Corsos eran los de antes
Fuera de Correo
Cuando me pongo a pensar en las fiestas que se hicieron hace muchos años en San Pedro, me parece que fueron en otro país. Que acá sería imposible hacerlas, no disponemos de gente, ni de tiempo, ni de ganas.
No es que todo tiempo pasado fue mejor, pero la costumbre de festejar el carnaval, se ha ido modificando a través del tiempo. Me remontaré al año 1935 aproximadamente, donde los corsos se realizaban en la calle Mitre. Con una espléndida iluminación que consistía en adornos colgantes con distintos dibujos.(canastas, estrellas, etc) iluminadas con luces de colores. Dos carteles al principio y fin del corso, con la palabra “carnaval”, con luces blancas, al igual que las cuatro guirnaldas que cruzaban la calle. Se colocaban palcos de madera en la vereda, propiedad de los frentistas y ocupados por su familia y amigos. Mi tío Benjamin Hassid colocaba uno en Mitre y Ayacucho.
Hoy quiero recordar a un sampetrino, gran impulsor de los carnavales de su época, el farmacéutico Juan Carlos Allegre. Para mayor brillo a estos corsos, presentaba a su bella hija Hermelinda en suntuosas carrozas tiradas por caballos, adornadas con flores, moños de colores, cintas… Lo más espectacular fueron los distintos disfraces presentados cada año, como lo demuestra la foto que se publica.
De más está decir al que ganaba se le otorgaba un premio al mejor disfraz. Se jugaba con serpentina de colores con tanto entusiasmo que a veces se unían los carruajes formándose un verdadero manto de colores.
Había que salir del corso ya que se acumulaban las ruedas y los ejes, no permitiendo el libre desplazamiento.
El papel picado se tiraba como un homenaje o señal de aprecio en forma elegante.
Cuando se quería dar una señal de amor, se regalaban flores, especialmente ramitos de nardos.
Era una de las fiestas más esperadas por toda la familia, en especial por los niños, que asistían en forma masiva participando en concursos de disfraces.
La mayor atracción era para las damas y jovencitas para la época, que tenían oportunidad de cubrir sus rostros con decorativos antifaces y de esa manera dar libertad a muchas cosas guardadas durante todo el año.
Permitía acercarse a quien le gustaba decir a su oído soltero o no, lo que sentía el corazón.
También da rienda suelta a muchas alegrías reprimidas por las costumbres de la época.
Los trajes eran suntuosos y no quedaba ropero o baúl para buscar trajes de la abuela, tía o amiga, con sus correspondientes sombreros, guantes, carteras y sobretodo ensayar una voz para no ser reconocidas.
Había comparsas bien arregladas, lo más pobres se disfrazaban de indios.
Había un señor infaltable en todos los corsos, y galopeaba y corcoveaba toda la noche, tenía un rebenque de lonja ancha que castigaba sin cesar a su caballito de dos patas.
Todo el mundo que lo deseara, podía disfrazarse. En la tienda Buenos Aires y librería Pelín se alquilaban unas túnicas largas con capuchas, llamadas dominó. ¡Cuánta felicidad! ¡Cuánto romanticismo!
Para todas las abuelas y caballeros de aquella época. Nuestros recuerdos y nostalgias para sus nietos. Para la familia de Herminda Allegre este humilde homenaje.
Solicitamos a las familias sampedrinas, donen o nos permitan sacar copias de sus fotos, cualquiera sea el motivo. Dirigirse a Saavedra 247. Tel. 425376. Amigos del Patrimonio Cultural de San Pedro. Claudio Chocho Rodríguez.