Raquel Bernardi fue sepultada junto a su hijo, ambos fallecidos con coronavirus: son cuatro las familias que perdieron más de un integrante
Este martes, a las 10.00 de la mañana, en el Cementerio local, fue sepultado el cuerpo de Raquel Bernardi, la última paciente con COVID-19 fallecida en San Pedro. Tenía 66 años y sus restos reposan en el mismo sitio que los de su hijo, David Saccá, de 28 años, quien también murió con coronavirus. En lo que va de la pandemia son varias las familias que perdieron a más de un integrante tras el contagio.
Desde que comenzó la pandemia de coronavirus COVID-19, San Pedro lleva 23 personas fallecidas que en su certificado de defunción tienen entre las razones de su muerte el virus que tiene paralizado al mundo desde que apareció en noviembre en China.
Este martes, en el Cementerio local, sepultaron los restos de Raquel Bernardi, de 66 años, la última víctima fatal registrada entre los sampedrinos. Su cuerpo fue depositado en el mismo sitio donde reposa el de su hijo, David Saccá, de 28 años, quien murió, también contagiado, el 24 de agosto pasado.
La famlia Saccá Bernardi tuvo en su seno al hijo mayor de Raquel, de 30 años, empleado de Papel Prensa. Los tres habían sido aislados en el Complejo Turístico Municipal del ex Tiro Federal. No fueron la única familia a la que el coronavirus llevó a perder a más de un miembro.
La primera muerte que se registró en San Pedro de un paciente con coronavirus fue en la localidad de Río Tala: Ricardo Piris, de 83 años. Fue el 30 de junio. Ocho días después falleció su yerno, el reconocido pastor evangélico Oscar "Cacho" Rodríguez, de 58 años.
Otra familia que sufrió la pérdida de más de un integrante fue la Clapcich Sallustio. El querido profesor y exdirector de la escuela Industrial Roberto Clapcich, de 77 años falleció el miércoles 5 de agosto. Su esposa, Mirta Sallustio, murió el sábado 29, a los 76.
El domingo pasado falleció Jorge Epelde. El famoso "placero" que tenía a su cargo, como empleado municipal, el mantenimiento de la plazoleta Fray Cayetano Rodríguez. Tenia 65 años y había lamentado, el 6 de agosto, la muerte de su cuñado, Manuel Novo, hermano de su esposa María Rosa.
Cada una de estas familias, golpeadas por la tragedia del contagio de una enfermedad desconocida que provocó la alerta sanitaria mundial, representan casos que deben poner en advertencia a toda la comunidad, como reclaman los médicos.
El coronavirus provoca muertes, destruye familias, provoca tristeza y dolor en vecinos, amigos, allegados. Ya lo habían advertido semanas atrás miembros del Equipo COVID que aseguraron a La Opinión que más de la mitad de quienes llegaban a terapia intensiva no salían con vida.
Lo reforzó el sábado en Sin Galera la jefa de la unidad de terapia intensiva del sanatorio Coopser y terapista del Hospital, Romina Savoy, cuando señaló que el problema del sistema sanitario es el escaso recurso humano, más allá de los respiradores y las camas.
El lunes, el secretario de Salud, Guillermo Sancho, fue explícito en la conferencia de prensa: Yo ya firmé 23 actas de defunción. El que no crea, que me acompañe un día a mí, que venga a una terapia intensiva y que esté unas horas con nosotros".