Destino trágico para una familia
Una familia quedó destrozada tras un accidente de tránsito en el que perdieron la vida tres de los cuatro ocupantes de una moto. Es uno de los más trágicos hechos que se recuerden en la ciudad y se suma a los continuos choques protagonizados por motos y sin casco. Entre las víctimas hay un niño de dos años. El conductor del vehículo quedó libre a las pocas horas. Conmoción y repudio.
Se hace muy difícil comprender y tener que explicar semejante acontecimiento cuando están en juego un sinfín de cuestiones que envuelven a una tragedia.
La negligencia y la irresponsabilidad parecieron ir de la mano y rememoraron otros casos que enlutaron a la ciudad, algunos de ellos aguardando aún que haya justicia, a pesar del tiempo transcurrido.
El domingo en un terrible accidente se apagaron tres jóvenes vidas en medio de una situación comparable con las peores tragedias viales que ha tenido que soportar la ciudad, a la altura de los casos “Rolfo” o “Vicky González”, por recordar apenas algunas situaciones que enlutaron las calles y rutas sampedrinas.
La Ruta Provincial 191 se cobró tres nuevas víctimas. Los fríos números estadísticos de poco sirven pero vuelven a poner de manifiesto el riesgo que ocasiona ese camino, que con el paso de los años se ha cobrado una cantidad estremecedora de vidas.
Los vuelcos, choques y despistes fatales, con la participación de motos de toda clase de cilindrada, figuraron como la principal causa de las tragedias ocurridas en los últimos años. En ese mismo lugar, metro más metro menos, se han ocasionado graves accidentes fatales y otros no tanto, pero siempre poniendo en cuestión sus condiciones y la desidia de quienes conducen.
Los últimos accidentes acontecidos en la Ruta 191 fueron en su mayoría provocados por algun error humano siempre presente. El choque frontal entre una moto y un auto que venía picando sobre la “Curva de la muerte” el año pasado, y la muerte de una persona que cayó de su moto y golpeó con la cabeza sobre el piso llevando el casco colgado del manubrio, hace cuarenta días atrás, pintan de lleno cuanto tiene que ver la mano del hombre en estas cuestiones.
Quedarán para más adelante los cuestionamientos sobre las medidas de seguridad utilizadas, por la falta de uso del casco y el descontrol que existe sobre ese camino provincial. Lo que será difícil de comprender y tener que aceptar es “la injusticia” de estos casos, y que no tiene que ver con las decisiones de las autoridades de turno sino con las leyes que están al alcance de cada cuestión. En estos casos siguen beneficiando a quienes provocan las tragedias. Justamente, los casos “Rolfo” o “Vicky González” nunca tuvieron ni tendrán condenados; el caso “La Hiena Barrios” en Mar del Plata es un ejemplo similar, y lamentablemente aquí sucederá lo mismo.
Una tragedia detrás de otra
La explicación a todo esto es la tragedia de la Ruta 191: fue la peor noticia en las rutas sampedrinas en años. El domingo, pasadas las 17.30 Hs. se produjo uno de los accidentes vehiculares más terribles que ha tenido que soportar la ciudad, por sus características y porque terminó destrozando a toda una familia.
Sucedió en inmediaciones del establecimiento Siete Robles Polo, a unos 1.000 metros de la “Curva de la muerte”, cuando regresaban de las picadas clandestinas que se realizan en inmediaciones del sector conocido como “La Curva de los dos machos”. En ese lugar colisionaron de frente una moto Honda 125 cc. y un automóvil Volskwagen Gacel. La moto, en la que viajaban cuatro personas, se dirigía en sentido a San Pedro, mientras que el vehículo, guiado por Marcos Becerro de 33 años, oriundo de Pueblo Doyle, viajaba en dirección a la Ruta 9.
Según testigos, el rodado mayor habría intentado pasar un camión sin advertir que por la otra mano se dirigía la moto. El impacto fue terrible y como consecuencia tres personas perdieron la vida: un hombre de 40 años identificado como Leonardo Ojeda y su hijo Bautista de sólo 2 fallecieron en el acto; las otras dos personas fueron trasladadas a la guardia del Hospital, María Luján Casas de 28 años, esposa y madre de las víctimas, y otro niño de 5 años de nombre Nahuel Ojeda. Lamentablemente, en las primeras horas del día siguiente también falleció la mujer como consecuencias de las graves heridas sufridas.
En el lugar se vivieron escenas desgarradoras y de mucha confusión. Algunas personas arremetieron contra el conductor del vehículo que chocó contra la moto y el rodado mismo, aplicándoles golpes de todo tipo en repudio a lo acontecido. Becerro fue trasladado a la Comisaría local, en donde sólo fue demorado y a las pocas horas fue dejado en libertad.
El Fiscal de Instrucción de San Pedro, Marcelo Manso, explicó que la carátula es Homicido Culposo, y el delito es excarcelable. “Yo entiendo la desesperación de los familiares pero hay que actuar en torno a las leyes y acá sucedió eso. Es por eso que el conductor quedó libre”, dijo el funcionario.
Con respecto al pequeño Nahuel, permanecía internado en el Hospital local evolucionando de los traumatismos sufridos en su cabeza.
La familia Ojeda está compuesta por otras dos mujeres, de 10 y 12 años, que esa tarde se habían quedado en otro lugar. Se trata de vecinos conocidos y respetados, habitantes del barrio Bajo Puerto. Familiares, amigos y vecinos los acompañaron en estos momentos de profundo dolor. El lunes, los tres cuerpos fueron velados y sepultados en el cementerio local en medio de la congoja y pesar ocasionado por semejante fatalidad.
Historias imborrables
Un elevado índice accidentológico acompaña a la triste historia de tragedias en las calles y accesos a la ciudad. Son muchos lo siniestros que diariamente se producen y un gran porcentaje involucra directamente a las motos.
Con el pasar de los años el nivel de accidentes ha ido en aumento pero en medio de cada uno se han desatado casos fatales que perdurarán en la memoria de todos, por sus características y consecuencias.
Uno de los accidentes que quizás encabeza este triste historial es el acontecido el 17 de junio de 1993 en la esquina de Quiroga y Mitre, donde un joven de 16 años llamado Diego Rolfo viajaba en moto y en esa esquina fue embestido por un vehículo guiado por Leonardo Fernández (en ese momento menor de edad). El choque fue de semejante magnitud que el rodado mayor arrastró la moto hasta las puertas de la Biblioteca Popular provocando el deceso de Rolfo debido a las graves heridas sufridas. Ese hecho provocó mucha bronca y consternación.
El 6 de febrero de 1999, Virginia González se encontraba junto a su novio en la esquina de 25 de Mayo y Balcarce vendiendo panchos en su tradicional carrito. Un vehículo Alfa Romeo conducido por Facundo Musante, que presuntamente circulaba a alta velocidad, impactó de lleno contra un Peugeot 504 que guiaba Pablo Pascual. La alevosía con la que chocó el auto importado hizo que el desprevenido 504 se descontrolara y se dirigiera directamente hacia donde estaban Virginia González, quien falleció a las pocas horas.
El 2 de marzo de 2003, una familia regresaba a su casa y en la esquina de Belgrano y Saavedra fue embestida por un Renault 12. A las 03.30, el automóvil que conducía Diego Alberto Stringhini, un joven que en aquel momento tenía 18 años, impactó sobre dos motocicletas en las que circulaba la familia Navarro, provocando la caída de los ocupantes y desestabilizándose al deslizarse contra una de las veredas. Leonardo Navarro de 7 años y Oscar Navarro de 30 sufrieron heridas de gravedad y debieron ser trasladados a un centro de mayor complejidad. También resultaron heridas la esposa de Navarro, Marisa Astorga de 31 años, otro de sus hijos, Facundo de 2 años, y Diego Navarro, hermano del primero, de 19. Este accidente dejó como saldo el fallecimiento del menor de 7 años a los pocos días del accidente.
El 11 de abril del año pasado, un mensajero que viajaba en su moto sobre la Ruta 191, sobre la “Curva de la Muerte”, fue embestido de frente. Leonardo Castro de 33 años, fue chocado por un auto Fiat Uno negro conducido por Luis Eduardo Sánchez, de 21 años, que circulaba en sentido a la Ruta 9, por la mano contraria y participando de una picada con otro vehículo. “En los años que estamos trabajando en esto, jamás habíamos visto una víctima de estas características. Nunca había visto una herida expuesta como la que sufrió en el pie”, decía en ese momento el Dr. José Herbas. Castro y la moto fueron a parar a unos 20 metros de donde se produjo el impacto, quedando sobre la zanja y dejando pedazos del vehículo sobre toda la ruta. Este joven, aún permanece en recuperación.
El 9 de diciembre de 2009, el niño Thiago Abrahan, de un año y medio, perdió la vida luego de que la moto en la que viajaba con su padre y su tío perdiera el control tras esquivar un perro que se les cruzó en las calles de Santa Lucía.
Los protagonistas de accidentes en moto no llevaban casco. “El mensaje es que no se puede andar sin casco, con chicos, de a tres o cuatro arriba de las motos”, dijo el Subsecretario de Salud Julio Caraballo.
“Eran 40 motos que se nos venían encima”
Desde hace varios meses existían datos sobre la realización de picadas clandestinas en la recta que se ubica entre la Curva de los Dos Machos y el camino que conduce al Aeroclub. Quienes conocen del tema aseguran que allí se reúne una verdadera multitud.
Ricardo, un vecino que fue testigo de lo acontecido en la Ruta 191 relató con detalles lo vivido en la tarde del domingo: “Yo viajaba en sentido a la Ruta 9 y me encontré con unas 40 motos que se nos venían encima. Detuve la marcha porque pensé que me los chocaba y allí observé que algo pasaba, cuerpos habían quedado tendidos sobre el piso. Había mucha confusión en el lugar y algunos jóvenes que llegaron estaban muy violentos y me querían pegar pensando que yo era el que manejaba el auto. Ahí traté de calmarlos y de hacerlos recapacitar, que había que atender a las víctimas. Yo agarré y le tuve la cabeza al más chico, quien me dijo que se llamaba ‘Pipo’, así hasta que llegó la ambulancia”.