Cristina Mateos fue detenida por el crimen de Tito Boccardo
Norberto Hugo Boccardo, “Tito” para todo el que lo conocía, murió por acción de un disparo de arma de fuego en noviembre de 2014. La semana pasada, la Justicia ordenó la detención de Cristina Mateos, su pareja de entonces, quien está acusada de homicidio.
La mujer, de 67 años, fue detenida en su casa de Arnaldo 455. Luego declaró ante el Fiscal Marcelo Manso y dijo que es inocente. La carátula inicial de la causa, instruida en la Fiscalía N° 7 por Gabriela Ates, era “suicidio”.
La insistencia de allegados al fallecido, el olfato del Fiscal Manso y su oficio en procura de ejercer la tarea investigativa hasta las últimas consecuencias -algo que elogian hasta quienes lo enfrentan en juicios- permitió volver a indagar aspectos criminalísticos que permitieran saber si ese disparo que le causó la muerte “fue producto de una acción propia o de terceros”.
Para el titular de la UFI 5, la escena del crimen estaba “montada”. La Superintendencia de Policía Científica tuvo a su cargo la nueva pericia. Para ello analizaron todas las características técnicas previas y post disparos, informes médicos y balísticos, fotografías y filmaciones tomadas en el lugar donde Boccardo fue hallado, los resultados del laboratorio químico legal, todo lo cual les permitió establecer que había sido un crimen.
El cuerpo habla
Norberto Hugo “Tito” Boccardo fue asesinado durante la madrugada del 7 de noviembre de 2014, entre las 4.00 y las 6.00 de la mañana en su casa ubicada en el Mojón 272 del paraje Villa Jardín.
Cuando la policía arribó al lugar su cuerpo estaba boca arriba en la cama donde había indicios de que había estado otra persona. Tenía un hilo de sangre que corría desde el orificio izquierdo de su nariz hacia la mejilla y se perdía en el cuello. La mano izquierda, con el puño cerrado, estaba bajo su pera. La derecha, en tanto, cruzaba su pecho y descansaba bajo el otro brazo, abierta pero con los dedos pegados, sobre el acolchado.
Para los peritos que dictaminaron que no se trataba de un suicidio sino de un asesinato, el cuerpo fue la prueba “más importante e irrefutable”. No hay manera de que la víctima haya quedado en esa posición tras descerrajarse un disparo.
A la derecha del cuerpo inerte de Tito Boccardo se observó que las sábanas estaban movidas. Alguien más había estado ahí. Los médicos establecieron que la lesión craneoencefálica producido por el tiro le causó la muerte de manera inmediata. Es decir que no agonizó, por lo que no hubo movimiento alguno.
El derrame de sangre que se observa en su rostro va en sentido contrario al curso que por acción de la gravedad debería haber tomado si el cuerpo no se hubiera movido. La cabeza de la víctima estaba, al momento del derrame nasal, orientada hacia su lado izquierdo y levemente inclinada hacia atrás.
La pericia determinó que la sangre corrió primero en sentido contrario y luego en la dirección propia que indica la gravedad. Además, el hilo de sangre se fijó antes de que movieran su cabeza al estado en que fue hallado el cuerpo. La sangre sale de la nariz, corre hacia el ojo y luego baja. Boccardo no podía haber muerto boca arriba. En ese caso, el rastro hubiese quedado marcado solo hacia abajo, por encima de su bigote.
El arma también dice mucho
La distancia desde donde se produjo el disparo no condice con la actitud típica del suicida, que apoya el arma en su cabeza y dispara, para asegurar el sitio de impacto. Los peritos establecieron en alrededor de cuatro centímetros esa distancia.
La posición en que se hallaron las manos y la ubicación del arma no presentan una concordancia con su mecanismo de producción por acción propia.
Cuando se produce un disparo suceden una serie de cosasque luego hablan: la ubicación del cartucho en la recámara; la percusión de la aguja percutora sobre el fulminante; la detonación; la ignición de la combustión de pólvora que genera gases, hace expulsar el proyectil y retroceder la vaina, lo que hace mover la corredera y produce otras acciones concatenadas.
Todo ello afecta el brazo y el antebrazo de quien empuña el arma. El cuerpo de Tito Boccardo debería haber estado en otra posición.
Tanto la posición de la mano derecha como la ubicación del arma, que estaba a 1,30 metros y a la izquierda, no sería el punto correcto de donde hubieran tenido que quedar alojadas, posteriores a la ejecución del disparo si lo hubiese producido la propia víctima.
Los análisis de restos de pólvora practicados sobre el fallecido Boccardo y sobre la ahora acusada Cristina Mateos fue fundamental para elevar las sospechas que pesan sobre ella en relación al crimen. Los resultados dan cuentas de que es en las manos de ella donde se hallaron valores más altos de presencia de plomo, bario y antimonio.
“Es evidente que la víctima no habría disparado un arma de fuego, por consiguiente lo hubiera producido un tercero”, dice el informe criminalístico que fue fundamental para la orden de detención de la pareja de Boccardo.