Cuatro domicilios sampedrinos en la ruta de las conexiones de los narcos rosarinos
La detención de tres miembros del denominado clan Bassi, una banda narco que mantiene una guerra sin cuartel con Los Monos que ya dejó una verdadera ola de asesinatos en Rosario, despertó múltiples interrogantes y sospechas sobre los vínculos locales con el tráfico de drogas y los grupos armados que operan en esa ciudad santafesina. Aunque no hay una investigación informada de manera oficial, reconstruir los lazos sampedrinos de los detenidos es un imperativo para la Policía y la Justicia, porque en los últimos años son muchas, demasiadas, las casualidades.
Los enfrentamientos narcos que pusieron a la ciudad de Rosario como una referencia argentina en la materia fueron observados en los últimos años por los sampedrinos a través de los medios. Fueron las pantallas de celular, computadora o televisión las que ubicaron ese universo de crímenes, complicidades políticas, connivencias policiales y pactos judiciales. Todo eso sucedía a menos de 150 km de San Pedro. Parecía tan lejano, hasta el viernes pasado, cuando tres delincuentes fueron detenidos en la ruta 191 y entre ellos había un miembro del clan Bassi, una de las bandas que disputan territorio para la venta de drogas en lo que alguna vez fue llamada la Chicago argentina y ahora es comparada con la Medellín de los años 80.
La detención de estos tres hombres en la ciudad, cuando volvían de robar una camioneta en San Nicolás y a bordo de un automóvil radicado aquí, donde incluso podrían haberse instalado en el último tiempo, despertó un sinfín de sospechas.
Si los investigadores del caso están abocados a la tarea de resolver el robo del utilitario, mientras se tramitan las causas por homicidio y los vínculos narcocriminales, en San Pedro permanece la pregunta acerca de qué hacían estos delincuentes en la ciudad, por qué estaban acá, qué actividades tenían y, más dura aún, quién los protegía como cómplices de una actividad que mueve millones de pesos y que tiene a la muerte como compañera cotidiana.
Tres detenidos, muchas preguntas
La detención de los peligrosos miembros de un clan narco cuyos miembros forman parte del listado de los delincuentes más buscados de la Argentina dejó mucha tela para cortar.
Fabián Adrián Curi, de 27 años, domiciliado en Villa Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe; Daniel Marcelo Procopp, de 41 años, con domicilio fijo en el paraje santafesino Costa de Icaño; y Marcelo Fabián Bassi Orellana, de 43 años, con domicilio en Rosario y documentación falsa a nombre de Fernando Alfredo Vega, domiciliado en el departamento de Alberti, Tucumán, fueron interceptados por el personal de la Comisaría San Pedro luego de que robaran una camioneta en el centro de San Nicolás y el propio dueño del rodado, José Campagnoli, un conocido empresario de esa ciudad, los siguiera por la Ruta 9 hasta advertir que ingresaban por 191.
Mediante un operativo cerrojo lograron detenerlos a la altura de la planta de Arcor. No opusieron resistencia. Tampoco tenían armas en su poder. Bassi, además de varios documentos falsos, tenía un pedido de captura por un homicidio cometido en Villa Gobernador Gálvez y que está vinculado a la guerra narco por el territorio que su clan mantiene con la peligrosa banda Los Monos, cuyo líder Claudio “Pájaro” Cantero fue asesinado en 2013 a la salida de un boliche, presumiblemente por sicarios que actuaron bajo las órdenes del mayor de los Bassi, el “Pollo”, vinculado a la barra brava del club Newell’s Old Boys.
Dos semanas antes había sido atrapado en Villa Gobernador Gálvez otro de los hermanos Bassi, Damián, a quien apodan el “Macri”, buscado también por un homicidio ocurrido en 2014, cuya victima fuera Aldo Acosta, padre de una mujer que acusó a los Bassi de incendiar una casa en la que murieron tres personas, entre ellos su pareja.
Ahora detenidos los tres, son los únicos Bassi que quedan: sus dos hermanos y su padre fueron asesinados, todos en el marco de la ola de crímenes desatada tras el asesinato del jefe de Los Monos.
San Pedro y los narcos
La presencia de Bassi y los suyos en la ciudad despertó sospechas y abrió interrogantes. Desde la detención del sampedrino Juan José Galesky -condenado por transportar 160 kilos de cocaína-, los cuatro sentenciados que bajo las órdenes de Gloria “La Negrita” Paredes Romero escondían drogas en un campo de Río Tala, el decomiso de toneladas de marihuana que viajaba por el río en un container, la que incautaron en la isla lista para ser vendida en la ciudad, el operativo nacional “Rejas Blancas” que empezó con un “transa” local o los kioscos desbaratados antes de fin de año, la presencia del narcotráfico en San Pedro es evidente.
Ya en Río Tala y en algunos barrios sampedrinos habían llamado la atención por la presencia de rosarinos y de locales que, vinculados a la venta de drogas al menudeo, usaban celulares con característica 0341, de esa ciudad santafesina.
Pero lo que pasó el viernes desconcertó. Porque Bassi y sus secuaces terminaron la faena delictiva en San Nicolás y, por lo visto, volvían “a casa” a guarecerse.
Las conexiones locales están prácticamente establecidas, aunque no hay al menos de manera oficial una investigación que busque determinar por qué eligieron esta ciudad, qué hacían aquí y desde cuándo.
El hecho del viernes incomodó a varios, que desde esa mañana comenzaron a mirar de reojo, por las dudas. La relación con algunos personajes de la ciudad que de un tiempo a esta parte muestran un crecimiento patrimonial difícil de explicar quedó instalada.
Son los mismos que ostentan con impunidad y que, en algunos casos, han estado bajo la observación de la Justicia por actividades non sanctas que son muy redituables.
Extraoficialmente, La Opinión pudo saber que habría al menos cuatro domicilios certificados con los que los detenidos tendrían relación directa.
Por supuesto, aparece entre las preguntas qué relación podrían tener con la presencia de Orlando “Chuchi” Bernali, un rosarino que fue detenido en nuestra ciudad en febrero de este año, acusado de robos e bancos y de asesinar a una persona también en Villa Gobernador Gálvez.
Hasta el momento no hay registro de que estas personas hayan cometido algún ilícito dentro del territorio sampedrino. Aun así, la trayectoria delictiva de los apresados lleva de inmediato a pensar en vínculos con actividades narco, aunque en su poder no tenían ninguna sustancia. De la misma manera, las características de lo que sucedió en San Nicolás remite al robo de automotores y la venta de vehículos con documentación apócrifa, una actividad sobre la que hay experiencia en la ciudad, incluso con personajes de quienes siempre se sospechó vínculos más peligrosos, como los de la narcocriminalidad.
Los últimos cuatro robos de vehículos en la zona urbana de la ciudad fueron perpetrados con prolijidad, logística y precisión que despierta sospechas.
Las relaciones de esta banda con San Pedro quedaron explicitadas cuando se advirtió que el Volkswagen Gol patente GUM 172 en el que circulaban tenía la calcomanía de un reconocido lavadero de autos del centro en la chapa identificatoria y otra una casa de polarizados en la luneta. Luego se confirmó que el auto está radicado en San Pedro, en el Registro del Automotor Nº 1, de calle Pellegrini, a nombre de una persona domiciliada en inmediaciones del obrador de Coopser en la zona sur de la ciudad.
San Pedro tiene una división antinarcóticos que conduce el Subcomisario Gabriel Saldaña, cuyas investigaciones, claro está, se mantienen en secreto. Hace dos semanas, su equipo estuvo a cargo de un allanamiento que desbarató un taller clandestino de reparación de armas cuyo titular es un expolicía que dijo que arreglaba “los fierros” de los efectivos locales.
Peligrosos y aislados
La Fiscalía de Verónica Marcantonio tiene a su cargo la investigación de hecho, que fue caratulado como Robo Calificado en Poblado y en Banda. En el primer contacto con el Poder Judicial, los tres detenidos se negaron a declarar.
A la cabecera judicial llegaron tras ser trasladados desde la Comisaría local en una combi de un servicio privado con escasas medidas de seguridad acordes a la peligrosidad no sólo de los delincuentes apresados sino también de sus enemigos.
Llamó la atención la ausencia de fuerzas que reforzaran el operativo y la presencia de la empresa de mini bus para trasladar a los detenidos. La falta de móviles fue la causa por la que tuvieron que acudir a una unidad de transporte común que, custodiada por el Grupo GAD y DDI se trasladó hasta San Nicolás, lo que dejó al descubierto una problemática muchas veces reclamada cuyas soluciones fueron otras tantas prometidas y nunca cumplidas.
El auxiliar letrado Gustavo Telesco, quien se desempeña en la Fiscalía de Marcantonio aseguró que por lo pronto no se investiga ningún ajuste de cuentas ni extorsión, aunque en la vecina ciudad está instalada una versión que recuerda viejas modalidades delictivas para cobrar deudas como la del caso Coex (Cobros Extorsivos).
Es que la víctima del robo de la camioneta en la vecina ciudad, dijo que nunca vio un arma de fuego y que solo lo bajaron violentamente del rodado. En la última ciudad del norte bonaerense antes de llegar a Rosario no descartaban que la banda de los Bassi tuviera intenciones de cobrarse alguna deuda que podría mantener el titular del rodado, quien habría entregado a modo de garantía la documentación de vehículo.
Fabián Adrián Curi, Daniel Marcelo Procopp y Marcelo Fabián Bassi fueron alojados en la Unidad Penal Nº 3 de esa ciudad. El último pidió ser resguardado en un sector aislado para no tener contacto con el resto de los presidiarios, ya que manifestó temer por su vida.
En las próximas horas podrían ser derivados a una penitenciaría de la provincia de Santa Fe, sobre todo Bassi, quien debe afrontar en esa provincia una causa por el homicidio de Pablo Duré, de 35 años, asesinado en enero de 2015 en Villa Gobernador Gálvez por un asunto ligado al narcotráfico.
El Fiscal Adrián Sbelta, quien está a cargo de la oficina tematizada sobre criminología en Rosario, pediría su traslado en las próximas horas para avanzar con esa causa.