Desalojo, polémica y una comparación odiosa
Un joven fue desalojado de una vivienda ubicada en General Pueyrredón 820 luego de que el propietario recurriera a la Justicia porque el comodato firmado entre ambos estaba vencido. La vivienda fue donada por Bartolomé Morante a la Casa de Ancianos pero luego la muerte de su cuidador ,conocido como "el Nene" Pérez, decidieron venderla por temor a las usurpaciones. Los vecinos compararon el caso con otros en los que hay intervenciones sospechosas.
El jueves, antes del mediodía, personal del Juzgado de Paz junto a efectivos policiales procedieron a hacer efectiva una medida de desalojo ordenada contra un joven identificado como Luis Roberto Seguezza, quien ocupaba un inmueble en General Pueyrredón al 800.
Una persona identificada como Federico Curto interpuso el recurso ante la Justicia por “vencimiento de comodato” sin restitución por parte de Seguezza. Al menos eso es lo que dicen las notificaciones que el joven desalojado recibió.
Seguezza contó que Curto y el titular de una inmobiliaria lo “contrataron” para que cuidara la casa hace seis años. “Me prometieron un sueldo, pero nunca me pagaron”, dijo. Desde entonces, aseguró, no había tenido comunicación con esas personas, hasta que apareció la orden de desalojo.
El jueves, la policía llegó y sacó todas las cosas de Seguezza para cumplir con la orden de desalojo. “A mí me contrataron para cuidar la casa, para que no se meta nadie. Firmamos un papel para darme la llave”, contó Seguezza.
“Acá era abandono total, había una mugre, una mora, una planta de laurel”, contó una señora, que relató antes “vivía un matrimonio con una señora grande, que alquilaban. Cuando la casa quedó sola, se metía cualquiera”.
En el barrio sostienen que “la casa no tiene papeles” y que habría sido “donada” por la familia Pérez, «que fallecieron». Por eso, sospechan que toda la situación podría tener un trasfondo relacionado con cuestiones inmobiliarias.
El comodante acreditó su propiedad ante la Justicia, por eso el desalojo se hizo efectivo.
Según el contrato de comodato, el acuerdo para que Seguezza ocupe el inmueble –una cocina comedor, dos dormitorios un baño, patio y entrada para auto– tendría vigencia desde la fecha de su firma, septiembre de 2016, hasta que el comodante requiriera de manera fehaciente la desocupación. Eso sucedió en octubre del año pasado, cuando Federico Curto envió una carta documento para emplazarlo a que en 30 días restituyera la llave. Como ello no ocurrió, interpuso la demanda de desalojo.
Patrocinado por el abogado Juan Cruz Tonelli, Curto pidió a la Justicia que desaloje a Seguezza o cualquier otro ocupante que hubiera en el inmueble de su propiedad.
Con la documentación respaldatoria, el juez de Paz de Baradero -San Pedro no tiene magistrado a cargo todavía- dictó la sentencia y ordenó desalojar a Seguezza.
En el barrio nombraban a la familia “Pérez” como los históricos habitantes de esa vivienda, lo que es parcialmente cierto, de acuerdo a lo que pudo reconstruir La Opinión.
Ese matrimonio estaba compuesto por Ramón “Nene” Pérez y Feliciana Reinoso. Según contó a este medio su nieta, Natalia Pérez, cuando ella nació, hace 28 años, ellos vivían en esa casa junto al propietario, Bartolomé Morante. “Él no tenía familia y a raiz de una accidente doméstico de mis abuelos, les ofreció irse a vivir ahí. Luego él fue a la Casa de Ancianos e hizo un testamento, algo así, en el que dejó asentado que cuando mis abuelos fallecieran eso pasaba al asilo”.
Pérez murió en 2006 y su esposa en 2010. Alquilado el inmueble, la Casa de Ancianos tuvo que desalojar inquilinos y evitar los diversos intentos de usurpación hasta que decidió vender la propiedad.
La Opinión logró contactarse con Federico Curto, quien prefirió no hacer declaraciones al respecto, aunque ratificó su condición de apoderado de la propietaria (su madre, Ana Chiappero, que pagó por el inmueble $ 450.000 en 2017) y que su documentación está en regla. Dijo además que sólo había cedido en comodato la vivienda a Seguezza.
Por qué los vecinos dudaron
En la transmisión en vivo que hizo La Opinión desde el barrio, una vecina dijo que antes de que llegara Seguezza un conocido comerciante de la ciudad iba “todos los fines de semana” a “limpiar el terreno” porque “lo había comprado”. “Dijo que iba a poner un supermercado y a hacer unos departamentos”, contó la señora. “Pero le tuvieron que devolver la plata porque no aparecía un papel”, aseguró. En el transcurso de la emisión en vivo de esa nota, fueron varios los que compararon la situación con otras que se han vivido en la ciudad y que involucran a ancianos sin familia, viviendas, terrenos, inmobiliarias y un mercado que se alimenta de estar muy atento a cuando aparecen viviendas en condiciones similares a la que fue objeto de esta situación.