Cuadernos de las coimas: un sampedrino aportó datos sobre el “Club de la obra pública”
Exempleado de una empresa dedicada a la obra pública en la zona, llamó al 134 para aportar datos. Su denuncia es investigada y apunta al vínculo de empresarios con intendentes y con Julio De Vido. Un aporte para desentrañar lo que el expresidente de la Cámara de la Construcción denominó “Club de la Obra Pública”.
La causa denominada “cuadernos de la corrupción”, que comenzó tras una investigación periodística del diario La Nación, extiende sus ramificaciones y avanza en la Justicia, donde a diario aparecen “arrepentidos” que ofrecen testimonios en los que aparecen involucrados en una trama en la que se conjugan poder político y empresarial para el presunto pago de “retornos” en la obra pública, dinero que habría alimentado la “caja política” del kirchnerismo durante sus 12 años de gobierno.
En ese marco, el extitular de la Cámara Argentina de la Construcción, Carlos Wagner, también imputado en la causa, sostuvo que durante esa década hubo una especie de “Club de la Obra Pública” que integraban empresas que pagaban coimas para ganar licitaciones en grandes obras de infraestructura.
Pero además del “club” de los grandes empresarios, otras denuncias apuntan a firmas más pequeñas que actuaban en los municipios para hacer lo propio. Entre los aportes de pruebas a esa investigación aparece el testimonio de un sampedrino, que contó lo que vio como empleado de una de esas compañías en la región.
El denunciante le contó a La Opinión lo que aportó como testigo del crecimiento exponencial de una empresa cuyos buenos negocios se desarrollaron al calor de la obra pública presuntamente digitada.
Primero llamó al número telefónico 134, que dispuso el Ministerio de Seguridad de la Nación para recibir datos que contribuyan a recuperar dinero que haya sido usado en casos de corrupción. Los informantes gozan de protección de identidad y hay una recompensa de hasta 2.000.000 de pesos.
Cuando lo atendieron, contó lo que sabía. Su denuncia fue registrada con el número 1621, código asignado a su expediente, con el que tuvo que llamar a otro organismo, al 011 5278 1680. Allí lo escucharon nuevamente, le pidieron más detalles y le dijeron que sumarán su relato a las investigaciones.
El sampedrino trabaja desde los 13 años. Estuvo 35 en una empresa local. Entre 2010 y 2011, hizo tareas extras para una SRL de otra ciudad cercana, que lleva como razón social los nombres de sus dueños. En plena campaña para las elecciones que Cristina Fernández ganó con el 54 por ciento de los votos recibió una oferta laboral que no pudo rechazar: le ofrecieron el triple de su sueldo de entonces y un departamento en una localidad vecina, cerca del country donde vivía el exministro de Planificación Federal Julio De Vido.
“Cuando yo fui la empresa era muy chica. Una empresa de servicios viales, pavimentación, obras públicas, esas cosas, con máquinas, todo con trabajo para el Estado, para la Municipalidad”, relató a La Opinión el sampedrino denunciante.
Al poco tiempo notó un crecimiento que, ahora, a la luz de las investigaciones judiciales relacionadas con la corrupción en la obra pública, le resulta sospechoso.
“Cuando yo iba, al principio, eran unos pobres gauchos, con una maquinita y una camionetita. A los dos años empezaron a llegar máquinas y camionetas cero kilómetro, de a dos traían, armaron un predio enorme, todo tapialado, y empezaron a traer todo equipamiento nuevo, camiones, de todo, cosas que ni se usaban, porque el trabajo que se veía no era tanto, tampoco”, relató.
En sus cinco años en la empresa vio y escuchó de todo. Tratos directos con intendentes, reuniones con “personajes que venían en autos de alta gama”, comunicaciones personales con De Vido, en cuyo country también hicieron obras.
También escuchó hablar de política: “En las elecciones nos inculcaban que teníamos que votar a Cristina. Por supuesto, cada uno votaba a quien quería, pero no dejaban de decirte, de bajarte línea”, dijo.
Alguna vez le tocó ir a la quinta que Rudy Ulloa Igor –el excadete de Kirchner que se transformó en millonario empresario de medios y que también está imputado en la causa de los cuadernos– compró con su esposa a pocos metros de ruta 191.
Además de las obras municipales, la empresa en la que trabajaba hizo muchas obras relacionadas a una importante planta industrial ubicada sobre la ruta 9. “Hicieron mucha plata, construyeron edificios, de todo”, aseguró.
Cuando explotó el caso Lázaro Báez, le tocó tener como compañeros de trabajo a maquinistas que provenían de las empresas del procesado por asociación ilícita a quien se señala como presunto testaferro del matrimonio Kirchner.
“Yo lo que hice fue contarles todo lo que vi”, indicó el sampedrino. Las sospechas que dejó asentadas dan cuentas de presuntos sobreprecios, retornos y hasta el presunto robo de materiales. “A cada obra que iban se traían materiales: tubos de alcantarillas, fierros, siempre había de más, que después lo usaban en otras cosas. En una palabra, se robaban todo lo que podían. Uno veía que los camiones volvían cargados”, relató.
“Ellos generaban buenos vínculos con los jefes, ganaban casi todas las licitaciones y, por lo que trabajaban, crecieron demasiado. En poco tiempo se hicieron casas en un country, de todo. Por ahí tomaban gente que no hacía falta, gente y gente, y no había trabajo para tanta cantidad, no hacía falta, pero se ve que tenían que blanquear o algo”, consideró.
“Si buscan tienen que encontrar. No sé si tienen testaferros o qué. Yo tiré la punta del hilo para que ellos investiguen a ver si hay algo, porque de la nada se transformaron en un monstruo de la obra vial”, aseguró el
denunciante.
“Cuando pasó lo de Lázaro Báez empecé a abrir los ojos. Ellos tenían trato directo con De Vido y a la empresa venía gente extraña, cosas que no se veían al principio”, dijo sobre su decisión de hacer la denuncia.
“Ahora estoy a la espera de que me avisen. Yo tengo hijos y no quiero exponer a mi familia. No sé si ellos van a hacer algo, yo aporté lo que vi”, finalizó.