Desapareciendo, todavía
Es una frase fuerte, un mote ideológico reservado sólo para rotular el cinismo y la liquidación física y social. Es el eco de una voz en aquella sala del juicio, pero es además un pedido desesperado. Un grito que desgarra, todavía. El “Nunca más”, que escuchamos desde hace veinticinco años, se nos ha vuelto un tal vez. ¿Qué hacemos con eso?
El ex Presidente Eduardo Duhalde pide un país para todos: “Para el que quiere a Videla, para el que no lo quiere…”. Pareciera que en su noción de país ya no tienen un lugar Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Pregona una inescrupulosa e hipócrita reconciliación, cortando de cuajo las alas del ángel de la bicicleta. En su “país para todos” la Policía Bonaerense decide quién forma parte y quién no, quién tiene cara de algo y quién no. Y ya sabemos bien que donde ponen el ojo…
Es cierto que se ha logrado una cierta madurez social respecto de lo que nos vino pasando a lo largo de nuestra historia, sin embargo quedan rincones por desempolvar. Rincones tristes. Los sucesivos golpes militares ahuecaron más de una generación y hoy sentimos que no podemos permitirnos vivir en ese “país para todos”.
¿Pero no es éste acaso un país para todos? Si los ocho efectivos acusados por la desaparición de Luciano Arruga pasean sus uniformes por las calles y los podemos cruzar en cualquier esquina, ¿no comen ravioles esos hombres en el país que sueña Duhalde? ¿O es pura mentira que esos policías ya volvieron a sus funciones? ¿Y cómo le hacemos creer a Luciano que un ex Presidente en campaña habla por radio de un potencial país para todos? ¿Cómo se arquearían las cejas de Julio López debajo de su boina? ¿Que sienten los pibes criminalizados por sobrevivir en la pobreza?. Se sospecha que no todos quieren ser ese “país para todos”. Duele la ausencia de muchos, como para andar desgastando la palabra “todos”.
Jorge “el Tigre” Acosta fue demasiado sincero consigo mismo: “El problema fue dejar gente viva”, dijo el último 18 de marzo. Sentado en el banquillo, acusado de cometer crímenes de lesa humanidad, el ex jefe de inteligencia de la ESMA no se ahorró esa cínica autocrítica. El capitán, de pelo blanco por envejecer en paz, alertó que se puede reactivar una guerrilla con un tono gramsciano. Que iluso, ¡no escuchó a Eduardo Duhalde y su propuesta de un país amigable, pacífico y hundido en la desmemoria!. El torturador Acosta también quiere vivir en ese “país para todos”.
En este 24 de marzo creemos urgente recordar las muertes injustas de nuestra historia, las de hace un minuto y las de mañana. Ayer y hoy son meras nociones de tiempo y se alternan con el paso de cada segundo. La desaparición, en cambio, es la vigencia más certera.
Y cada tanto desaparecíamos. Y cada tanto desaparecemos. No queremos desaparecer más.
Porque nunca fue un verdadero “Nunca más”.
Porque siempre nos pasa lo de siempre.
Porque no todos somos el “todos” de Duhalde.
Porque exigimos los ¿por qué?.
Porque vivimos entre “peros”.
Porque vivimos.
Ignacio Garavaglia, Román Solsona,
Patricio Rosales, Ramón Ortiz, Juan Cruz Rosales.