Los puestos en la costa, los vendedores ambulantes… Y la sinrazón de los ejecutivos…
Él tiene 51 años, ella tiene 49. Allá por 1986 se casaron y transcurriendo los años criaron 3 hijos. Pudieron tener su casa, criarlos y tener lo necesario para vivir. Lo hicieron siempre vendiendo churros, berlinesas, pasteles, pan casero, en los barrios y en la costanera, en el puerto cuando se llenaba de barcos y camiones.
Otro caso: Llegó a sus 80 y pico y vendía helados en el verano, y en el invierno golosinas en la puerta de los colegios, en la costa, en los barrios. Le decíamos POTOTO.
El tercero: Por muchos años se lanzaba a la mar. No recuerdo bien lo que hacía, pero un día eso terminó y la solución para traer la comida a casa fueron los churros y las rosquitas.
Estos son solo 3 ejemplos de vendedores ambulantes. De esos que se levantan a las 5, o antes, para amasar, para cocinar, para elaborar lo que después venden: caminando, en bicicleta, con el tiempo quizá con una moto, (porque los años no vienen solos y las fuerzas ya no son las mismas), con sol o con lluvia, con frío o con calor.
Los ejecutivos municipales: desde donde yo tengo memoria han sido, médico, abogado, docente, pintor, Comandante Mayor de Bomberos… Claro: es fácil para quien tiene una oficina, un negocio, un consultorio, una escuela donde ir a trabajar. Es cierto, y no desmerecemos, los años de estudio y los esfuerzos por llegar allí.
Pero el ordenamiento de los puestos y vendedores ambulantes siempre ha sido un tema controversial en la Ciudad, y ninguno de ellos con su capacidad profesional ha sabido pensar y dar una solución adecuada.
Las veces que se tomó alguna acción, nunca fueron atinadas. Y la razón está en que nadie llama a los vendedores ambulantes para preguntar cómo trabajan, porqué se colocan en tal o cuál lugar, qué necesitan para mejorar.
Las reglamentaciones se toman según lo que le parece al Ejecutivo de turno y a su equipo, normalmente conformado para este tipo de casos, por quien se encuentra a cargo de Inspección General y que tiene que “lidiar” con los ambulantes cada fin de semana en el Paseo Público. Entonces se establece un canon, y se los coloca en la calle o la vereda que a ellos les parece que más conviene, sabiendo vaya uno a saber con qué base.
El tema del canon está correctamente implementado. Si debe ser más o menos debería discutirse tras consultar a los diferentes vendedores, por ejemplo mediante una encuesta obligatoria y anónima, que permita determinar al Concejo Deliberante los montos adecuados según las ventas.
El espacio: Este es un tema de mayor importancia. El vendedor ambulante hace eso: deambular. Sino no vende. Uno tiene que ir a donde está la gente para ofrecerle. Y cuando alguno establece un puesto, lo hace en el lugar donde pasa la gente, o donde a uno se lo ve. Si la gente va a pasar el día adentro del paseo público, no podemos poner los puestos arriba de las barrancas, sobre Almirante Brown, ¿se entiende?
Establecer un mapa, ver dónde cada uno se coloca. Definir ese punto para esa persona, que paga un canon, que obviamente debe inscribirse y pagar monotributo e ingresos brutos como cualquier otro. Cuando aparece alguien nuevo, debe ir al municipio, consultar el mapa y dársele un lugar que no esté ocupado.
No se puede decir un día: “levantamos los puestos” y ya.
No se puede comparar un negocio con un vendedor ambulante. Es como comparar un Supermercado con el kiosco de a la vuelta. La competencia desleal no existe, si se pagan los impuestos correspondientes. En la costanera no hay panificadoras, ni fruterías ni viveros. Hay puestos y vendedores ambulantes. Los kioscos de la zona pueden vender bebidas y el resto de las cosas, pero no tienen todo lo que ofrecen los ambulantes. Y si lo tuvieran… todos tienen derecho a trabajar y ganarse el pan, la vida.
¿Se preguntaron cuántas familias viven trabajando de esta forma? ¿Se dan cuenta que un fin de semana sin trabajar en la costanera probablemente sea una semana sin el dinero necesario para tirar toda la semana, y que esto se complica cada vez más con la situación que se vive en este bendito país?¿No está bastante venido abajo San Pedro como para seguir hundiendo a su gente, la que solo pretende laburar?
¿Tan difícil es? NO.
Se necesita usar la razón y el profesionalismo de quienes ocupan los puestos políticos, pero con interés a favor de la gente. Se necesita que dejen de ser grandilocuentes y se pongan a trabajar como corresponde. Que armen mesas de trabajo, pregunten, se informen, saquen conclusiones, vuelvan a consultar antes de reglamentar y entonces, de común acuerdo entre todos, se llegue a decisiones que sean para el bien común.
Para eso están muchachos.
Claudio Furfaro
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