Crece la tendencia de intercambio de fotos íntimas entre la juventud local
El llamado “sexting” ya tiene su lugar en San Pedro. Adolescentes, jóvenes y adultos intercambian fotografías en poses provocativas, que pueden llegar al desnudo y al sexo explícito. El riesgo está en un fenómeno que ya se instaló: el robo de esas fotos y su distribución en aplicaciones como Whats App.
La intimidad ya no lo es tanto en la era de Internet y las redes sociales. La tendencia a compartir imágenes sexuales (sexting, por la confluencia de las palabras sex y texting) es cada vez mayor, a lo que se suma un problema que ya se vive con preocupación en la ciudad: la distribución masiva de esas imágenes, más allá de su destinatario original.
El intercambio de contenido sexual entre adultos es tan viejo como los sistemas de comunicación. Sin embargo, la posibilidad de enviar fotos y videos de manera instantánea es un fenómeno de los últimos años que además se extendió entre los más jóvenes e incluye a menores de edad.
Imágenes de adolescentes, sobre todo mujeres, circulan por distintas vías y son redistribuidas en múltiples grupos de Whats App –un servicio de mensajería instantánea gratuito, que se instala en teléfonos con internet–, por lo que aquello que fue concebido en la esfera privada ganó una publicidad que puede ser imparable.
Las poses provocativas pueden llegar a desnudos e incluso a sexo explícito, en imagen fija y en video. En San Pedro ya circulan, se distribuyen, intercambian y comentan. En algunos casos, apenas si hay referencias a la identidad de las protagonistas. En muchos otros, son fácilmente reconocibles.
Un mundo de exhibicionismo
Si alguna vez el mandato adolescente de “pertenecer” tenía día, horario y lugar para “mostrarse” –y si era con alguien “popular” del momento, mejor–, esos preceptos fueron desplazados por la era de los muros en las redes sociales: Facebook, Ask, Twitter, Instagram, entre otras. Lo importante es obtener “Me gusta” (MG), comentarios, menciones, “amigos”, sin importar mucho a costa de qué.
Basta con recorrer algunos perfiles de FB para notar que las fotos con más MG y comentarios son aquellas donde aparecen mujeres jóvenes en poses provocativas. Cuanto más jóven y “sexy”, crece el número de “halagos”, que resultan devueltos con agradecimientos y pavoneos varios.
Exhibirse y exponerse para ser. De eso se trata. La masividad del uso de las tecnologías, con la mensajería instantánea vía internet como nuevo paradigma, extendió los límites y comenzaron a aparecer imágenes cada vez más subidas de tono de aquellas que ya hicieron punta en sus perfiles.
Los adolescentes necesitan reafirmar su identidad sexual y para ello la mirada del otro es fundamental. El problema son los límites, los excesos y las consecuencias que de ello se derivan.
Casos paradigmáticos
En las últimas semanas, La Opinión tuvo acceso a una serie de fotos que se distribuyen en diversos grupos de Whats App. Los casos más resonantes son, en general, fotos. Como se dijo, también hay videos de sexo explícito, y archivos que sólo contienen audio.
Circulan y son distribuidos como si nada. Son materia de chistes, risas y comentarios de todo tipo. Algunas están de espaldas, totalmente desnudas y otras con ropa interior; las hay frente al espejo, con el rostro en primer plano con las manos en sus pechos o el celular apuntando a las nalgas. Varias esconden el rostro. Otras no tanto. Algunas se muestran explícitamente.
Todas sampedrinas, sus imágenes recorren los celulares de vecinos, compañeros de colegio o trabajo, amigos y perfectos desconocidos que se ríen al cruzarlas en la calle, un negocio o un boliche.
Las poses, en general, reproducen lo que las revistas establecen como forma de mostrar los cuerpos femeninos en las fotografías que acompañan los textos de las notas. Más allá de lo que se hable, lo que importa es la imagen. Cuanto más convertida en objeto la mujer, más espacio en los medios.
Más allá del “juego”
Los desdibujados límites entre lo que corresponde a la intimidad y lo que no desaparecen ante la práctica de la distribución sin medir las consecuencias. La venganza de una expareja, el robo de un celular, la incumplida promesa de no mostrárselo a nadie, todo ello puede derivar en la violación de la privacidad.
Si el intercambio de imágenes es tan viejo como la posibilidad de reproducir el cuerpo humano, las chances de que esas reproducciones estén al alcance de todos es propia de estos tiempos de exhibición de todo lo que tiene que ver con la vida cotidiana en la web.
En general, el primer consejo es evitar la tentación que puede aparecer a la hora de considerar que quizás la cámara puede contribuir al despertar del deseo o a profundizar un momento de erotismo, como un juego más. Sin embargo, hay personas para quienes el video o las fotos representan una parte importante de su relación sexual.
Para esos casos, hay una serie de recomendaciones que incluyen evitar que se vean los rostros o señas particulares que puedan ser reconocidos por terceros, sobre todo si sucede la inesperada pero tan extendida difusión más allá de los destinatarios.
Un delito reconocido
En los casos de menores de edad, la situación es más complicada y hay un grado de responsabilidad importante en términos penales respecto de quienes distribuyen las imágenes.
El sexting puede considerarse delito de pornografía infantil tras la sanción de la ley que incluyó los delitos informáticos en el Código Penal y cuyo artículo 128 establece penas de hasta seis años de prisión a quien publique, divulgue o distribuya una imagen sobre actos sexuales o mostrando los genitales de un menor de 18 años.
El año pasado, el caso de la difusión de un video de una adolescente de 13 años de La Plata causó estupor en todo el país. Se lo había robado un compañero de clase, que lo viralizó a través de las redes sociales. Como siempre, hubo voces que apuntaron a revictimizar a la niña, en lugar de centrarse en lo importante.
En ese momento, el Defensor del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, Carlos Bonicatto, incorporó al debate el concepto de sexting, y definió: “Consiste en el envío, a través de internet y dispositivos móviles, de mensajes de contenido sexual protagonizados por el emisor. Dicho material es difundido sin el consentimiento del/la protagonista, vulnerando su derecho a la intimidad, su imagen y en el caso referido, la protección jurídica de una menor de edad”.
Un spot del Gobierno de Paraguay muestra los riesgos de compartir cualquier cosa en las redes sociales. Allí, una foto tomada en la pileta por chicas en bikini es distribuida de manera tal que termina como portada de un sitio porno. Cualquiera de las imágenes que circulan en San Pedro podría tener ese destino.