De la pasión a la pornografía
EDITORIAL: LA TAPA QUE TAPA TODO:
La Opinión se equivocó. Hizo mal las cosas. Publicó una tapa para una clase dirigente que ya no existe y para una sociedad que sólo prefiere reír antes que enfrentar la realidad que esta nueva familia unida nos dispensará en los próximos meses.
Los lectores disfrutaron una vez más de una tapa ingeniosa, elaborada y diseñada como tantas otras que acompañaron a este medio desde sus inicios en 1992. Pasaron 20 años de títulos impactantes, anuncios notables, dolorosas tragedias y humor despiadado.
A esta altura todos nos preguntamos por esta fatal equivocación y eso, a una semana, tiene una triste respuesta: los más astutos se prendieron a la tapa para evitar las respuestas que le deben a la población, a los ciudadanos, a los votantes, a los miles de excluidos que no encuentran en esta gestión ni en las anteriores la posibilidad de reconstruir o intentar al menos poner un pie en el primer escalón hacia una vida más digna.
Es mejor distraerse con la tapa que explicar cómo se administran los dineros públicos, cómo son los acuerdos “programáticos” que los tienen como protagonistas según marque la brújula sin norte que llevan como emblema en cada elección.
La tapa tuvo la culpa. La humorada se llevó la posibilidad del análisis y el espanto frente a un puñado de sinvergüenzas que se ríen de la gente que los apoyó para celebrar una nueva rosca.
Había sucedido hace poco menos de un mes con el intento de Comisión Investigadora para un Guacone que tuvo que dejar a sus incondicionales para abrazarse a “los que saben de rosca y trámites express” y de paso poder aplastar la iracundia del bloque del Frente de Todos, que desde octubre sólo piensa en el tipo de dinamita que utilizará para minar la gestión y no en la peligrosidad de la pólvora.
Así LA POLITICA, que no debe definirse en protagonistas sino en esas acciones que deben mecer la cuna de un país cada día más habitable, deja de ser pasional y ardiente, para mecerse en una abuela abandonada en el geriátrico de quienes desde la historia nos miran con ansias de venganza.
Es tarea imposible imaginar a Mariano Moreno con sus escasos 30 años, sentado en un despacho administrando justicia social para su propio bolsillo y llamando a sus amigotes para que lo acompañen y disfruten mientras el poder no cambie de manos.
La tapa de La Opinión fue la eficiente excusa para evitar que viéramos cómo la obscenidad de los acuerdos se transformaba en fáctica y procaz pornografía barata.
Pablo Guacone, el mismo que llegó con Barbieri, se sentó en el sillón y en menos de lo que canta un gallo creyó que su oficio de pintor era suficiente para lidiar con los pastores, los gordos y cuanto vivillo anduviese rondando los pasillos del municipio para sacar beneficio.
Martín Pando, el joven radical que logró ganar la interna de su partido contra Barbieri, en dos minutos cambió su soledad en el rescate de su comité por un modesto y precario quinto puesto en la lista de concejales que luego le permitió cerrar un pacto con Monfasani para llegar a la presidencia del cuerpo.
Sergio Rosa, enemigo declarado de Barbieri y Germán López, fue candidato para volver con un partido ajeno a intentar recuperar el sitio que hoy ocupa Guacone.
Hasta Noemí Bordoy, desde su “acuerdo programático” con la Coalición Cívica de Elisa Carrió, hoy sujeta su mano alzada a la conveniencia de la hora.
Los inefables Kasta y Chaves sienten que la mejor herencia que pueden dejar son puestos públicos para sus familias e impunidad para su accionar. Sandra Mari, también desde el mismo acuerdo de Rosa, es la voz cantante del bloque guaconista.
Carlos Casini, exfelipista, exdenarvaísta, exrotundista, exdelegado del Ministerio de Trabajo, ahora deviene en funcionario de gabinete mostrando que tanto podía usar el traje de Secretario de Gobierno como de médico de la Guardia del Hospital. Cualquier puesto le vino bien para pegar el salto.
Fabián Vlaeminck, quien también por gracia y bendición de Julio Pángaro ocupó la cartera de trabajo en su ciudad, mutó rápidamente para lanzar su propio espacio y ahora abandona la subsecretaría del Concejo Deliberante para marchar hacia un puesto seguro en la administración municipal.
Norberto Cachi Atrip no tiene problemas en arrepentirse: fue delfín de Pángaro, aliado incondicional de Barbieri, Secretario de Gobierno de Guacone, por lo que deberá ir pensando en qué lugar del espacio ubicará su banca cuando regrese de su oportuna licencia.
Macchia y Mosquera, dos actores importantes que despiertan excelentes expectativas en el electorado, por ahora aparecen como garantes del más insólito pacto que se haya sellado desde 1983.
Daniel Monfasani, con el mazo de las barajas que tan bien maneja, sólo tuvo que abrir las compuertas del dique para que el agua color kirchnerista lo dejara en el trono del Concejo Deliberante, que ya ocupó cuando logró llegar en la gestión justicialista a ser uno de los principales artífices del intento de destitución de Pángaro.
Con Massa, con Scioli o con Cristina, da lo mismo; porque ahora reparte las cartas y coloca a su as de espadas en la estratégica Secretaría de Coordinación y Planificación de Gestión que manejará las políticas con ritmo joven y al compás del tamboril.
Se puede seguir con el libro de “pases” abiertos, pero casi siempre con los mismos nombres y herederos. Es una pena que una tapa bien lograda haya permitido esconder tantas escenas triple equis y en un cine continuado.
En fin, pese a las represalias, a las diatribas, a las calumnias difundidas en redes sociales, a declaraciones a otros medios y a los acuerdos a los que llegan con el atajo de la necesidad de supervivencia de algún comunicador que comunica medrando con fondos públicos, los que hacemos La Opinión renovamos nuestro mea culpa: no haremos otra tapa que TAPE la traición a los miles de votantes que hace apenas ocho meses creyeron que elegían distintos programas y personas para terminar como protagonistas de un film en el que despojados hasta de las prendas más íntimas quedan en un mismo lodo, todos manoseados (incluidos aquellos que aún permanecen en funciones a sabiendas de la claudicación de su jefe político, que les prometió limpieza, transparencia y una nueva forma de gobernar).
A nuestros lectores, GRACIAS; porque nuestro único capital sigue siendo la CREDIBILIDAD, algo de lo que carecen quienes usan la descalificación personal sin entender siquiera que en este lugar trabajan y trabajaron muchas personas que han sostenido su labor a sabiendas que les estaban vedados muchos beneficios que tienen los periodistas que se hacen amigos del poder o piensan que esta es una “profesión militante”.