Coronavirus y pobreza: las dificultades de familias que están aisladas y no tienen ingresos fijos
En Río Tala, en los barrios linderos al CIC y en otras zonas donde hay contactos estrechos de pacientes contagiados, familias enteras deben permanecer aisladas a la espera de resultados de hisopados o, ya confirmados como positivos, atravesando la enfermedad. En muchos casos se trata de personas de bajos recursos, con trabajos informales o eventuales, y desempleados, que además de la situación sanitaria se encuentran con difiultades propias de la carencia económica.
El brote de coronavirus COVID-19 en San Pedro mantiene a cientos de personas en situación de aislamiento, ya sea porque fueron confirmados como casos positivos, porque los hisoparon y aguardan el resultado, o porque son contactos estrechos sin síntomas de pacientes que atraviesan la enfermedad.
En Río Tala, en los barrios aledaños al CIC y en otras zonas de la ciudad apareción una problemática relacionada a la profundización de situaciones de vulenerabilidas socioeconómica, puesto que muchas familias, mientras cumplen la cuarentena estricta, no pueden salir a trabajar.
Quienes tiene trabajos informales o eventuales, los que viven de changas que complentan los ingresos de programa sociales atraviesan una dellicada situación que, en general es asistida por la Municipalidad, aunque la cantidad de familias en esa situación crece a diario y llegar a todos comienza a ser difícil para un Estado que tiene buena parte del personal sin trabajar.
En los últimos días, La Opinión recibió relatos de personas que atraviesan el aislamiento y que tienen necesidades que en algunos casos son extremas: alimento, abrigo, gas para cocinar, pañales, entre otras solicitudes.
El marido de Yésica, "si no trabaja, no cobra"
Por ejemplo, Yésica, su marido y sus dos hijos están aislados porque su padre tuvo contacto estrecho con el pastor y fue hisopado tras ser considerado caso sospechoso de coronavirus COVID-19. El único ingreso de su familia es el trabajo de su pareja, empleado en una rotisería. "Si no trabaja, no cobra", dijo la mujer.
"Nos tenemos que quedar aislados, si sale positivo se verá. Nos llamaron de Salud, nos llaman para ver si tenemos síntomas, si nos duele algo. Pero con el tema de que mi marido no puede trabajar, no tenemos nada", señaló.
"Nos dijeron que nos quedemos en casa y que esperemos", dijo el martes, cuando reclamó públicamente que nadie se había contactado con ella por la problemática. Ese día, personal de Desarrollo Humano le llevó "dos bolsitas de mercadería", informó este jueves la joven y agregó: "Para colmo, recién cobro el salario de los chicos el 14".
"Mi familia me da, pero es un plato menos para ellos"
Walter tiene 30 años y vive en un ranchito detrás de la casa de sus padres. El lunes fue hisopado y está a la espera del resultado. "Me dijeron que me iban a traer algo de alimento el lunes a la tarde, y los estoy esperando, no me trajeron nada, no me vinieron a visitar ni nada", dijo este jueves a La Opinión.
Su familia, que vive en la casa de adelante, también está en cuarentena. A ellos los hisoparon el martes de la semana pasada. Todos son contactos de familiares del prefecturiano que trabaja en Ibicuy, cuyas ramificaciones son muchísimas.
"Yo hago changas en un vivero, haciendo plantines. Ahora el patrón me está ayudando, me trae leña para cocinar, porque encima me robaron la garrafa. Pero me la estoy pasando a mate y con lo que ayuda mi familia, que son muchos y también necesitan. Mi familia me da, per es un plato menos para ellos", relató.
"A ellos la semana pasada los visitaron y les trajeron mercadería. Ellos necesitan una garrafa también, al igual que yo, pero ellos por lo menos tienen el envase, yo ni eso, porque me la robaron", agregó.
Menos mal que está Domingo Bronce
Carlos está desocupado desde que tuvo un accidente de trabajo hace cuatro años. Desde entonces hace changas, mientras espera una resolución judicial con la ART y la empresa donde se desempeñaba. También vive en Río Tala, con mútiples necesidades.
Estuvo varios días con las garrafas vacías, porque no podía comprar. Cocinaba a leña. Su mayor preocupación eran los chicos y el frío a la hora de bañarse. Este jueves resolvió esa situación porque, enterado del asunto, el delegado de la localidad, Domingo Bronce, le llevó un envase lleno.
"Acá estamos, tirando. Por suerte estoy bien", dijo Carlos a La Opinión. El viernes pasado le dieron el resultado positivo. Su esposa, embarazada, su suegra y su cuñado, que residen en el mismo terreno, también están contagioados. Además, en la casa hay un chico de 15 años, una nena de 12, un nene de 2 años y medio, otro de seis y un bebé de un mes y medio.
"La situación es difícil, anduvo acción social apenas nos aislaron, pero después no apareció nadie más, Bronce vino hoy y me trajo una garrafa, tengo una estufita garrafera que la pongo para bañar a los nenes, por el frío", contó Carlos.
"Yo laburaba haciendo changas y esa era la única entrada, además de la asignación universal de los chicos. Todos estos días sin trabajar se pone bravo, mi suegra es pensionada y con eso pagamos los servicios, la luz y eso, por suerte nos trajeron algo de mercadería y en el pueblo hicieron colectas para ayudar", agregó.