mucho se habló de los “verdaderos responsables” señalando a quienes teniendo la obligación de asistir al menor herido y protegerlo en el interior del local, optaron por arrastrarlo a la calle y borrar las huellas que tal vez hubiesen servido para dar total esclarecimiento al hecho.
Jacqueline Alzogaray, nunca pensó que el menor de 12 años fuese el único responsable de la muerte de su hijo y por eso reclamó hasta el cansancio una investigación más profunda con la que se lograra asignar responsabilidades a quienes armaron un escenario ideal para el crimen. Tal vez el paso de los años, permita que decenas de menores que se encontraban en ese lugar, rompan el silencio, para que el crimen de Aldo Daniel Pereyra, ponga en su lugar a todos y no solo a algunos de sus responsables.