Dos asesinatos en un día
El fin de semana la noticia convulsionó a la ciudad. En confusos hechos, fueron asesinados dos jóvenes. Para la Justicia no habría relación entre uno y otro.
Dos muertes en menos de 24 horas. Ya no es una novedad saber del grado de violencia que se vive en determinados barrios de la ciudad. Tampoco es un invento que existen bandas que tienen sus conflictos y que cuentan con sus propios códigos tumberos a la hora de defender territorio o dirimir alguna cuenta pendiente y ajustarlas a los tiros o golpes. Las situaciones son extremas y la vida no es un valor a tener en cuenta por los protagonistas de estos episodios.
El domingo se vivieron dos de los hechos más crudos y violentos que se recuerden en los últimos años, y que en algún punto tienen similitud con otras historias bañadas en sangre.
Por la mañana apareció el cuerpo sin vida de Leonardo Vicente López, de 30 años. Fue brutalmente golpeado y se ignora quiénes podrían haber sido los autores. A simple vista, se presume que el joven podría haber sido interceptado por una o varias personas y que comenzaron a golpearlo hasta provocarle la muerte. El hecho trajo a la memoria el asesinato de Alfredo Arroyo, producido el 26 de agosto de 2005. En aquella oportunidad se utilizaron métodos similares y sucedió a tan sólo cuatro cuadras de donde pereció López. El caso está caratulado como Homicidio.
Mientras tanto, en horas de la noche, un menor de 17 años falleció como consecuencia de la herida sufrida tras recibir un disparo de arma calibre 22. El hecho tuvo características totalmente distintas al acontecido en horas de la mañana y fue caratulado Homicidio y Abuso de Arma.
Domingo trágico
Un llamado a la Comisaría alertó sobre la presencia de un cuerpo sin vida dentro de una zanja con agua en calle Las Provincias al 1550. Efectivamente, en el lugar se halló a una persona asesinada a golpes en su cabeza. El cuerpo se encontraba desnudo, con un par de medias como toda vestimenta. Mientras tanto, en la calle quedó la piedra con la que lo habrían agredido y una enorme mancha de sangre teñía el entoscado y el calzoncillo de la víctima, que había sido arrojado a la misma zanja.
Nadie vio absolutamente nada, pero evidentemente el joven –que estaba prácticamente desfigurado– había sido brutalmente agredido. Pasaron varias horas hasta que su cuerpo fue reconocido, ya que unas veinte personas pasaron por el lugar pero nadie pudo identificarlo hasta cerca del mediodía, ya en la morgue del Hospital, cuando un grupo de familiares se acercó al lugar y finalmente lo reconocieron como Leonardo Vicente López, un hombre de 30 años, changarín y padre de tres hijos.
Efectuada la operación de autopsia, se determinó que López había permanecido boca abajo y que fue golpeado con una piedra en la nuca en varias oportunidades, lo que a su vez produjo las heridas en su rostro, que dio contra el piso. Una vez muerto, fue arrojado a la zanja.
El examen estableció que López falleció por los golpes recibidos y no por asfixia e inmersión, como se especuló en un momento, ya que cuando fue depositado en el agua se encontraba sin vida. De todos modos, se encontraron rastros de barro en la traquea, pero de ninguna manera podría haber sido la causante de su muerte.
La hipótesis “López”
Este caso presenta mayores complejidades que el de Arroyo, ya que, por un lado, se lo vinculaba a una riña callejera y, por el otro, se habla también de un posible ajuste de cuentas. Lo que no pudo establecerse aún es si López era el destinatario de la agresión o terminó siendo una víctima secundaria.
Fuentes confiables aseguraron a La Opinión que no sería descabellado descartar la presencia de una segunda persona que estuvo en el lugar junto a Leonardo López pero que logró zafar de los agresores. Hay quienes aseguran que el asesinado no iba solo en el momento del hecho y que esta persona recibió una gran golpiza al igual que él, pero que por el momento no ha aparecido, y quizás por temor o quién sabe por qué otros motivos se habría ausentado de los lugares que suele frecuentar. De comprobarse esta pista, sería determinante para la investigación que esta persona aparezca, ya que hasta se lo podría vincular al homicidio y, por qué no, pensar en la hipótesis de una reyerta entre ambos, pues en el lugar del hecho también se halló un arma blanca que bien podría ser del propio López o de sus agresores. Lo cierto es que este sujeto, que podría haber estado en el lugar del hecho, se escondió y nadie puede aseverar por qué.
De tiros y de muerte
Ese mismo día, aproximadamente a las 23.00, a dos cuadras de donde se produjo la muerte de López, se originó un increíble ataque armado donde falleció el menor Joaquín Emanuel Cresta, de 17 años. Según testigos, dos personas que se movilizaban a bordo de una moto gris fueron las que dispararon a su paso sobre un grupo de jóvenes que se encontraba en el patio de una vivienda de la calle Aulí al 1080, propiedad de Víctor Farías. Se escucharon al menos tres disparos. Uno de ellos dio en el brazo izquierdo, penetrando la axila e impactando en el corazón de Cresta, quien caminó unos metros y cayó delante de sus amigos. La víctima fue trasladada a la guardia del Hospital, pero la herida era demasiado grave y falleció de inmediato.
Más allá de las conjeturas que se manejan, el hecho en sí podía preverse, porque no es la primera vez que se producen episodios similares en ese lugar, donde se han registrado violentos incidentes armados en los últimos meses y las personas vinculadas en este caso no serían ajenas a esos enfrentamientos.
En la tarde del lunes se efectuaron tres allanamientos. Uno de ellos en una vivienda cercana a la casa de los Farías, donde se detuvo a Lucas Crespiens, de 24 años, sindicado como el autor material del hecho. A las pocas horas se determinó su detención, pero ante el Fiscal Tempo se negó a declarar. Crespiens tiene como abogado al Defensor oficial Dr. Parigini.
Las hipótesis “Cresta”
Con dos hechos tan aberrantes y por las cercanías de un lugar con otro, algún desvelado se animó a pensar que ambos casos podrían estar relacionados, que algunos de los jóvenes reunidos en la casa de los Farías podrían haber visto la agresión sufrida por López y no era conveniente que hablaran, o hasta que los disparos contra la casa de Farías fue en venganza por lo ocurrido a la mañana.
El Fiscal Ariel Tempo cortó camino y aseguró que por el momento no existen indicios para relacionar un suceso con el otro. Lucas Crespiens se negó a declarar ayer cuando se presentó en la Fiscalía de San Nicolás y se barajan diversas presunciones sobre el episodio.
Con respecto al “Caso Cresta”, la situación es mucho más clara, ya que se trataría de personas que no es la primera vez que se agreden entre sí, aunque se ignora para quién era el disparo, puesto que eran tres los jóvenes que estaban reunidos en lo de la familia Farías y sufrieron los disparos, uno de los cuales alcanzó a Cresta y le produjo la muerte.
La Justicia analiza dos hipótesis: por un lado, un ajuste de cuentas; y por otro, la posibilidad de un típico caso pasional, por la supuesta relación que afectaría a uno de los involucrados.
El caso Arroyo
El 26 de agosto de 2005, en la esquina de Ruffa y Javier Ribero, en pleno barrio San Miguel, apareció asesinado Alfredo Arroyo. El caso presentó una modalidad similar a la del caso López. Quizás hasta respetando los códigos propios del lugar: desnudo, con las medias puestas y el rostro desfigurado. Sería muy apresurado hablar de los mismos autores, pero existen parámetros idénticos: a Arroyo le dieron la cara contra la pared de una vivienda, y a López contra el piso; los dos fueron despojados de su vestimenta; las dos víctimas aparecieron con las medias puestas.
El caso Arroyo se resolvió en la misma tarde del hecho, cuando en una vivienda del barrio El Caserito se detuvo a Leandro Sabino, quien en juicio abreviado fue condenado a ocho años de prisión. El 2 de enero de 2008 fue beneficiado con salidas transitorias y el 24 de septiembre del mismo año se le concedió la excarcelación. Le sirvió de poco, porque el 11 de junio de este año habría participado del asesinato de Fabián Pereyra y volvió a la cárcel.