Confundió “marcha atrás” con “primera”
Una gesta ciudadana logró rescatar de las aguas del riacho a una mujer y al auto que intentaba estacionar. El hecho ocurrió el Domingo por la mañana cuando una familia procedente de Villa Adelina preparaba su asado en inmediaciones del Muelle 3.
Bastaron segundos para que aquello que fue una mínima buena intención, se transformara en un accidente con pocos precedentes. Sobre el camino Juan Ismael Giménez a la altura del flamante Muelle Nº 3, una familia oriunda de Villa Adelina se aprestaba a compartir el asado del Domingo. Mientras Roy, encendía el fuego, su esposa Silvia, advirtió que el Fiat Siena bordó con el que habían arribado a la ciudad estaba a pleno sol, decidió buscar un árbol cercano para estacionarlo a la sombra.
“Todos estacionan así”, dijo Oscar tras preguntarle sobre la frecuencia de accidentes en inmediaciones de la Bajada de Chávez, en clara alusión a la conducta que suelen exhibir los turistas cuando llegan a la zona de la costa. “Acá se tiran al agua como si nada” agregó un joven vecino, que todos los fines de semana observa con preocupación los riesgos que corren quienes no conocen la zona.
El auto estaba estacionado sobre la pendiente de la barranca al igual que el del resto de los vehículos que se encontraban en el lugar.
Sobre la pendiente donde estaba el Siena, la mujer intentó trepar en reversa acelerando más de la cuenta. En segundos y con el auto en primera, terminó sobre el riacho en medio de la correntada que arrastró el rodado más de 150 metros. Dos jóvenes que viven en inmediaciones del lugar, fueron los primeros en arrojarse a las aguas para rescatar a Silvia quien, presa de un ataque de nervios, sólo atinaba a cerrar vidrios y puertas para evitar que el agua ingresara. Ante la insistencia de los muchachos, y la velocidad con la que el agua arrastraba su auto, pudo salir y de inmediato ser llevada a una casa cercana.
Minutos después, lograban torcer el rumbo del auto que se hundía a medida que se desplazaba contra una saliente de la costa. Otra vez, algunos vecinos fueron los que lograron forzar la situación y apoyar el paragolpes trasero sobre la tierra que quedó al desnudo tras la bajante de las aguas. Allí lo ataron con una precaria soga de la que intentaron tirar sin éxito.
Con más voluntad que medios, cinco personas se apostaron sobre el frente del vehículo para mantenerlo inmóvil hasta que llegara alguien para colaborar.
Y llegó la Policía
En medio del pánico, los vecinos se comunicaron con Prefectura, Policía y con el Hospital para brindar atención a la mujer. Así llegó la ambulancia con un médico que estimó que la mujer podía permanecer en el lugar, mientras la policía bajó con sus armas, sin advertir que más que balas hacían falta palas. En minutos se retiraron mientras se daba aviso a Inspección General para procurar algún tractor o máquina que lograse tracccionar al vehículo que se sostenía con la fuerza de los voluntarios.
El papel de la Prefectura fue casi de película. Sólo atinaba a mirar sin siquiera tener una salpicadura en sus ropas. Entre las quejas y el asombro de la gente intentaban manejar la situación haciendo acto de presencia, sin colaborar en las tareas de rescate.
Alrededor de las 12.40 Hs. arribó un camión de Expreso Hada que en peligrosas maniobras logró llegar al lugar más próximo a la soga para tratar de sacar el Siena del agua. Con increíble velocidad y con palas que también pertenecían a los vecinos, comenzaron a improvisar una rampa que permitiera culminar la maniobra.
“Yo estaba pescando, vi todo, no lo podía creer. El auto con la mujer pasó delante mío” relató un turista oriundo de la ciudad de San Vicente y sentenció “si no fuera por los vecinos esa mujer se ahoga y el auto se hunde”.
Mientra el operativo se llevaba a cabo, Silvia se reponía en una de las viviendas aledañas acongojada por lo sucedido. Su marido Roy se sumaba al esfuerzo para mantener el auto a flote.
En dos maniobras y con un conductor guiando el Siena, el camión logró elevarlo hasta la parte más alta, con tan mala suerte que el baúl quedó casi pegado a un árbol. Para asombro de todos, la luz de freno y la bocina, funcionaron como para evitar un choque.
Una vez mas con tracción a sangre y con más de 12 personas que se agazaparon sobre el auto, lograron correrlo para retomar la senda que le permitiera llegar a tierra firme.
El Lunes, los héroes
El auto rescatado fue resguardado en un garage de la zona y hasta el Lunes a la mañana permanecía a la espera de sus dueños. Los daños más visibles se produjeron en el interior del rodado donde el agua hizo estragos. Al levantar el capot, también se halló una gran cantidad de barro y agua, aunque según los presentes todo parecía intacto. En cambio quedó ilesa la solidaridad de la gente que sin medir peligros (en un momento entre cuatro sostenían el auto en la pendiente de barro), se las arreglaron para suplantar a todas las fuerzas de seguridad que acudieron al lugar sólo para mirar. Cuando concluyó la tarea un cerrado y espontáneo aplauso coronó el esfuerzo, mientras se alzó la voz de una mujer que dijo “para la Prefectura que no hizo nada”.
Las advertencias y los carteles no resultan suficientes ante el exceso de confianza que exhiben los visitantes que arriban cada fin de semana cuando quieren gozar del aire de la costa.