Detectan agrotóxicos en el agua que escurre de campos sampedrinos
Una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA desarrollada en el campo que esa institución tiene en la zona rural de San Pedro detectó la presencia de “glifosato y atrazina que se habían aplicado en un lote de soja 6 meses antes” cuando experimentaron el escurrimiento de agua de lluvia. El hallazgo forma parte de un informe relacionado con la erosión de los suelos.
Un informe sobre el avance de la degradación de los suelos difundido por Sobre la Tierra, el servicio de divulgación científica de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, da cuentas del adelanto de una investigación cuyos resultados surgen de experimentos desarrollados en San Pedro y que generan preocupación.
“En San Pedro medimos la presencia de agroquímicos en el agua que escurre por la superficie del suelo después de lluvias intensas simuladas experimentalmente. Los resultados son claros: detectamos la presencia de glifosato y atrazina que se habían aplicado en un lote de soja 6 meses antes. Creo que esto nos debe mover a pensar”, dijo el titular de la cátedra de manejo y conservación de suelos.
La Facultad de Agronomía de la UBA posee un campo en la zona rural sampedrina, “representativo de la pampa ondulada”, que posee sectores altos, intermedios, bajos y la orilla del arroyo El Tala, que les permiten desarrollar este tipo de investigaciones.
Allí estudian desde hace años los procesos físicos de degradación del suelo, en particular lo que tiene que ver con la erosión hídrica. “En los últimos años detectamos, usando imágenes satelitales, que en la cuenca hubo un cambio en el uso de la tierra, en especial en algunos sectores del plano aluvional, donde hasta el presente no se había hecho agricultura”, explicó el ingeniero.
En ese sentido, indicó que en muchos lugares donde había pastizales naturales ahora hay cultivos “con rendimientos erráticos y con dificultades para el tránsito de las máquinas cuando el suelo está húmedo”.
El investigador explicó a esa publicación que hay factores que favorecen la degradación y la contaminación ambiental. “Si cae un aguacero de 80 milímetros en una hora y el suelo puede absorber sólo 25, los restantes 55 milímetros van a producir daños por más siembra directa que haya”.
Al respecto, señaló que, al moverse, el agua toma velocidad y erosiona, “además de llevar partículas ricas en nutrientes y en los agroquímicos que le aportamos al suelo por nuestra forma de producir”.
En el marco de esa explicación reveló que en San Pedro midieron la presencia de agrotóxicos en el agua que escurre por la superficie del suelo. Lo hicieron a través de lluvias intensas que fueron simuladas de manera experimental. Los resultados fueron “la presencia de glifosato y atrazina”.
El profesor Celio Chagas
El investigador es profesor titular de la cátedra de Manejo y Conservación de Suelos que se dicta en la carrera de Agronomía y en la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
“Tanto los agrónomos como los licenciados quieren producir sin dañar el ambiente. Por eso es clave enseñarles los procesos de degradación del suelo, sus fundamentos y cómo un uso inadecuado de la tierra afecta la productividad y el ambiente”, considera el docente.
Para Chagas, “El papel de la universidad, del INTA y del CONICET debe ser generar el conocimiento necesario para que cada año, las nuevas generaciones de agrónomos y de licenciados en ciencias ambientales tengan más elementos para hacer un ordenamiento territorial lo más racional posible”.