Dos meses después, Agustín tuvo cristiana sepultura
Tras el resultado del ADN que acreditó la maternidad de Gabriela López, el cuerpo del bebé fue entregado a la familia y sepultado en el cementerio de Santa Lucía luego de un responso en la iglesia de la localidad.
Cincuentinueve días después de haber sido asesinado por su propia madre, el cuerpo del pequeño Agustín López fue entregado por la Justicia y su familia pudo darle cristiana sepultura. Los tiempos de la Justicia, una vez más, transcurrieron mucho más lento de lo normal y la familia tuvo que esperar más de lo debido y sin entender algunas cuestiones que todavía aparecen pintadas de gris.
El caso Agustín perdurará en la memoria de los sampedrinos como una de las historias policiales más aberrantes e impactantes que se conocieran, superando si se quiere a otros hechos que involucraron a niños, como los casos Carolina Ayelén y Brisa Juárez.
En la noche del domingo Walter López, hermano de Gabriela López, recibió el oficio indicando que al día siguiente debía presentarse en la Fiscalía de San Nicolás para iniciar los trámites de entrega del cuerpo. Finalmente, cerca de las 16.30 del lunes, la familia recibió el cuerpo del bebé en la morgue del Hospital local, previo traslado por parte de Policía Científica.
Inmediatamente, el sacerdote Leonardo Gracia ofició un responso en la Iglesia de Santa Lucía y más tarde el cuerpo de Agustín fue sepultado en el cementerio local en medio de una congoja generalizada, quizás el momento de mayor quiebre emocional de quienes han sido afectados por esta situación y que durante todos estos días no habían podido realizar el luto como deseaban.
En un sencillo acto, con veinte familiares y vecinos presentes, el cura de la localidad ofreció las oraciones correspondientes, ante el silencio de los que acompañaron el pequeño féretro, dispuesto frente al altar.
Luego de los rezos por el alma de Agustín, la familia se quebró en llanto en la puerta de la Iglesia. La misma angustia sufrieron cuando en un sector del cementerio donde hay otras tumbas de pequeñas dimensiones los sepultureros depositaron los restos del niño, sobre el que la familia dispuso un ramo de flores blancas y al que se quedaron mirando durante largos minutos, entre llantos de dolor.
La familia López dejó el campo donde Gabriela enterró al pequeño luego de asesinarlo. Compraron una casa en el casco urbano de Santa Lucía, lejos de la vivienda donde los hijos y la nieta crecieron y a donde ya no quieren volver. “Perdimos una hija y un nieto”, dijo el padre, mirando a lo lejos, entre lágrimas.
Idas y vueltas
Increíblemente la causa parece estancarse en las propias irregularidades jurídicas que mostró desde un comienzo, cuando la Fiscal Padulo fue notificada dos días después de la denuncia efectuada por el supuesto padre Gerardo Sobrino. Mientras tanto, y según pudo confirmar este medio, solo dos personas han sido interpeladas: Sabrina, la hija de Gabriela López, y su novio. Resulta difícil entender por qué hasta el momento ninguna persona del entorno de la familia López ha sido citada a declarar, porque seguramente tienen mucho para contar.
Como se recuerda, el sábado 3 de octubre, el supuesto padre se presentó en el destacamento policial de Santa Lucía asegurando que su ex pareja, Gabriela López, de 39 años, había hecho desaparecer un bebé que supuestamente era el producto de una relación sentimental entre ambos, pero que habría concluido en diciembre del año pasado.
Sobrino se presentó ante la Justicia hace cuatro semanas y se le efectuó el examen de ADN para determinar si es el padre del pequeño Agustín. Aún se esperan los resultados, pero a esta altura de las circunstancias no sorprendería que el mismo resultara negativo, cosa que no haría más que aportar una nueva cuota de curiosidad y sorpresa a esta aberrante historia.
La historia de Gabriela
En el primer contacto con la policía, la mujer relató que el niño había quedado en poder de su padre, pero a los pocos minutos cambió de versión y relató pormenorizadamente cómo le había entregado el bebé de tres días a una mujer de unos 40 años, flaca y morocha, que dijo haber conocido unos cinco meses atrás en las puertas de la Casa del Niño.
Al día siguiente fue cuando visitó junto a su hermano Walter las oficinas de La Opinión y reclamó arrepentida la devolución de su hijo. Llamativamente, había asegurado que durante todos estos meses guardó el papelito en donde habría anotado el número de celular de esa señora, pero el mismo día en que la llamó lo perdió. Además decía haber borrado del registro de llamadas de su celular, en donde debería figurar el número de esa supuesta mujer.
Esta versión perduró pocos días porque al jueves siguiente la mujer se quebró y deslizó en medio de una crisis de nervios la más cruda realidad, la que nadie quería escuchar.
Mientras tanto, muchos se preguntan por qué López fue aconsejada a no declarar. A esta altura de las circunstancias, si lo hiciera y mantuviera los dichos de aquella mañana, obligaría a la Justicia tomar decisiones fundamentales y quizás determinantes para ir cerrando esta cruel historia.
Todo invita a las sospechas y a las supuestas complicidades que en cualquier momento podrían salir a la luz. Sigue siendo una incógnita la responsabilidad de la clínica en toda esta historia, dentro de la posibilidad de poder confirmar si la mujer asesinó al bebé adentro y se retiró de la misma con el hijo en el interior del bolso o si salió con el niño en brazos y lo asesinó fuera del lugar.
Con sólo analizar y pensarlo, siguen existiendo aristas que no cierran por ninguna parte. Por ejemplo, siendo la única persona que sabía del nacimiento, ¿cuál hubiera sido la reacción de su hija Sabrina cuando se diera cuenta que el bebé no estaba con su madre? ¿Por qué el compañero de trabajo esperó tanto tiempo para confiarle a Walter López que Gabriela le había contado que se venía a sacar un bebé muerto? Si Sobrino no es el padre, ¿qué pasará? ¿Ya se olvidó la Justicia de aquella combi blanca que merodeó los barrios buscando a un bebé? ¿Quienes eran?
Cambio de celda
Actualmente López permanece alojada, desde hace pocos días, en la Unidad Penal Nº 36 del barrio de Los Hornos en La Plata, dejando la Unidad Nº 8, donde fue llevada al principio. En la 36 fue alojada en un calabozo más cómodo, con todos los servicios y una atención puntual por sus dolencias abdominales y estado emocional. La Dra. Garro, Defensora Oficial de la detenida, presentó varios escritos para que su defendida sea trasladada a una clínica o a su casa, bajo el cuidado de la familia, que fueron rechazados. Temen por los efectos que pueda causarle la medicación que le están aplicando en Los Hornos y presentarán recursos para que le sea modificada.
Un prestigioso estudio jurídico se acercó a los López asegurando que por 50.000 pesos podrían devolver a Gabriela a la casa. La familia no cuenta con esa suma de dinero, pero el estudio insistió. Habrían propuesto que paguen una suma en efectivo y el resto en cuotas, hipotecando la única vivienda familiar que poseen.
Walter López visita semanalmente a su hermana, con la que también mantiene comunicaciones telefónicas. La encuentra desestabilizada emocionalmente, pero sin mayores problemas en la Unidad Penal.