Dolor y recuerdo de las víctimas tras la detención de “Gaby” Mendoza
Gabriel Mendoza fue detenido el 18 de mayo pasado en Villa Las Flores, Rosario. La Opinión dialogó con Manuel “Lele” Incisa y Martha Fontes, víctimas directas e indirectas de dos de los hechos más aberrantes perpetrados por el joven delincuente. Contaron cómo continúan adelante con sus vidas frente a la decisión judicial que lo había dejado nuevamente en las calles. Mientras Incisa intenta olvidar, Fontes prefiere recordar para siempre.
Manuel “Lele” Incisa Di Cameranna llegó hasta la redacción de La Opinión y lo primero que advirtió es que sólo hacía “acto de presencia”, ya que tomó conocimiento de la detención ese mismo día. “Era muy chico, un perverso y psicópata”, disparó Incisa y aclaró: “Prefiero no recordar nada, no volver a revivir ese momento. En mi casa no recordamos el tema, ni con mi mujer, ni mis hijas”.
El 6 de octubre de 2006, Gabriel “Gaby” Mendoza ingresó a la vivienda del matrimonio Incisa junto a Jorge “Tilito” Negrete, cuando apenas tenía 16 años. Primero los ladrones obligaron a la pareja a subir al primer piso, pedían insistentemente dinero y los golpeaban con lo que tenían a su alcance. Rompieron todo lo que encontraron a su paso y sometieron a maltrato físico y verbal, no conformes con las joyas que la mujer les ofreció. Lo único que finalmente se llevaron fue un total de 500 pesos en efectivo, una cámara de fotos y dos relojes. Los delincuentes secuestraron a Incisa, maniatado lo retiraron de su vivienda y durante más de una hora, su esposa Cristina no supo la suerte de su marido.
Mendoza y Negrete lo subieron al asiento trasero de su propio Toyota Corolla y lo obligaron a ocultarse. Después de un largo recorrido por la ciudad, finalmente lo abandonaron en inmediaciones del Aeroclub. Golpeado y desorientado, Incisa logró llegar a una vivienda donde lo asistieron y llamaron a la policía. Un móvil llegó a buscarlo y lo trasladó a su domicilio para reencontrarse con su esposa, que aguardaba novedades con desesperación. Allí los vecinos se habían acercado para brindarles apoyo y un médico amigo los asistió por las heridas sufridas, que fueron numerosas.
“La Justicia es una mierda, ya no confío en la Justicia”, sostuvo Incisa y se refirió al seguimiento que hicieron sobre el accionar de Mendoza: “Nosotros sabíamos que lo tenían cercado hace tiempo por los medios, pero no supimos más nada de él”. “Con mi mujer no hablamos más del tema, tampoco con mis hijas”, explicó, y recordó la movilización multitudinaria que encabezaron por las calles de San Pedro junto a la abuela de Aldo Daniel Pereyra, de la que participó Juan Carlos Blumberg. “Con el paso de los años el tema siempre da vueltas en la cabeza y recordás ese momento, a los dos psicópatas que nos golpearon salvajemente y que pegaban por pegar”, expresó y agregó: “Sentimos que hay que olvidar todo, o al menos eso tratamos, fue algo muy desesperante”.
“Intento no revolver al pasado, no revivir todo lo que pasó”, insistió Incisa y aseguró: “Para ellos no vale su propia vida, menos va a valer la de los demás. Lamentablemente son cosas que suelen pasar. No sé qué pena le darán ahora, con todo lo que produjo después. Yo creo que dentro de uno o dos años va a estar libre de nuevo, con la Justicia que tenemos acá, hoy te matan por la calle para sacarte 20 pesos, un par de zapatillas o un celular. Ya no hay códigos”.
“Empezamos a sentir
que hay Justicia”
Daniel Pereyra fue asesinado en el local bailable “Terra Media”, cuando apenas tenía 16 años. Su asesino fue un menor de 12 años que lo apuñaló y huyó del lugar. Ese pequeño, que nada tenía que hacer dentro de un boliche bailable, era Gabriel Mendoza.
“Empecé a leer todos los recortes de diario, desde la muerte de mi nieto, y realmente es mucho el daño que ha hecho”, indicó Marta Fontes, abuela de Pereyra, quien desde hace diez años recorre las calles empapelando San Pedro con la cara de su nieto, para que nadie lo olvidó.
A diferencia de Incisa, Fontes aseguró “que la justicia está actuando muy bien con respecto a Mendoza, desde que cumplió los 18 años, ya que cuando mató a Aldo Daniel, era menor de edad”, y aseguró: “A mí me cuesta decir que me alegro, porque no me alegro, pero lo que de corazón quiero es que nadie más sufra, porque la justicia que yo reclamo año a año no va a venir nunca, pero que no sufra nadie más”.
“Pienso que después de tantos años se empieza a hacer un poco de justicia para nosotros también”, aseguró Marta y explicó: “De una u otra forma tiene que pagar por lo que hizo y pienso que la Justicia está actuando para todos los que caímos en las manos de él”, e insistió: “Fueron muchas, realmente muchas las víctimas, y siento que con lo que está haciendo la Justicia, está pagando todo lo que hizo desde los 12 años”.
Tal vez también signifique justicia para la muerte de Marimarcel Jaqueline Alzogaray, madre de Daniel Pereyra, quien falleció el 22 de enero de 2006 producto de un cáncer fulminante que despertó luego del asesinato de su hijo.
Fueron muchas las víctimas de Mendoza, incluso antes del asesinato de Pereya y luego de la salvaje golpiza a la familia Incisa.
En apenas tres meses participó del violento asalto a la familia Gorosito y la “entradera” a la familia Lavanchy, en Santa Lucía. Fue denunciado por amenazas y disparos en la vía pública, incluso contra la propia Policía, y por el incendio de viviendas y automóviles. Los disparos contra Pedro Lineros, luego de que éste apuñalara a Gastón “Chizito” Cabrera, fueron los últimos que efectuó en San Pedro, antes de fugarse y ser detenido en Rosario.
Nadie devolverá la vida a Daniel Pereyra ni la tranquilidad a las familias Incisa y Gorosito, como a ninguna de las víctimas de Mendoza. Pero muchas de ellas, confían en que esta vez, habrá justicia.