Detenidos por drogas: Por qué las escuchas telefónicas fueron determinantes
Los 13 allanamientos que tuvieron lugar la semana pasada en el marco de una investigación por venta de drogas llegaron con las órdenes de detención para siete de los nueve apresados. Aunque no hubieran encontrado ningún elemento relacionado con el delito investigado, los hubieran detenido de todas maneras, porque las escuchas telefónicas ya habían certificado que se trataba de una banda dedicada a la comercialización de estupefacientes.
La Justicia avanza en la causa por comercialización de estupefacientes que derivó, tras nueve meses de investigación, en la detención de ocho personas en 13 allanamientos que tuvieron lugar la semana pasada en diversos domicilios de la ciudad.
En los allanamientos secuestraron alrededor de 40 gramos de cocaína, armas, dinero en efectivo y teléfonos celulares cuyo análisis permitirá extender la investigación a otras personas que pudieran aparecer en mensajes de WhatsApp y llamadas registradas.
Aunque la cantidad de droga secuestrada no es significativa para lo que la Justicia considera que se trata de "una banda" dedicada a la venta de estupefacientes, los allanamientos llegaron con órdenes de detención para siete de los nueve apresados.
Las escuchas telefónicas que duranta nueve meses registraron en la Fiscalía N° 1 del Dr. Patricio Múgica Díaz, tematizada en este tipo de delitos, revelaron el accionar de los integrantes de la "banda de la familia Villarruel", por lo que, de todas maneras, el viernes por la noche vinieron a detenerlos.
El dato inicial fue que “César ‘Chino’ Villarruel tenía un bar en la costa donde comercializaba drogas”, reveló a La Opinión el instructor judicial De la Torre. Abierta la investigación, lograron conectar que estaba involucrada su hermana, Stella Maris. Luego detectaron que su pareja, Agustín Gómez, también participaba. Finalmente, llegaron al proveedor: Sergio Ariel Sosa, hijo de Stella Maris y sobrino del Chino.
Con esos datos, el Juzgado de Garantías interviniente autorizó intervenir los teléfonos y empezó la fiesta de las escuchas, en las que hay de todo. Por ejemplo, una grabación de una llamada entre madre e hijo, que dura alrededor de 15 minutos, reveló casi todos los detalles necesarios para involucrar al resto de los detenidos en la banda.
Allí, el proveedor –que según consta en el expediente solía traer la droga en habituales viajes que hacía en una empresa de transporte de pasajeros, sin que nadie se percatara de lo que llevaba en su bolso– y la cabecilla de la red de vendedores locales repasan uno por uno los miembros del grupo.
En esa escucha revelan con lujo de detalles la operatoria cercana: a quién le correspondía cuánta cantidad y de qué drogas, cuánto dinero representaba y cuál era la deuda de cada uno de los dealers que se ocupaban de la distribución del cargamento que traía Sosa a la casa de su madre y que ella repartía para la posterior venta.
“A nosotros nos llama mucho la atención que no se cuiden, que hablen con total normalidad de tema”, dijeron desde la Fiscalía que trabaja en el caso. En las escuchas habría nombres y cargos con los que los detenidos “chapeaban” para garantizarles a sus interlocutores que no había nada de qué preocuparse.
Los detenidos son Stella Maris Villarruel, de 46 años, domiciliada en San Lorenzo 2260; su hermano César “Chino” Villarruel, de 38 –que salió de la cárcel el año pasado tras estar detenido dos años acusado de un homicidio del que luego fue absuelto–, con domicilio en Saavedra ; el hijo de Stella Maris, Sergio Ariel Sosa (30), señalado como el proveedor, con domicilio en Loma Hermosa, partido de San Martín, en el conurbano bonaerense.
También la pareja de Stella Villarruel, Agustín Daniel Gómez, de 21 años, nacido en La Matanza y domiciliado en Alvarado 1270 son los detenidos de la banda que forman parte de la red familiar, a la que debe sumarse a Nelson Moises Benítez, de 32 años, domiciliado en Güemes 1407, quien fue apresado en calidad de aprehendido.
A ellos, se suman otros tres detenidos, todos acusados del mismo deito: fomar parte de una banda dedicada a la venta de drogas en la ciuda. Son Leonel Albanese, de 20 años (Liniers 516); y Federico Raúl Confortola, de 32 (Ruiz Moreno 565).