Desequilibrio mental puso en jaque a la policía
La presencia de los cronistas de Canal 9 y el grupo Halcón, con mediador incluido, sembró indignación entre los vecinos que ahora se preguntan qué pasará con Pablo Bonvisutto, el joven que tras varios días de conductas irregulares, se atrincheró en su casa el pasado viernes. Desde la institución policial hay silencio e indiferencia sobre el futuro de este joven policía, pero los profesionales que están detrás del caso no tendrían intenciones de separarlo de la fuerza e intentan reforzar algunos lazos familiares para su contención. El director de la Clínica Santa Isabel de San Nicolás, donde está internado aseguró que su situación se está evaluando y que todavía no está prevista el alta.
Pablo Bonvisutto, de 33 años, permanece internado en la Clínica de Salud Mental Santa Isabel de San Nicolás desde el pasado sábado y aunque su nombre estuvo en la televisión nacional la semana pasada, hoy en día permanece tan solo como lo encontraron sus colegas, los policías locales, el viernes en su casa.
El caso de este joven policía es un ejemplo que la ciudadanía debería recordar por largo tiempo y por dos motivos. Para no olvidar que algunos medios nacionales han perdido lo que debería ser su objetivo principal: la búsqueda de la verdad, y que en épocas de campañas políticas cualquier “operativo” es válido para generar una buena impresión de los organismos del estado en la opinión pública.
No es más que esto lo que ocurrió el pasado viernes en la casa de Pablo Bonvisutto, un joven de 33 años con un alto coeficiente intelectual y antecedentes psiquiátricos relacionados con una historia de vida que fue sintetizada por un profesional como “una historia de muertes y pérdidas, que lo condicionaron”.
Pablo era oficial de policía de la jurisdicción de Campana, y transitaba por una crisis particular desde hacía unos cuatro o cinco meses, cuando se ausentó de su trabajo. Desde entonces sólo recibió notificaciones por parte de sus superiores para intimarlo a que se presente a trabajar, pero jamás, incluso aún después del ridículo operativo que tuvo lugar alrededor de su domicilio, ninguno de sus jefes de Campana llegó para interesarse por su salud.
“Estaba así desde hacía cuatro meses, pero lo importante desde la institución ahora es cuidarse la cola. Si ese día pasaba algo, le costaba la cabeza a alguien”, dijo un integrante de la policía que por supuesto, solicitó mantener en reserva su identidad.
Sí llegó temprano una cronista de Canal 9 y Radio 10 tentados por la noticia de “un policía atrincherado y armado” que acosaría a sus vecinos, a pesar de que éstos indicaban que sólo querían asistencia y ayuda para él. Y para que todo resulte más jugoso, luego arribó el grupo Halcón y un mediador, una figura “conocida” en los medios por su actuación en casos de asaltos con rehenes, y que cumplió a la perfección su papel para resolver un caso que en realidad ya estaba resuelto. Para que todo “cierre” mejor; al atardecer también arribó el cronista Jorge Pizzarro que le dio el envión necesario a la noticia para que durante la edición de las 20 horas del noticiero, el caso del policía sampedrino estuviera totalmente resuelto y se sumara así, otro triunfo de la policía bonaerense y por ende del Ministerio de Seguridad (demasiado preocupado por exhibir logros de campaña).
Solo en San Nicolás
Tal como ocurría en su casa de Rivadavia al 1300, hoy Bonvisutto sigue solo en su habitación de la clínica nicoleña. Ante la pregunta sobre cómo continuará siendo asistido y qué ocurrirá con él cuando obtenga el alta médica, hay pocas respuestas desde la institución policial.
El Dr. Mario Steiner, director de la clínica Santa Isabel, explicó que por el momento “estamos estudiando la situación, pero no podríamos definir un alta médica”, y agregó que en este caso están trabajando en permanente contacto con “la justicia y la policía”. El médico se negó a adelantar un diagnóstico explicando que “si lo tuviéramos no lo daríamos a conocer públicamente”.
La realidad es que pocos son quienes visitan a Pablo en su estadía en esa institución de salud mental, más allá del interés que su situación generó en dos integrantes de la Comisaría local, el médico forense Dr. José Dubini y el policía Héctor Marmo, quienes fueron los que tomaron el primer contacto con este joven entre el jueves y el viernes de la semana pasada.
Un profesional consultado que tuvo contacto con el paciente, explicó que algunos diagnósticos indicaban un perfil “paranoide, border line”, pero que no sería un caso específicamente de esquizofrenia, y que incluso en su carpeta médica tiene antecedentes de una internación anterior en una institución de Pergamino cuyo diagnóstico podría ser cuestionado.
“El relaciona la realidad con ciertas cuestiones persecutorias, pero es un joven que sólo se ha desbordado ante situaciones de suma presión como lo podría hacer cualquier persona. Siempre trabajó en seguridad, porque en el orden, en la organización, siente su vida ordenada”, explicó el mismo profesional.
Pablo no toma alcohol, no fuma, y es sumamente inteligente, además de culto. Quienes lo conocen incluso lo comparan con el personaje del film “Una mente brillante” porque sus problemas no alteran su coeficiente intelectual.
“El tenía conflictos en Campana, porque él se pagaba el boleto para viajar y porque cuestionaba órdenes”, comentan.
El viernes, luego de ser retirado de su domicilio e internado en el Hospital de San Pedro, una psicóloga de La Plata integrante del equipo de Asistencia a la Víctima que depende del ministerio llegó a entrevistarlo y ahora se espera que ese organismo elabore un informe para saber cuál será el futuro de Pablo. Extraoficialmente, trascendió que la opinión de los profesionales es mucho más moderada y que intentarán que no sea ni exonerado ni puesto a disponibilidad en la policía.
El caso también está en manos de un fiscal de San Nicolás, el Dr. Omar Tempo y de un juez civil, el Dr. Baldarenas, quien dispuso la internación del sampedrino en la clínica de salud mental.
Breve síntesis
El jueves de la semana pasada, la Comisaría recibe una orden de allanamiento para el domicilio de Pablo Bonvisutto, pero sólo para retirar el arma reglamentaria 9 mm. que el joven poseía, como respuesta a la queja de los vecinos.
El Dr. José Dubini fue el primero en actuar porque se le solicitó que concurriera a la casa, dadas las características del joven. Pero Bonvisutto nunca abrió la puerta por lo que el médico le dejó una nota para que se comunicara con las autoridades. El viernes a la mañana, ante la falta de respuesta y la presencia ya de un grupo especial de seguridad de San Nicolás que tenía como objetivo entrar por la fuerza a la casa, Dubini se acercó acompañado por el oficial Marmo para intentar mediar con el joven.
A partir de allí pasaron las horas, y cuando a media tarde Bonvisutto estaba dispuesto a entregarse, se decidió “esperar” para que actuara el grupo Halcón. El resto del desenlace es conocido pero no por eso menos sospechoso, o vergonzoso si se prefiere. En ningún momento, la reflexión del caso apuntó en ninguno de los medios que cubrieron espectacularmente la noticia al hecho de que Bonvisutto ingresó a la policía hace cinco años, después de haber sido internado en Pergamino y que debió superar un test psicotécnico supuestamente estricto. Tan estricto que este año de cien aspirantes que se inscribieron en San Pedro, menos de la mitad lo aprobó.
Tampoco se preguntaron cómo podía ser posible que Pablo antes había sido integrante de la Prefectura Naval, y había trabajado también en tareas de seguridad privada. Ni siquiera llamó la atención que se precintara todo un barrio, unas cuatro manzanas a la redonda, sólo para intentar convencer a un joven que abandonara su casa y entregara un arma, cuando todos los fines de semana en los barrios de San Pedro hay menores de edad portando armas que “nadie ve”, y sólo de vez en cuando son detenidos por la policía.
Esas preguntas, sólo se las hicieron quienes estuvieron no “detrás de la noticia” sino detrás de la verdad de lo que realmente ocurrió el pasado viernes, cuando San Pedro volvió a figurar en los medios nacionales por otro caso policial que –como el secuestro del 2002- dejó más dudas que certezas.