Crónica de una noche asegurada
Quienes dedicamos nuestra vida a esta profesión, solemos construir prejuicios sobre temas que se reiteran a lo largo de décadas. Por eso, esta vez, La Opinión, destinó a sus periodistas más jóvenes a la cobertura de las consecuencias lamentables que tuvo el problema de la inseguridad, la minoridad y el consumo de alcohol. Matías San Hilario, Ayelén Velázquez y Pablo Martínez, relatan y aportan su mirada sobre lo que sucedió durante todo el fin de semana.
Desde el pasado Viernes, la ciudad se encuentra dentro de un mega operativo para las noches de los fines de semana. El mismo Intendente Municipal, decidió “tomar el toro por las astas” y dar un vuelco a la terrible y preocupante situación por la que atravesaba San Pedro y en especial los jóvenes de la comunidad, luego de hechos de grave importancia que como resultado dejaron heridos de gravedad y la indignación de la mayoría de la población. De esta manera, se anunció la implementación del plan de seguridad para la nocturnidad, que ideó Inspección General con Domingo Bronce a la cabeza y que cuenta además con la importantísima colaboración de la policía a cargo de los Capitanes Cocco y Biain.
Sin embargo, es significativo destacar una gran diferencia que como conclusión del recorrido de los operativos se puede dar: una cosa es la nocturnidad y otra muy diferente es la inseguridad.
Es que si bien, una puede incluir a la otra, no es la primera la única que da origen a la segunda. Es decir, es muy importante poner todos los recursos sobre la noche, los boliches y los jóvenes, porque más allá de la prevención de los delitos, está el cuidado y la protección hacia chicos que –por su edad- buscan divertirse. Sin embargo, no hay que olvidar, bajo ningún punto de vista, que la inseguridad es mucho más que “una sensación” como dijo el Jefe Distrital, que afecta a todos, en cualquier lugar, horario y circunstancia, por lo que no hay que descuidar los barrios, el centro y a la gente en la semana y durante las 24 horas. Allí, entran otros factores tan sustanciales como la presencia policial, como lo son los elementos de trabajo, la colaboración de los padres desde la casa y la denuncia de la ciudadanía ante cada hecho.
En definitiva, La Opinión detallará minuto a minuto como es un control de patrullaje en la noche sampedrina, donde hay desde borrachos hasta caballos sueltos para arriar.
Reloj, no marques
las horas
12:55 Hs. Para algunos las dos menos cinco, ya que en la madrugada del Domingo se cambió el horario. Un dato no menor, que hizo que la noche se extendiera. Nos dirigimos hacia la Municipalidad, para comenzar la jornada. Allí, nos encontramos a un grupo de madres, dialogando con la Secretaria de Desarrollo Humano, Marta Perret, la esposa del Intendente y el Secretario de Producción y Turismo Norberto Atrip que se uniría al equipo junto a su esposa.
Una de las mujeres presentes era la mamá de uno de los chicos golpeados en el anterior fin de semana. Le preguntamos como se encontraba, la respuesta con cara de aliviada fue: “por suerte, muy bien”. Enseguida nos dirigimos a Inspección General, para ver si lo encontrabamos a Bronce, con quien habíamos dialogado por la tarde para consultarle sobre nuestra presencia esa noche. A ese horario no se registraba la presencia de nadie en ese ala del Palacio; todos estaban en la calle.
A los pocos pasos vino a nuestro encuentro el Intendente, quien nos invitó a pasar. “Ya lo llamo a Bronce para ver donde está” dijo luego de saludarnos. Juntos caminamos hasta su despacho, donde encontramos a los Concejales Luciano Juhant y Juan Miguel Yunes, el Secretario de Coordinación Facundo Vellón, el Secretario privado Jorge Mc Inerny y algunos empleados más. Uno de ellos, Hugo Albouy (Obras Públicas y esposo de Marta Perret) nos lleva a pedido del Intendente hasta Mitre y Güemes. Allí estaba Bronce, clausurando un cyber, porque había menores en su interior. La Ley dice que el horario límite es las 22 Hs. pero como podrán ver más adelante, esta es una de las tantas cosas que se flexibilizan. En este caso hasta las 00 Hs.
Subimos al vehículo de control de alcoholemia, junto con Luis, el inspector que manejaba el rodado. Comentan que ya habían secuestrado dos motos. Una 110 cuya marca no recordaban y una Zanella 50 cc. ambas sin documentación. En una de ellas se dirigía un joven de 17 años con 0,98 grados de alcohol en sangre, mientras que lo permitido para motos es 0,20.
Esa noche fue muy especial, ya que aunque había mucha menos gente que lo habitual en las calles circulaban 7 unidades municipales (algunos funcionaron como patrulleros hasta que llegaron las nuevas unidades policiales), patrulleros de la comisaría, del grupo GAD (Grupo de Apoyo a la Departamental) y Infantería, se contaba con una gran cantidad de personal. En el caso de Inspección se trataba de 15 personas divididos en 6 unidades, 3 con policías e inspectores en la calle, casi el total del plantel, situación que comenzaba a sentirse, ya que algunos de ellos empezaron a las 14 Hs. del Sábado. “Cuando terminemos hoy va a hacer 24 Hs. de que entré” comentó Luís “¿Cuándo duermen?” preguntamos a lo que solamente respondió Bronce: “Se pone bravo”. En total cerca de 12 o 15 móviles, para muy poca gente. Según dialogamos, la disminución de actividad se podía dar por varios aspectos: estaba fresco, el cambio de horario y el operativo de la noche anterior que alertó a los padres y los menores para que no asistan a los locales de diversión nocturna porque “había controles”.
Cada uno en su tarea
Cada grupo sabía claramente lo que debía hacer. Igualmente, las unidades municipales tienen Nextel, entonces la comunicación es directa e instantánea. Bronce se mantiene al tanto, preguntando “¿Cómo está todo?” Hasta ese momento sin novedades.
Según indicó Bronce, la Infantería se dedicó principalmente a visitar los barrios, pero tuvo como una de las tareas la costanera. Allí, desalojaron a cada grupito que resultara sospechoso, ya que fueron varios los casos de parejas que han sido sorprendidas por delincuentes o jóvenes en el regreso del club.
02:05 Hs. Se percibe una moto conducida a gran velocidad, de una forma poco prudente y sospechosa. El vehículo en el que nos dirigíamos comienza a seguirlo a una velocidad más lenta. Una vez que el conductor del rodado menor detecta esta situación acelera a gran velocidad por Boulevard Moreno, y así comenzó una persecución. Se notifica a otra patrulla que manejaba un Inspector y que acompañaba una policía. El joven pasa la Avenida 11 de Septiembre, lugar desde el que el alumbrado público se encontraba totalmente cortado, situación que entorpeció el recorrido y aunque los dos móviles se separaron no lograron dar con el rodado. Se le avisó a las autoridades policiales y luego de un recorrido por el barrio en el que se perdió al conductor, regresamos al centro.
02:33 Hs. Comunicaron a la unidad que habían llegado los controles de Bomberos de San Nicolás. El primero de ellos, fue al Bar Piratas y allí nos encontramos con el efectivo. Era uno solo y se trasladaba en un auto particular, modelo viejo. Nos comentó que en ese lugar estaba todo bien, el control se basaba solamente en verificar que las puertas de emergencias estén en condiciones y que no se viole ninguna de las normas establecidas. Pidió que una unidad lo acompañara para no tener que ingresar solo a los boliches y se destinó un grupo de dos inspectores para ese lugar.
02:49 Hs. Nos dirigimos al Municipio para ver como iba todo. Cada vez había más gente, funcionarios y algunos padres que habían llegado, no serían más de 10, a lo sumo 15, pero…
En la entrada principal había cinco personas, entre ellas el Jefe del área de Juventud Facundo Maseda, al que al comentarle la persecución y la falta de alumbrado, dijo que lo había visto y ya había llamado a la Coopser para reclamar, pero no había pasado nada. En la Secretaría Privada, nos encontramos con el Intendente, rodeado de algunos colaboradores, tomando café y comiendo unas masitas secas. Al comentar lo sucedido minutos antes con la patrulla y el joven en moto, preguntó si habíamos hecho el reclamo por la falta de alumbrado público. Dijimos que Maseda, pero que no había pasado nada. A las 2:52 Hs. el mismo Barbieri llamó al 425000 y reclamó que se arreglara el inconveniente “esta yendo un equipo” fue la respuesta.
Mientras tanto, en su despacho se encontraba entre otros, el Capitán Cocco, que tuvo según el Intendente un “respetuoso y constructivo” debate con los padres presentes. Una de las preguntas que le hicieron fue “si se sentía apoyado” a lo que contestó que tenía ganas de hacer cosas, pero no tiene estructura. Manifestó estar mal con los reiterados pedidos de alejamiento del Foro de Seguridad “desmotiva a las tropas” fue lo que dijo.
03:01 Hs. El Intendente decide acompañar a Bronce en la recorrida, subiendo en el puesto del acompañante de la camioneta, para ver mejor, mientras que nosotros y Bronce fuimos en la parte trasera, que no tiene ventanas laterales.
Tuvimos la posibilidad de recorrer las calles con el mandatario, ver sus reacciones, dialogar sobre diferentes puntos de la noche e intercambiar opiniones. A las pocas cuadras de salir de la Municipalidad volvió a surgir el tema de la poca gente que se veía en la calle. Es que al cruzarnos prácticamente sólo con las mismas patrullas Bronce comentó “vamos a empezar a hacernos multas entre nosotros”. Barbieri hizo una pregunta que generó un entrecruzamiento de opiniones interesante: “¿Por qué se retrotraen ante la presencia del operativo?. Si no hacen nada malo, tendrían que andar normal y sin problemas, es más deberían sentirse seguros”. Luis (el inspector, un hombre de 30 y algo años) fue directo con el Intendente, manifestándole que no le parecía una buena medida ponerle horario a la noche. “Se juntan todos a la salida, se pelean, no hay remis” fueron algunos de los fundamentos. Barbieri explicó que se trataba de un pedido policial. “Si están abiertos hasta más tarde (por los boliches) no se puede organizar la policía, los efectivos cambiaban a las seis y quedaban las calles desiertas”. Se aportaron ideas, tales como copiar otras ciudades en las que en cada entrada de boliche hay un efectivo policial, contribuyendo con el orden y atento a la periferia. La charla giró hacia la policía. “Es fundamental contar con el apoyo de la policía actualmente y en la continuidad. Hay una importante diferencia, para la policía no es prioridad la noche, para San Pedro la nocturnidad es prioridad” dijo Barbieri. El recorrido siguió, por varias calles entre las que se comentaron cosas como “Acá hay que hacer algo, está lleno de autos, no es seguro ni queda bien” dijo el mandatario al pasar por la Comisaría, donde hay varios autos chocados. El móvil pasó por la guardia del hospital, para ver cuantos ingresos hubo y por la Avenida 11 de Septiembre, donde se verificó que las luces hayan sido conectadas y Barbieri vio donde estaban los lomos de burro que causaron dos accidentes la tarde anterior.
03:42 Hs. En la calle Mitre al 700, se detectaron dos Volkswagen Golf que luego del semáforo de la peatonal aceleraron a gran velocidad, por lo que al doblar peligrosamente por Gral. Pueyrredón, comenzó una persecución con el intendente en el asiento delantero. Al doblar por 25 de Mayo, se notificó a una unidad que había más adelante, por lo que los autos quedaron entre dos unidades y frenaron. Se sumó una patrulla más y entre inspectores y policías se les pidió la documentación a los conductores. El Inspector General bajó para hacerle el test de alcoholemia a los dos jóvenes, que soplaron las pipetas unas cuatro veces, ya que o no soplaban bien o se resistían de alguna forma al control. Uno de ellos logró el cometido luego de que Nicolás, otro de los inspectores le explicara a los dos jóvenes que si no colaboraban, se presume que están alcoholizados o bien se los traslada al hospital para hacer un control sanguíneo. Allí confesaron haber consumido alcohol, dándole a uno de ellos 1,18 porcentaje de alcohol en sangre, siendo que para automóviles el límite es 0,50. Mientras el segundo no realizaba la prueba, el Intendente observaba desde el vehículo del que nunca se bajó y recibió un llamado telefónico. El mismo le indicaba que la policía había detenido a dos jóvenes en las calles Mitre y Dávila. Los mismos habían perpetrado un robo callejero en 3 de Febrero y Rivadavia. Es que mientras los móviles de Inspección recorren el centro de la ciudad, los patrulleros más liberados, junto a Infantería se ocupaban de las periferias.
04:20 Hs. Los vehículos fueron entregados a otra persona que se encontraba en buen estado y se les retiran por seis meses las licencias de conducir. Luego del episodio, Bronce le informó al Intendente que la próxima semana llegará personal del REBA (Registro Provincial de Comercialización de Bebidas Alcohólicas) con 2 o 4 unidades que tienen una tecnología superior para el test. Hasta allí llegó el recorrido.
04:30 Hs. Llegamos hasta la Municipalidad, donde nos encontramos con otras autoridades que estaban en el palacio. Comenzamos a comentar las conclusiones de los recorridos, sin grandes novedades y más anécdotas de diálogos que de hechos. El Secretario de Coordinación Facundo Vellón, nos dijo: “Hoy escuché lo que pensás de todo esto… Que es una payasada” afirmó, a lo que luego de varias horas en la calle pudimos darle una respuesta más reflexiva, en la que se observaron varias conclusiones: algunas de ellas puede ser que los resultados positivos tienen mucho que ver con el impacto mediático que generó la medida. Además, es importante que se recuerden dos puntos importantísimos de este fin de semana. Por un lado, la poca gente en las calles, por el otro, todo el apoyo externo.
La respuesta a la pregunta del funcionario fue clara y concreta: “Me sigo planteando lo mismo, ¿qué va a pasar después de los 90 días o en la semana?”
04:45 Hs. De nuevo en la calle comenzó lo que esperábamos sea la parte más intensa: la cuenta regresiva a la salida de los boliches. Encontramos al Secretario de Gobierno, Juan Almada que se unió cerca de las 4:00 al equipo, pero directamente en la calle, con su auto particular.
El Inspector General llevó a cabo la tarea de recordar el pedido que ya se le había enviado por escrito a los pancheros, que tenía que ver con su retirada del centro a las 5 de la madrugada. Este fue un tema para la discusión, ya que la actividad recibe la mayor demanda al terminar los bailes. Los pancheros finalmente se retiraron, pero hicieron saber sus quejas. “Yo no me voy a cagar de hambre por la ineficiencia de la policía” dijo enojado uno de los comerciantes, que agregó: “tengo 20 paquetes de pan ahí (mientras señalaba su vehículo), hoy me voy, pero el Lunes voy a ir para ver que se puede hacer”. Otro de los visitados comentó que “estoy al tanto de la medida, pero no estoy de acuerdo. Este es el horario de mayor movimiento”. Esta semana se cumplió a rajatabla con el pedido, que según lo manifestado los comerciantes es dudoso que se mantenga, al menos hasta que no haya una Ordenanza que lo reglamente.
05:25 Hs. Comenzó el cierre de los tres boliches, ya que los bares habían cerrado mucho más temprano. Ahí, es cuando comienza a verse el “amontonamiento” de jóvenes. Parejas, chicos, chicas, grupos, borrachos y cuerdos. Todos, se encontraban en varios puntos en común: la plaza Belgrano, la peatonal (sin luz en una de sus cuadras), las paradas de remis y el único local abierto, la estación de servicio Esso de Mitre y 3 de Febrero. El lugar estuvo repleto de jóvenes: “nos alarga la noche” según textuales palabras de un funcionario.
A los pocos minutos, se escuchó el llamado de una alta autoridad municipal indicando que una comunicación de un jefe policial indicaba que se “detectaron muchos menores alcoholizados saliendo de Quillash” a lo que agregó que en ese boliche “no hubo controles”, por lo que se solicitó reforzaran la presencia de móviles en es lugar. Bronce envió dos unidades, una de ellas cortó el tránsito de calle Balcarce porque muchos de los que salían del lugar lo hacían por la calle.
05:45 Hs. El centro ya se iba despejando, se observaba una gran cantidad de jóvenes en los puestos de remis y en la parada de taxis. Sin embargo, Inspección debió cambiar su rumbo, ya que además de la nocturnidad, tuvo que solucionar otro problema. En las puertas de la Panificadora 505 (Belgrano y Ayacucho), se encontraban tres caballos sueltos al trote para el centro.
Hasta ese lugar se dirigieron dos unidades, para tratar de ahuyentar a los equinos que terminaron en la costa.
06:17 Hs. Ya eran pocos los jóvenes en la calle, pero la policía observó como un grupo grande se encontraba en su mayoría en gran estado de ebriedad, por lo que les pedía que se retiraran y fueran a sus casas. Muy lejos de obedecer los pedidos de las autoridades, regresaron para replicar la orden diciendo: “No me podés tocar, somos menores”, escudándose en su documento para que quede clara la situación de impunitad. Afortunadamente el grupo más “cuerdo” persuadió a todos los chicos y chicas a retirarse.
06:29 Hs. En uno de los últimos recorridos, se observó como un Jeep aceleró más de lo habitual al doblar en una esquina, es por eso que luego de dos cuadras de persecusión, la patrulla en la que nos dirigíamos se puso frente al rodado y le cortó el paso en la calle 25 de Mayo y Boulevar Moreno. Allí, llegaron dos patrulleros, dos unidades de Inspección y la unidad de traslados de la policía, un gran operativo, casi innecesario. En el vehículo se trasladaban dos jóvenes, el conductor explicaba que se había comprado el Jeep hacía unos días y que salió a bailar y obviamente había consumido alcohol. El test le dio 1,04, había que retenerle la licencia. Al no poseer seguro ni patente, el rodado también debía ser secuestrado, y se lo llevó hasta el corralón municipal (un capítulo aparte).
06:42 Hs. En el mismo lugar, se detiene a otro vehículo porque no venía en perfectas condiciones. Se trata de un Ford Fiesta en el que se trasladaban tres jóvenes. El conductor al bajarse lo primero que dijo fue: “Somos de Pergamino, ya nos vamos”, pero eso no importaba.
Allí, ocurrió el hechos más absurdo de todo el operativo, casi podría decirse que por un descuido se manchó una gran noche, al menos del grupo que acompañamos. Uno de los Inspectores se dirigió con el conductor del auto al móvil de la Municipalidad, mientras que todas las otras patrullas con sus efectivos observaban y se encontraban más relajados. Los otros dos chicos se subieron al auto, nosotros nos encontrábamos cerca y le dijimos “no se vayan porque va a ser peor”, notando la actitud, entonces le gritamos a Luis el inspector, ya que a los pocos segundos pusieron en marcha el auto y ante la presencia de unas diez personas se fugaron.
Sin siquiera pensarlo, comenzó una persecución de dos móviles de Inspección, a los que acompañamos. Una de las primeras reacciones, fue la de reflexionar sobre lo peligroso de lo que estaba pasando. No porque los fugados fueran armados (aunque no lo sabíamos), sino por la velocidad y situación de una persecución. Ser ¡Inspector en las noches, es un trabajo de riesgo!.
Se notificó de la huída a todas las unidades que buscaron al auto, logrando en algunos casos visualizarlo en la Ruta 1001, saliendo de la ciudad y realizando maniobras muy peligrosas. Uno de los móviles persiguió al Ford hasta Santa Lucía, donde lo perdió de vista.
El conductor, abandonado por sus amigos fue detenido, porque la policía puede suponer que el rodado había sido robado, por eso la fuga. El auto fue identificado y los jóvenes también, pero no pasó nada, ya que luego se liberó al demorado.
07:26 Hs. Luego del recorrido, el móvil en el que nos dirigíamos recibió un pedido de apoyo, era en el corralón de calle Saavedra. Allí, no había una trifulca, sino un Jeep (el detenido instantes atrás) al que no se podía poner en marcha, por ende era difícil ingresarlo al galpón. “Seguro le interrumpieron el sistema eléctrico”, dijo un inspector, porque al tratar de empujarlo el vehículo no avanzaba. Sin embargo, cuando llegamos al lugar, con una de las empleadas administrativas de inspección al volante, inspectores y nosotros atrás, se empujó hasta que el auto quedó guardado. “Es habitual para que reneguemos por sacárselos” comentó un empleado municipal.
07:45 Hs. Llegamos a la Municipalidad, donde sólo estaba Aldo Lafalce, esperando en la puerta. Allí se reunieron todos los Inspectores para entregar la documentación de los operativos y realizar el balance de la noche. Bronce, todavía no llegaba, porque estaba regresando de Santa Lucía, donde buscaban al auto fugado. Se hizo el recuento de las actuaciones que dieron como resultado seis motos secuestradas, cinco por falta de documentación y una porque su conductor de 17 años tenía más alcohol en sangre que el permitido. Además se retuvieron las licencias de cuatro conductores de auto, uno (el jeep) secuestrado y uno fugado.
Los inspectores no paraban de dialogar sobre el hecho ocurrido, lamentándose lo sucedido, era el tema, a la vez que organizaban su regreso a casa y revisaban las planillas de horarios, sabiendo algunos que en ocho horas volverían a las calles. Llegó Bronce felicitó al equipo y los mandó a dormir.
07:58 Hs. Nos retiramos, aunque en las oficinas Bronce y Mariela organizaban las actas y Nicolás, uno de los Inspectores debió ir a la comisaría para terminar de realizarle las multas al joven pergaminense que dejaron sus amigos.
Si se permite, a modo de reflexión personal, diría que es fundamental el trabajo en equipo entre Inspección y Policía. El aceitar algunos detalles y por sobre todas las cosas no bajar los brazos, harán que la continuidad en el tiempo y los buenos resultados sean una realidad. Realmente no es agradable salir por las noches y como dijo alguien “ver más balizas que gente”, pero la sensación que debe reinar es la de seguridad y protección, por sobre la de control e inseguridad. El progreso, se logra entre todos, con la colaboración y la acción más allá del comentario y luego incluso de que pase el calor de ser protagonista de un hecho.