Despedida y Replanteo
La multitudinaria y sentida despedida al Dr. Raúl Alfonsín y las manifestaciones públicas y privadas de pérdida de un gran referente en la historia de nuestro país obligan a replantear la actitud y la conducta de toda la clase política.
Quedó bien claro que lo que se valoró en cada acto y en cada frase no fue su gobierno. El resaltar su hombría de bien seguramente enorgullece a familiares, amigos y seguidores, más deja una sensación amarga en detrimento de los políticos en general.
Nuestro muy alicaído nivel de percepción, la necesidad imperiosa de alguna opción mejor, quizá la inexperiencia por los pocos años de democracia, mucho de ignorancia y la carencia absoluta de alternativas, llevó al país a deambular en forma alternante entre las mayores de las corrupciones y los más negligentes y minusválidos. Un desfile donde se amalgaman los dispuestos a todo lo que pudiera otorgarles una tajada y el más destacado de los inoperantes.
Una clase política sin clase que deja aflorar sus resentimientos en la agresividad de sus discursos, enardeciendo a propios y contrarios, fogoneando la violencia social y alejándose del consenso con la idea de que ceder es sinónimo de debilidad. Una clase política que bien pregona por los derechos humanos de los desaparecidos, pero a su vez manda encubiertamente a reprimir con matones de poca monta cuando el reclamo de algún sector les produce cierto prurito. Se habla de libertad cuando el grueso de la población permanece encarcelado y limitado, desamparado ante la -ya inoculta- falta de seguridad y Justicia. Una clase política que destila vulgaridad en cada gesto, cada actitud y cada debate, que esconde tras vanidad y soberbia su falta de ideas, basando su poder en chicanas y aprietes. Políticos descarados que hace años se empeñan en ostentar riquezas ante la vista de un país por ellos saqueado y al límite.
Una clase política sin clase… Mientras algunos dominan, otros esperan su turno jugando a las escondidas y mirando de costado. Pisando donde esté más firme. Dispuestos a cambiar de bando tantas veces como sea necesario, recostándose del lado que suban las encuestas. Sin otro ideal que el de vivir con y del poder.
Es en este paisaje donde crece la figura del ex-Presidente. Su gobierno seguramente tuvo grandes aciertos y tremendos yerros que costaron caro. La percepción es que hoy se enaltece su austeridad, la fidelidad a sus convicciones, su carácter de luchador, su ser respetuoso, su honestidad. Un político…una persona con clase.
Ojalá la Justicia y la Historia pongan a cada uno en el lugar que se merece.
Mario J. Bernasconi.